?Recuperaci¨®n o un nuevo modelo social?
Sobre la sociedad gravita la idea de que amplios sectores no podr¨¢n recuperar los niveles de vida anteriores ni un cierto grado de seguridad. Se lima el pesimismo, pero sin vislumbrar mejoras futuras
Las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas transmiten complacencia, se sienten art¨ªfices de que la peor fase de la crisis haya pasado y llegue ¡°la recuperaci¨®n¡±. La esterilizaci¨®n del lenguaje pol¨ªtico y econ¨®mico impide descifrar qu¨¦ significa esa palabra. ?Qu¨¦ hay tras ella? Que los agregados estad¨ªsticos globales salen de las cifras negativas. Pero eso no significa que el bienestar de las sociedades europeas, o la espa?ola, retorne al punto de partida. La econom¨ªa vuelve a crecer desde un nivel mucho m¨¢s bajo que el de hace cinco a?os despu¨¦s de la tremenda destrucci¨®n de tejido productivo y empleo. Mucho bienestar, muchas seguridades en las generaciones mayores de 50 a?os que sostienen los hogares, tal vez la integraci¨®n en el trabajo de la generaci¨®n joven, han quedado astillados. Todo toca fondo, y nuestras sociedades generan incluso en un ciclo bajo un nivel de actividad econ¨®mica del que es dif¨ªcil bajar, aunque pudiera pasar. Se toca ese nivel.
?C¨®mo entrev¨¦n los ciudadanos esta recuperaci¨®n? Espa?a ha vivido un periodo de tremendo pesimismo entre el oto?o de 2012 y la primavera de 2013. Hab¨ªa un placer morboso al valorar tenebrosamente la situaci¨®n del pa¨ªs, se lleg¨® a la unanimidad al considerarla mala o muy mala. Lo que hab¨ªa, y hay, tras ese morbo es amedrentamiento ante la espiral destructora de la crisis y lo que se adivina como un nuevo modelo social en el que empeoran la seguridad y condiciones del empleo, las retribuciones y la protecci¨®n social. Amplias capas sociales sienten que los equilibrios sociales se alteran en su contra y se saben m¨¢s d¨¦biles seg¨²n avanza la crisis y se entra en una recuperaci¨®n que no va a invertir esa tendencia.
Ahora, la valoraci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs es algo menos negativa que hace unos meses: el 91% la considera mala y el 2%, buena. Pero en abril, estos datos eran 95% y 0,4%, respectivamente; o sea, sigue siendo deprimente. La valoraci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica de los hogares ha mejorado algo, pero son m¨¢s los que declaran que su situaci¨®n es mala y dentro de seis meses lo seguir¨¢ siendo que los que afirman que es buena. Se ha estabilizado una visi¨®n pesimista del futuro econ¨®mico del pa¨ªs, algo m¨¢s de la mitad (51%) prev¨¦ que dentro de seis meses estar¨¢ igual que ahora, lo que no es mucho decir; un 10% piensa que estar¨¢ mejor, y un 37%, peor, aunque este ¨²ltimo fragmento disminuye desde el 45% en abril.
La opini¨®n p¨²blica cree que el Gobierno de Rajoy extiende la inseguridad a la mayor¨ªa social
Se lima el pesimismo, pero sin vislumbrar mejora en el futuro; m¨¢s bien se racionaliza una realidad adversa que se adivina otra m¨¢s positiva. La opini¨®n sobre la evoluci¨®n del desempleo es muy pesimista, el 52% piensa que crecer¨¢, aunque entre diciembre de 2012 y abril de 2013 se aproximaba al 60%. Quienes creen que habr¨¢ menos son un 22%. Tras estas opiniones est¨¢ la emigraci¨®n de los j¨®venes cualificados y el retorno de inmigrantes. Resumiendo, para los ciudadanos, empleados y consumidores, esta recuperaci¨®n de la que se habla desde la pol¨ªtica y las ¨¦lites econ¨®micas tiene algo de espectral.
La idea de cambio de modelo social se condensa en la transformaci¨®n de la percepci¨®n de seguridad en los ingresos y el empleo y en la contracci¨®n del consumo. La sociedad se ha escindido en dos mitades en los tres ¨²ltimos a?os. De una parte, quienes creen que sus ingresos pueden aumentar en los pr¨®ximos meses (un 5%-8%) y los que creen que se mantendr¨¢n, un 46%. Estos ¨²ltimos han descendido desde el 65% en la primavera de 2010 hasta el citado 46% en julio. Una ca¨ªda vertiginosa en tres a?os de la sensaci¨®n de seguridad econ¨®mica: un 20% de la poblaci¨®n ha sido arrastrado desde un horizonte de estabilidad en los ingresos hacia lo imprevisible o la reducci¨®n de ingresos, y eso afecta sobre todo a quienes sostienen los hogares, las generaciones de 35 a 65 a?os. La otra mitad est¨¢ compuesta por quienes creen que sus ingresos pueden bajar: un 27%, pero hace tres a?os eran menos del 15%; y los que no saben c¨®mo evolucionar¨¢n: un 25%, que en 2009 apenas sumaban el 10%. Planea la sombra del empobrecimiento o el retroceso en los niveles de vida sobre la mitad de la poblaci¨®n. La incertidumbre se ha instalado en el trabajo: en torno al 18% de los ocupados piensa que hay muchas o bastantes posibilidades de perder su empleo en los pr¨®ximos meses. Es obvio que esta inseguridad en las retribuciones y en el empleo va aparejada a un deterioro de las condiciones de trabajo.
Esta inquietud se ha trasladado al consumo. Quienes consideran que lo mejor es reducir el consumo del hogar han pasado del 40% en 2009 hasta el 47%. Quienes opinan que pueden mantenerlo descienden desde el 57% al 50%. Casi nadie cree que pueda aumentar el consumo de su hogar. La alergia a los productos financieros complicados y a compromisos a largo plazo como la compra de pisos o coches, es absoluta: el 79% y el 85%, respectivamente, piensan que es mal momento para contratarlos o comprarlos. Los 37 meses consecutivos de ca¨ªdas en el comercio minorista y el descenso de las ventas de pisos y coches son el resultado de esta contracci¨®n de perspectivas. La sociedad sabe que hay que desendeudarse y que no se pueden asumir riesgos. Es dif¨ªcil ver c¨®mo se va a reactivar el consumo interno en este ambiente.
Tampoco la oposici¨®n parece capaz de aunar competitividad y contrapesos sociales
En suma, lo que perciben los ciudadanos es un cambio en los patrones de acumulaci¨®n y distribuci¨®n de los recursos. Una econom¨ªa puede crecer de distintas maneras, pero esta recuperaci¨®n supone la estabilizaci¨®n de un nuevo modelo de crecimiento en el que las fuerzas sociales se distribuyen de manera m¨¢s desigual que hace cinco a?os en detrimento de la mayor¨ªa; tanto en el trabajo como en el consumo, en prestaciones sociales y en poder social. Sobre la sociedad espa?ola gravita la idea de que lo que est¨¢ resultando de la crisis va a impedir a amplios sectores sociales recuperar sus niveles de vida o mantener la corriente de movilidad social ascendente. La reforma laboral y un rescate orientado a la banca fueron eslabones para configurar esa visi¨®n y ahormar este modelo. Se acepta porque hay que amoldarse a ¨¦l, pero dominan sentimientos sombr¨ªos de desconfianza en la econom¨ªa del pa¨ªs, negativas expectativas sobre el empleo, inseguridad en los ingresos, restricci¨®n del consumo y escepticismo sobre la consistencia de los sectores econ¨®micos que podr¨ªan tirar del futuro del pa¨ªs.
A estas alturas cabe dudar de que Rajoy y su equipo entendieran por qu¨¦ ganaron las elecciones, qu¨¦ deseaban los ciudadanos y supieran qu¨¦ necesitaba el pa¨ªs. Lo que la opini¨®n p¨²blica percibe es que su periodo de gobierno est¨¢ abriendo paso a un modelo social que reduce niveles de vida, extiende la inseguridad a la mayor¨ªa, incrementa la desigualdad, bloquea el progreso de generaciones y no atina a definir una l¨ªnea de progreso del pa¨ªs. Desde luego, puede haber crecimiento con estas nuevas reglas si la econom¨ªa global tira (v¨ªa turismo o exportaci¨®n de autom¨®viles con costes salariales moderados y subvencionados), pero es dif¨ªcil que los votantes se lo agradezcan.
Tampoco la oposici¨®n, que nada parece haber aprendido de su gesti¨®n de la primera fase de la crisis, parece capaz de tejer un discurso cre¨ªble que muestre una idea de ¡°econom¨ªa social de mercado¡±, es decir, no solo suavizaci¨®n cosm¨¦tica al modelo que se impone, sino algo convincente que a¨²ne crecimiento y competitividad con contrapesos sociales que distribuyan el poder y los beneficios a amplias capas sociales, renovando las estructuras productivas, pol¨ªticas, administrativas y sindicales-empresariales del pa¨ªs.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Carlos III. Los datos proceden de Perspectivas del consumo de Millward Brown.
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