Un asunto inquietante
Conviene prestar m¨¢s atenci¨®n a los casos de militares que no aceptan su neutralidad pol¨ªtica
El ministerio de Defensa ha anunciado la apertura de una ¡°informaci¨®n¡± acerca del teniente coronel Miguel Ayuso, que lleva un par de a?os vertiendo en p¨²blico opiniones contrarias a la Constituci¨®n, no reconoce al rey don Juan Carlos ¡ªel rey leg¨ªtimo, para ¨¦l, es el carlista ultraderechista Sixto de Borb¨®n¡ª y sigue la vieja fraseolog¨ªa de calificar de ¡°cruzada¡± a la Guerra Civil de 1936-1939 y de considerar ¡°legal¡± la represi¨®n practicada por la dictadura franquista. Lo cual no es ¨®bice para que el militar ¡ªtambi¨¦n profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Comillas¡ª se encuentre ahora en la fase de clasificaci¨®n para el ascenso al empleo de coronel; al tiempo que mantiene la cualidad de juez militar, es decir, de persona que administra justicia en nombre del Rey constitucional.
El departamento de Defensa solo ha reaccionado tras la publicaci¨®n de tales datos en este peri¨®dico. Y eso que no faltan episodios que, aun de distinto cariz, dan cuenta de algunos militares que se sienten autorizados para violar la neutralidad pol¨ªtica exigible a su ocupaci¨®n. En febrero pasado, el general de divisi¨®n Juan Antonio Chicharro, ex comandante general de la Infanter¨ªa de Marina, sugiri¨® una intervenci¨®n militar en caso de peligro de secesi¨®n en Catalu?a e hizo manifestaciones de este tenor: ¡°La patria es anterior y m¨¢s importante que la democracia¡±. Ese jefe militar se encontraba en la situaci¨®n de reserva cuando lanz¨® su proclama; no as¨ª el teniente general Jos¨¦ Mena, que en 2006 fue destituido como responsable de la Fuerza Terrestre del Ej¨¦rcito de Tierra tras amagar verbalmente con una intervenci¨®n, en caso de que el Estatuto de Catalu?a (entonces en tr¨¢mite) desbordara la Constituci¨®n.
Afortunadamente, la integraci¨®n de lo militar en la cultura democr¨¢tica es un hecho consolidado despu¨¦s de los tensos a?os de la Transici¨®n, salpicados de ruido de sables y rematados con la asonada del 23-F y otros proyectos golpistas. Los incidentes que vienen produci¨¦ndose desde entonces, aunque sean muy aislados, muestran la necesidad de prestar m¨¢s atenci¨®n a la persistencia de personas que cuestionan la Constituci¨®n en el estamento militar o de quienes en su seno, dici¨¦ndose servidores de la m¨¢xima ley, se erigen en int¨¦rpretes de la misma.
Se ha resaltado, con toda raz¨®n, la excelente prestaci¨®n de las Fuerzas Armadas espa?olas en las misiones en el exterior y su colaboraci¨®n con las de otras democracias avanzadas, en las cuales es inconcebible que los profesionales de la milicia difundan opiniones contrarias a sus respectivas Constituciones y sistemas democr¨¢ticos. La politizaci¨®n de los Ej¨¦rcitos ha sido una de las causas que en el pasado entorpecieron la relaci¨®n entre las Fuerzas Armadas espa?olas y la sociedad a la que sirven. Por eso hay que atajar con firmeza cualquier riesgo de que la relaci¨®n restablecida pueda cuartearse.
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