Un pa¨ªs hipotecado
Italia, de crisis en crisis, no puede permitirse mantener a Berlusconi en su engranaje pol¨ªtico
Durante los dos meses transcurridos desde que el Supremo confirmara inapelablemente su condena por fraude fiscal, Silvio Berlusconi ha multiplicado la presi¨®n sobre el Gobierno italiano para intentar evitar su ostracismo pol¨ªtico despu¨¦s de 20 a?os de omnipresencia. Finalmente ha retirado a sus cinco ministros del Gabinete de coalici¨®n con el centroizquierda de Enrico Letta y pedido elecciones anticipadas, con el f¨²til pretexto de la subida de un punto en el IVA.
El presidente Giorgio Napolitano, que tiene las competencias constitucionales, ha dicho que solo disolver¨¢ el Parlamento si no encuentra una mayor¨ªa alternativa que pueda apoyar un segundo Gobierno encabezado por Letta u otra figura pol¨ªtica, algo complicado pero quiz¨¢ posible. Todo con tal de no sucumbir a la inestabilidad permanente y de evitar nuevas elecciones anticipadas, reguladas por la misma caduca y disfuncional ley electoral y que, con tres partidos de parecida fuerza, podr¨ªan desembocar en la repetici¨®n del punto muerto de febrero. Berlusconi, irreductible a los 77 a?os, ha entrado ya en campa?a, recuperando el nombre de Forza Italia para su partido Pueblo de la Libertad.
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Que Napolitano consiga prolongar in extremis la vida del Parlamento no garantiza la eficacia de la vida pol¨ªtica italiana, sino tan solo respiraci¨®n asistida para un sistema incapaz de hacer frente a sus retos. Ning¨²n pa¨ªs de la Europa moderna ¡ªy menos la tercera econom¨ªa de la eurozona, en graves dificultades y con el presupuesto para 2014 empantanado¡ª puede vivir bajo el chantaje de un dirigente sin escr¨²pulos, atento sobre todo a la resoluci¨®n de sus problemas personales; y a quien su condici¨®n de potentado le permite mantener permanentemente embarrados los engranajes democr¨¢ticos, con la inestimable ayuda de una justicia tan laber¨ªntica como lenta.
En los pr¨®ximos d¨ªas, el Senado decidir¨¢ la expulsi¨®n de Berlusconi de su esca?o, y un tribunal de Mil¨¢n, la duraci¨®n de su inhabilitaci¨®n pol¨ªtica, en aplicaci¨®n de las leyes anticorrupci¨®n y la condena del Supremo. Las reglas del juego deben ser escrupulosamente respetadas. Con o sin elecciones anticipadas, Berlusconi no puede seguir manteniendo secuestrado el Gobierno de un pa¨ªs fundacional de la UE. Por m¨¢s que sea deseable evitar los efectos coyunturales de una nueva crisis en la maltrecha Italia, esta representar¨ªa al final un mal menor frente a la presencia continuada y decisoria de Berlusconi en su escenario pol¨ªtico.
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