Propietarios
La corrupci¨®n no es solo dinero, es tambi¨¦n alterar la forma de las instituciones, da?ar su reputaci¨®n
La derecha m¨¢s reaccionaria siempre ha tenido una idea muy patrimonial del Estado. Siente que le pertenece, del mismo modo que piensa que el pa¨ªs es suyo. En este sentido adquiere car¨¢cter emblem¨¢tico el caso del presidente del Constitucional, P¨¦rez de los Cobos, una combinaci¨®n de la arrogancia del propietario y del sagrado esp¨ªritu de cuerpo. Solo el que se considera por encima de la instituci¨®n, como si de una finca propia se tratara, puede esconder informaci¨®n relevante para acceder a ella ¡ªla militancia en el PP, en este caso¡ª o anticipar en p¨²blico que sus colegas votaran en contra de las recusaciones de su persona. Un acto de chuler¨ªa y de falta de respeto a sus compa?eros impropio de quien tiene que gobernar una instituci¨®n clave. La ambici¨®n es leg¨ªtima, pero no justifica la ligereza en el acceso a las altas responsabilidades del Estado, ni la frivolidad en su manejo. La corrupci¨®n no es solo dinero, es tambi¨¦n alterar la forma de las instituciones, da?ar su reputaci¨®n, debilitarles con comportamientos irresponsables en beneficio propio.
Para P¨¦rez de los Cobos parece que todo vale con tal de conseguir su objetivo. Sus colegas le han salvado la papeleta rechazando las primeras recusaciones contra su persona. La vara de medir ha sido tan distinta en el caso de P¨¦rez de los Cobos y en el caso de P¨¦rez Tremps, que uno sospecha que el principal problema de este ¨²ltimo fue que no era de la familia. Pero dos magistrados han hecho p¨²blica su discrepancia. Lo cual significa que las recusaciones no eran infundadas. Vendr¨¢n m¨¢s, porque el historial de este presidente re¨²ne elementos abundantes para dudar de su imparcialidad. Y qui¨¦n sabe si alguno de estos casos puede acabar en Estrasburgo, con consecuencias nada prometedoras para el prestigio de la instituci¨®n. En consecuencia, tenemos a un Constitucional bajo sospecha en plena crisis del Estado, con el PP dispuesto, conforme a sus malas costumbres, a utilizarlo para que resuelva los problemas que el Gobierno no es capaz de afrontar pol¨ªticamente. La transferencia sistem¨¢tica de responsabilidades pol¨ªticas a los tribunales tambi¨¦n es una forma de degradaci¨®n del sistema democr¨¢tico.
El Constitucional est¨¢ bajo sospecha, en plena crisis del Estado, con el PP dispuesto a utilizarlo
Es f¨¢cil decir que la culpa del descr¨¦dito del Constitucional es de los partidos y sus pasteleos para elegir a los magistrados. Los procedimientos vigentes no son ejemplares. El PP fue especialmente p¨¦rfido en su uso, retrasando la renovaci¨®n del tribunal hasta asegurarse una mayor¨ªa favorable. Pero el pecado de origen no exculpa a los elegidos. Una vez nombrados, su independencia y su imparcialidad solo dependen de ellos y de su idea de la dignidad. Cuando un presidente esconde informaciones relevantes sobre la propia idoneidad, la desconfianza se impone. Y cuando, pese a ello, la mayor¨ªa hace bloque, le confirma y defiende su idoneidad, el Tribunal queda bajo sospecha. El Constitucional ser¨¢ protagonista destacado, y no para bien, de la actualidad pol¨ªtica de los pr¨®ximos tiempos. P¨¦rez de los Cobos ¡ªy el PP que le catapult¨® para utilizarlo en beneficio propio¡ª tendr¨¢n mucha culpa de ello. El r¨¦gimen pol¨ªtico est¨¢ gripado y, en vez de reformarlo, lo dejan pudrir.
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