Coreograf¨ªa de colores alemanes
Enfrentados en campa?a, nadie dir¨ªa que Merkel y Steinbr¨¹ck trabajaron en el mismo Gobierno. Aunque el socialdem¨®crata ha dicho que no quiere la gran coalici¨®n, tal vez se imponga de nuevo un ¡°pas de deux¡±
De pronto, lo vi ah¨ª, en la portada de la revista semanal de uno de los m¨¢s importantes peri¨®dicos alemanes: el dedo coraz¨®n levantado del principal adversario de Angela Merkel, un gesto que estremeci¨® a todos los medios de comunicaci¨®n. Los alemanes se conocen muy bien a s¨ª mismos, son gente decente y de orden, y alguien que aspira a ser canciller no hace algo as¨ª. Qu¨¦ horror, podr¨ªa ocurr¨ªrsele empezar a hac¨¦rselo al presidente ruso, si Putin se empe?a en que la orden de usar el gas venenoso no fue de El Asad.
Escribo este art¨ªculo en Menorca, donde resido parte del a?o, alejado de todo, pero, en medio de mis olivos, hay una antena parab¨®lica que me sit¨²a en Alemania en un segundo, y en las ¨²ltimas semanas he visto a pol¨ªticos alemanes en la pantalla bailando, con escasa soltura, en un ballet que nadie hab¨ªa coreografiado: entrevistas, encuestas de opini¨®n, sucesivos debates dirigidos por varias damas muy atildadas que emplean mano dura para mantener a las partes enfrentadas en torno a la mesa.
Primero estuvo el gran debate entre Merkel y Steinbr¨¹ck. En un Gobierno anterior, ¨¦l fue ministro de Finanzas de ella, pero ahora dice que, despu¨¦s de su salida, el Gobierno que continu¨® en el poder acab¨® causando cuatro a?os de estancamiento, y que Merkel agudiz¨® la crisis del euro por sus constantes cambios de rumbo. Es un hombre fornido, de aire muy capaz; mantiene un tono relativamente jovial, pero puede tener un punto agresivo.
Nadie pod¨ªa imaginar que esas dos personas hubieran trabajado codo con codo, a diario, durante cuatro a?os, para gobernar el pa¨ªs m¨¢s poderoso de Europa durante unos tiempos tan dif¨ªciles. Durante el debate, Merkel emple¨® una doble estrategia. No reaccion¨® con vehemencia en ning¨²n momento, sino que fue como si los ataques de ¨¦l chocaran una y otra vez con algo muy blando; seguramente, la calma y la imagen maternal de ella ayudaron. Al mismo tiempo, ella no dejaba de repetir su mantra de que en Alemania todo va muy bien, y, si se compara con Espa?a y Grecia, por supuesto, tiene raz¨®n, pero, para muchos alemanes de las capas inferiores de la sociedad, ese es su ¨²nico argumento.
Esta ¨²ltima semana, la baraja de las elecciones se ha reordenado: ?qui¨¦n va a gobernar con qui¨¦n?
Al principio de la campa?a, Steinbr¨¹ck dijo que no quer¨ªa volver a estar en ning¨²n Gobierno de ella, con lo que se coloc¨® en una situaci¨®n que no puede beneficiar a su partido, porque la CDU y el SPD est¨¢n demasiado alejados en las encuestas, y el electorado alem¨¢n parece ser partidario de una gran coalici¨®n. Est¨¢ por ver que su postura sea del agrado de sus colegas de partido.
Esta semana han ocurrido dos cosas que, de repente, hicieron perder el paso a los bailarines. En primer lugar, la CSU, el partido hermano del de Merkel, obtuvo la mayor¨ªa absoluta en las elecciones en Baviera, un land dentro del Gobierno federal que, como destac¨® con perspicacia EL PA?S, posee un peso econ¨®mico mayor que el PIB conjunto de los motores de la econom¨ªa espa?ola: Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Madrid. En esta ocasi¨®n no era ninguna encuesta, sino una votaci¨®n real, y el resultado fue malo no solo para el SPD, sino sobre todo para el FDP y los Verdes, que se han evaporado del Parlamento b¨¢varo. En ese mismo momento se reorden¨® la baraja. ?Qui¨¦n va a gobernar con qui¨¦n? El votante como core¨®grafo. Si el FDP (amarillo) no alcanza el 5% que se requiere a nivel nacional, todo indica que tendremos un pas de deux entre la CDU-CSU y el SPD, negros y rojos. Pero Steinbr¨¹ck ha dicho que no lo desea. ?Tendr¨¢ que aguantarse y ceder? Es dif¨ªcil. ?Su partido tendr¨¢ que apartarlo? ?Y enviarlo de vuelta al camerino, renqueante y con la soledad de una prima ballerina? ?O tal vez su partido, el rojo, unir¨¢ sus fuerzas con las del mucho m¨¢s rojo del elocuente e ingenioso Gysi, la estrella de todos esos debates, que quiz¨¢ sea muy popular personalmente, pero sobre el que todav¨ªa pende la sombra de la RDA comunista?
?Y d¨®nde est¨¢n los Verdes? Desaparecidos del escenario de Baviera, tras el tropez¨®n que les supuso su propuesta de establecer un d¨ªa sin carne a la semana, una idea tan dif¨ªcil de digerir como una enorme salchicha b¨¢vara y que encontr¨® una p¨¦sima acogida parte de un gran sector del electorado. Sin duda tuvo tambi¨¦n algo que ver en la derrota el arrebato de torpe optimismo sobre la naturaleza humana experimentado en los a?os ochenta por Trittin, l¨ªder del partido, que le empuj¨® a refrendar un panfleto en el que se ped¨ªa la despenalizaci¨®n de la pedofilia: una actitud que ha quedado obsoleta desde los esc¨¢ndalos descubiertos en el interior de la Iglesia cat¨®lica y que, dado que en pol¨ªtica no se olvida nunca nada, hoy sirve para dar argumentos a sus adversarios.
Durante el debate, Merkel no? reaccion¨® con vehemencia y fue como si los ataques de ¨¦l chocaran con algo blando?
?Qu¨¦ va a suceder ahora? Esta semana, Steinbr¨¹ck fue entrevistado en un informativo vespertino por Margareta Slomka, la dama de acero de la televisi¨®n alemana. ?A qu¨¦ hab¨ªa venido eso del dedo? Sus preguntas eran como pu?ales, lanzados con la ret¨®rica de alguien que tiene firme control de su v¨ªctima, mientras le observaba con sus ojos de color azul brillante, en una escena de una obra de Brecht. ?El dedo? Un gesto teatral sin importancia. ?Y la gran coalici¨®n? Aunque logr¨® mantener una calma perfecta, Steinbr¨¹ck eludi¨® la pregunta; se atuvo a lo que ya hab¨ªa dicho, pero de tal manera que los espectadores siguieron haci¨¦ndose preguntas y especulando, porque todav¨ªa hay que tener en cuenta el comod¨ªn que es el FDP, que en la coalici¨®n actual ha aportado al vicecanciller, el ministro de Asuntos Exteriores y otros responsables de diversos ministerios.
El a?o pasado, cuando el FDP corr¨ªa peligro de desaparecer del Parlamento regional de Sachsen-Anhalt, sus responsables, desesperados, pidieron el voto a los partidarios de la CDU. Lo ir¨®nico es que consiguieron los votos que buscaban, pero eso hizo que le faltaran a la CDU, de modo que salieron perdiendo ambos partidos. Ahora, es muy posible que el modesto FDP desaparezca del Parlamento nacional. Entre los partidos de la coalici¨®n de gobierno exist¨ªa poca armon¨ªa, y eso dificulta el baile. No obstante, sin el FDP, Merkel estar¨¢ a merced de ciertos deseos de su partido hermano en Baviera, como la propuesta de un peaje para extranjeros en las autopistas alemanas. Yo no puedo votar en mi pa¨ªs vecino, pero desde luego que estoy en contra de la idea. ?Solo para los extranjeros? ?De d¨®nde sacan esas ocurrencias? ?Tendremos una gran coalici¨®n, por fin?
En Holanda, el curso parlamentario acaba de empezar. Tenemos una situaci¨®n similar, una coalici¨®n de derechas e izquierdas. El nuevo monarca fue al parlamento y ley¨® su primer discurso como rey, un sombr¨ªo relato que le hab¨ªan escrito los pol¨ªticos. La coalici¨®n de Gobierno lleva un a?o en el poder. Los sondeos de opini¨®n entre los votantes de los dos partidos revelan que m¨¢s del 80% (en el caso de los laboristas, el 89%) no tiene nada bueno que decir sobre nuestros gobernantes. Si Berl¨ªn mira alguna vez a La Haya, podr¨ªa decirse despu¨¦s que Steinbr¨¹ck fue el verdadero clarividente.
Cees Nooteboom es escritor holand¨¦s.
Desaparecidos
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.