Una oportunidad para la diplomacia
El equilibrio de fuerzas en Siria hace posible una soluci¨®n negociada al conflicto
El acuerdo entre EE.UU. y Rusia para la destrucci¨®n del arsenal qu¨ªmico sirio deber¨ªa favorecer un renovado esfuerzo diplom¨¢tico hacia una resoluci¨®n pol¨ªtica del debacle sirio. Lavrov y Kerry han acordado redoblar los esfuerzos para convocar una conferencia de paz en Ginebra, que podr¨ªa tener lugar a mediados de noviembre. Pero para que 'Ginebra II' tenga ¨¦xito, es importante que sea un proceso inclusivo, es decir, que cuente con la participaci¨®n de Ir¨¢n, y que se prescinda de prerrequisitos como la dimisi¨®n de Asad.
El caso sirio presenta una mezcla explosiva de circunstancias que podr¨ªan tener reverberaciones regionales incalculables. Lo que comenz¨® como una guerra civil, con una fuerza centr¨ªfuga como para desestabilizar a varios pa¨ªses vecinos, se ha convertido en el escenario de rivalidades regionales. El conflicto ha exacerbado las tensiones sectarias en el L¨ªbano y en Irak, adem¨¢s de desestabilizar las fronteras con Turqu¨ªa e Israel. Jordania sufre la presi¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica derivada de la llegada de un gran n¨²mero de refugiados. Pero adem¨¢s, el involucramiento de actores regionales es cada vez m¨¢s patente, con Hezbol¨¢ e Ir¨¢n apoyando al r¨¦gimen y Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª y Catar canalizando armas y fondos a las diversas facciones de opositores.
EEUU y Europa han alentado la intervenci¨®n regional del llamado frente sun¨ª, a pesar de la radicalizaci¨®n sectaria y fragmentaci¨®n pol¨ªtica que est¨¢ causando. As¨ª, la guerra civil se ha convertido en una guerra por proxy que est¨¢ incrementando las probabilidades de una balcanizaci¨®n del pa¨ªs y aumentando la inestabilidad regional. Pero concebir el conflicto como una batalla sectaria es demasiado simplista; lo que est¨¢ en juego es la lucha por la hegemon¨ªa regional. Siria se ha convertido en el escenario de la rivalidad entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, que se vio intensificada tras la ca¨ªda del r¨¦gimen de Saddam Hussein en Irak en 2003. Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª y Catar, pese a no siempre compartir intereses, ven la ca¨ªda de Asad como un golpe importante a las ambiciones regionales de Ir¨¢n y una manera de contrarrestar su influencia en Irak.
No es solo un conflicto sectario: lo que est¨¢ en juego es la lucha por la hegemon¨ªa regional
Dado el potencial destructivo del embrollo y las ya m¨¢s de 100.000 muertes, la prioridad de la comunidad internacional deber¨ªa ser el cese de la violencia, y no temas secundarios como asegurar la credibilidad de EEUU o mandar se?ales a Ir¨¢n. La ¨²nica manera de conseguirlo es a trav¨¦s de una transici¨®n pol¨ªtica negociada. Para ello se tendr¨¢ que presionar a todas las partes, mucho m¨¢s de lo que se ha hecho hasta ahora, para que acuerden un alto el fuego, entren en negociaciones hacia una resoluci¨®n pol¨ªtica y recalibren sus expectativas en aras de un compromiso.
Dada la dependencia tanto del r¨¦gimen como de la oposici¨®n del apoyo externo, los actores internacionales deber¨ªan estar en posici¨®n de ejercer la suficiente presi¨®n hacia este objetivo. EEUU tendr¨¢ que instar a la oposici¨®n para que participe en el proceso y esto ser¨¢ m¨¢s probable si se minimiza el flujo de armas. Cuantas m¨¢s armas reciban los rebeldes menos proclives ser¨¢n a participar en negociaciones, m¨¢s se aferrar¨¢n a la esperanza de obtener una victoria y menos contemplar¨¢n un acuerdo de reparto de poder. Rusia deber¨¢ hacer lo propio con el r¨¦gimen.
Ni el r¨¦gimen sirio ni las varias facciones de la oposici¨®n son contrapartes ideales pero para frenar una guerra civil, por m¨¢s desagradable que sea, hay que negociar con todas las partes involucradas. Probablemente incluso sea necesario incluir a los representantes m¨¢s moderados de grupos armados como Jubhat al-Nusra. Adem¨¢s, no se puede pretender entrar en negociaciones con prerrequisitos. EEUU juzg¨® mal la distribuci¨®n de fuerza en el conflicto y se precipit¨® en declarar que Asad deber¨ªa dejar el poder, creyendo que ¨¦ste era d¨¦bil y caer¨ªa r¨¢pido. Ahora tendr¨¢ que admitir una negociaci¨®n con el r¨¦gimen. Finalmente, para que no sea un esfuerzo en balde, habr¨¢ que incluir a actores regionales clave ¡ªIr¨¢n y Arabia Saud¨ª¡ª en el proceso.
Cuantas m¨¢s armas reciban los rebeldes y ayudas el r¨¦gimen, menos proclives ser¨¢n a negociar
Cuanto m¨¢s se tarde en poner este proceso en marcha, mayor ser¨¢ el n¨²mero de muertos, as¨ª como la polarizaci¨®n y el distanciamiento entre las partes. El momento es oportuno. La distribuci¨®n de fuerzas es tal que se ha llegado a un impasse que impide que ninguna parte consiga una victoria decisiva y, por tanto, propicia el desarrollo de negociaciones hacia un alto el fuego. Ir¨¢n ha confirmado su apoyo a una conferencia de paz y a una resoluci¨®n pol¨ªtica, y su nuevo presidente Rouhani se deshace en gestos conciliadores tanto hacia EEUU como hacia los pa¨ªses del Golfo.
Pese al apoyo de Arabia Saud¨ª a elementos de la oposici¨®n y su animadversi¨®n hacia Ir¨¢n, el empoderamiento de yihadistas y fuerzas de los Hermanos Musulmanes sirios preocupan al r¨¦gimen, posiblemente aumentando su disposici¨®n hacia una soluci¨®n negociada. Existen antecedentes de un acercamiento entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, notablemente bajo Rafsanjani y Khatami a mediados de los noventa, cuando Rouhani, entonces secretario general del Consejo de Seguridad Nacional, negoci¨® la firma del primer acuerdo de seguridad entre los dos pa¨ªses. Tampoco ser¨ªa la primera vez que EEUU e Ir¨¢n colaborasen en la resoluci¨®n de problemas regionales. Ya lo hicieron en Afganist¨¢n en 2001 para instalar al primer gobierno postalib¨¢n, y en Bagdad en 2007 para intentar estabilizar la situaci¨®n en Irak.
La v¨ªa diplom¨¢tica necesariamente tendr¨¢ que incluir a actores indeseables y conllevar¨¢ compromisos inc¨®modos. Pero la alternativa pasa por seguir nutriendo un conflicto sin fin en el que ambas partes reciben cada vez m¨¢s dinero y apoyo de sus respectivos sponsors y se corre el peligro de un estallido regional. Es el momento de apostar por un mayor esfuerzo diplom¨¢tico.
Ana Echag¨¹e es investigadora senior en el programa de Oriente Pr¨®ximo y el Norte de ?frica en Fride.
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