La lucha por el dominio de Oriente Pr¨®ximo
La perspectiva es deprimente: islamistas frente a militares; dictadura o dictadura
Es posible que ya no quede nada de las ilusiones que inspiraba lo que hasta hace poco se llam¨® la primavera ¨¢rabe.El golpe militar en Egipto ha puesto en negro sobre blanco las alternativas simples y deprimentes que depara el futuro del pa¨ªs. Ya no se trata de democracia frente a dictadura, sino de revoluci¨®n (islamista) frente a contrarrevoluci¨®n (militar): o dictadura o dictadura.
Esto vale no solamente para Egipto, sino para casi todo el resto de Oriente Pr¨®ximo. Y como ambos lados optaron por la lucha armada, el resultado ser¨¢ la guerra civil, independientemente de lo que unos bienintencionados ministros de relaciones exteriores de la Uni¨®n Europea decidan en Bruselas. Los islamistas no pueden vencer militarmente y los generales no pueden vencer pol¨ªticamente, as¨ª que est¨¢ casi garantizado un retorno a las dictaduras, a un grado considerable de violencia y a una serie de desastres humanitarios.
La ¨²nica opci¨®n para ambas partes es obtener dominio y control totales, pero ninguna de las dos tiene ni la m¨¢s rudimentaria idea de c¨®mo modernizar la econom¨ªa y la sociedad de sus pa¨ªses. Por eso, gane quien gane, volver¨¢n a prevalecer el autoritarismo y el estancamiento econ¨®mico.
El orden que hubo, con el apoyo de EEUU, se est¨¢ cayendo a pedazos; pero no aparece aun un orden nuevo que lo reemplace
En Egipto, el vencedor (al menos en el mediano plazo) ser¨¢ el Ej¨¦rcito. Los l¨ªderes militares egipcios han adoptado claramente una estrategia del todo o nada, con el apoyo de las viejas ¨¦lites, la clase media urbana y las minor¨ªas religiosas. Adem¨¢s, el sost¨¦n financiero de Arabia Saud¨ª y otros Estados del Golfo ha vuelto al Ej¨¦rcito impermeable a las presiones externas.
As¨ª pues, lo que ocurre en Egipto es una reproducci¨®n de lo sucedido en Argelia. En 1992, con el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n a punto de ganar las elecciones generales, el Ej¨¦rcito del pa¨ªs dio un golpe y cancel¨® sumariamente la segunda ronda electoral. Siguieron ocho a?os de una guerra civil que ambas partes combatieron con una brutalidad horrorosa y en la que hasta 200.000 personas perdieron la vida.
El Gobierno militar de facto ha continuado en Argelia hasta el d¨ªa de hoy. Pero el papel del islam pol¨ªtico sigue sin resolverse, de modo que no ha habido intentos serios de encarar ninguno de los problemas fundamentales del pa¨ªs y su dirigencia no ha podido aprovechar las oportunidades prometedoras que se le presentaron (por ejemplo, a diferencia de Egipto, Argelia cuenta con grandes reservas de gas y petr¨®leo).
En Egipto, los m¨¢s viejos de entre los Hermanos Musulmanes est¨¢n acostumbrados a la prisi¨®n y a la clandestinidad, pero hay muchos motivos para pensar que los adherentes m¨¢s j¨®venes responder¨¢n con terror y violencia. Egipto, Siria, Yemen, T¨²nez y (en poco tiempo tal vez) otros pa¨ªses de la regi¨®n ser¨¢n terreno f¨¦rtil para el surgimiento de una nueva Al Qaeda m¨¢s militarizada, que se convertir¨¢ en un factor m¨¢s poderoso dentro de la cacofon¨ªa de intereses e ideolog¨ªas que hay en Oriente Pr¨®ximo.
En las revoluciones y contrarrevoluciones europeas se dio una din¨¢mica similar
Occidente, en general, y Estados Unidos, en particular, tienen poca influencia o poder real en la regi¨®n. Por ello, por m¨¢s que denunciar¨¢n, amenazar¨¢n y deplorar¨¢n los horrores venideros, lo que har¨¢n en ¨²ltima instancia ser¨¢ guiarse por sus intereses, no por sus principios. Por ejemplo, la importancia estrat¨¦gica de Egipto (que controla el Canal de Suez y mantiene una ¡°paz fr¨ªa¡± con Israel) es demasiado alta para abandonarlo.
Ya por s¨ª sola, la situaci¨®n en Egipto es bastante mala, pero de ning¨²n modo es la excepci¨®n. M¨¢s bien, es parte de un drama regional que se caracteriza ante todo por una enorme p¨¦rdida de orden. El orden que hubo en Oriente Pr¨®ximo, con el apoyo de Estados Unidos, se est¨¢ cayendo a pedazos; pero no aparece todav¨ªa un orden nuevo que lo reemplace. En cambio, s¨®lo hay un caos creciente que amenaza con extenderse m¨¢s all¨¢ de las fronteras de la regi¨®n.
Tras el espectacular fracaso del presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney, con sus ilusiones neoconservadoras de intervenci¨®n unilateral, Estados Unidos ya no quiere ni puede asumir la tarea de ser la ¨²ltima fuerza de orden en Oriente Pr¨®ximo. Ya se sobreexigi¨® en Afganist¨¢n e Irak y tiene por delante un recorte de gastos en el frente interno, de modo que est¨¢ en retirada y no hay otra potencia que lo reemplace.
Los antagonismos sectarios e ideol¨®gicos tambi¨¦n crean una rara oportunidad de cooperaci¨®n
La retirada es una de las maniobras militares m¨¢s peligrosas, porque puede f¨¢cilmente degenerar en una desbandada aterrorizada y ca¨®tica. Ante la inminente retirada de Estados Unidos y la OTAN de Afganist¨¢n, el riesgo de turbulencia en una regi¨®n que abarca desde el norte de ?frica hasta el Hindukush crecer¨¢ considerablemente en su extremo oriental.
Lo que nos ense?a hoy la prolongada crisis en Oriente Pr¨®ximo es que las potencias regionales est¨¢n tratando cada vez m¨¢s de sustituir a Estados Unidos en la funci¨®n de fuerza de orden. Pero esto tambi¨¦n contribuir¨¢ al caos, porque ninguna de ellas tiene poder suficiente para asumir el papel de Estados Unidos. Adem¨¢s, la divisi¨®n entre sun¨ªes y chi¨ªes suele llevar a pol¨ªticas contradictorias. Por ejemplo, Arabia Saud¨ª apoya a los militares contra los Hermanos Musulmanes en Egipto, pero en Siria apoya a los salafistas contra los militares, que a su vez reciben apoyo de los mayores enemigos de los saud¨ªes: el Ir¨¢n chi¨ª y su representante en el L¨ªbano, Hezbol¨¢.
Sin embargo, la lucha por el poder y los antagonismos sectarios e ideol¨®gicos que sacuden a<TH>la regi¨®n tambi¨¦n crean una oportunidad de cooperaci¨®n que en otros tiempos se pens¨® dif¨ªcilmente posible. Visto en esta perspectiva, tal vez ser¨ªa mucho m¨¢s significativo que Estados Unidos e Ir¨¢n entablen conversaciones sobre la cuesti¨®n nuclear tras la victoria de Hassan Rohan¨ª en la elecci¨®n presidencial iran¨ª.
Aunque en Egipto saldr¨¢ vencedora la contrarrevoluci¨®n militar, la revoluci¨®n islamista volver¨¢ tarde o temprano mientras no se hayan eliminado sus causas; y por el momento, casi no hay se?ales de avance en ese aspecto. As¨ª que cuando la revoluci¨®n islamista regrese, es probable que lo haga con m¨¢s fuerza y violencia.
En la historia europea puede apreciarse una din¨¢mica similar, particularmente en las revoluciones y contrarrevoluciones de los siglos XIX y XX. De hecho, Europa no termin¨® de superar la herencia de esa din¨¢mica hasta hace apenas dos d¨¦cadas. Y ahora parece repetirse, casi sin cambios, en Oriente Pr¨®ximo.
Joschka Fischer, exministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005, fue durante casi 20 a?os uno de los l¨ªderes del Partido Verde Alem¨¢n.
? Project Syndicate / Institute for Human Sciences, 2013.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
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