Para entendernos por ah¨ª perfectamente
Como a los columnistas del dominical nos toca entregar las piezas dos semanas antes de su publicaci¨®n, rara vez debemos ocuparnos de los asuntos m¨¢s llamativos. Para cuando nuestros textos vean la luz, habr¨¢n ustedes le¨ªdo docenas de art¨ªculos al respecto y se habr¨¢ dicho cuanto cab¨ªa decir sobre ellos. Si a eso a?adimos los instant¨¢neos e incontables tuits planetarios, carece de sentido que ahora agregue yo una sola palabra sobre la infausta presentaci¨®n de la candidatura ol¨ªmpica de Madrid 2020, en Buenos Aires. Pero compr¨¦ndanme: soy madrile?o de Chamber¨ª y vivo cerca de la Plaza Mayor, y creo que mi conocimiento de la lengua inglesa me autoriza a emitir juicios sobre el dominio que de ella poseen los espa?oles ¡°importantes¡± que se atreven a hablarla: he vivido en Inglaterra y algo en los Estados Unidos, he traducido obras dif¨ªciles de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, he dado clases, conferencias, lecturas y entrevistas en ese idioma. Y precisamente por eso s¨¦ que hoy, y desde hace tiempo, ir por el mundo sin desenvolverse en ingl¨¦s es como caminar con una pierna, ver sin gafas cuando uno padece un mont¨®n de dioptr¨ªas o ¨Cm¨¢s ajustada la comparaci¨®n¨C mostrarse como un imb¨¦cil completo sin capacidad de intelecci¨®n ni entendimiento.
El ingl¨¦s es una lengua endiablada, y lo sabemos quienes llevamos toda la vida manej¨¢ndonos con ella, siempre de manera imperfecta: est¨¢ llena de excepciones a las reglas y de excepciones a las excepciones; la distancia entre la ortograf¨ªa y la fon¨¦tica es enorme; las construcciones sint¨¢cticas pocas veces son sencillas. Pero tambi¨¦n es cierto que el mundo est¨¢ lleno de gente extranjera que consigue expresarse en ella decentemente, incluidos futbolistas, por mencionar un gremio sin mucho motivo para aplicarse en su estudio. Y si hay futbolistas que la dominan, no hay excusa para que no lo hagan nuestros presidentes de Gobierno ni nuestros ministros, o la alcaldesa de Madrid y el presidente de nuestro Comit¨¦ Ol¨ªmpico, Alejandro Blanco, que se supone que llevan a?os viajando por ah¨ª, ¡°haciendo lobby¡± ¨Ccomo se dice en pseudoespa?ol ¨²ltimamente¨C y recabando votos para lograr algo dif¨ªcil, todo a cargo ¨Cen parte¨C de los contribuyentes. A Ana Botella, como a su marido, Aznar, hace tiempo que los enga?a alguien que les ha hecho creer que hablan y entienden el ingl¨¦s, cuando es un idioma apenas comprensible a sus o¨ªdos y estropajoso y casi ininteligible en sus bocas. Como el matrimonio parece soberbio, mujer y marido se han apresurado a creerse el enga?o, y a hacer el rid¨ªculo por tanto. Uno se pregunta en cu¨¢ntas m¨¢s cosas ¨Cde mayor importancia¨C son enga?ados los pol¨ªticos por sus infinitos consejeros aduladores, y c¨®mo es que aqu¨¦llos est¨¢n siempre dispuestos a tragarse las trolas que los halagan. ?Son todos tan jactanciosos y fatuos como parecen? Aparte de eso, hubo por lo visto un ¡°autor¡± del discursillo memorizado de Botella, un tal Burns, responsable de una empresa que ha cobrado no s¨¦ si uno o dos millones de euros por prestarle semejante pl¨¢tica y servicios similares. No se sab¨ªa si Botella estaba en la teletienda, soltando un anuncio de agencia de viajes o ¨Csu donairosa entonaci¨®n y su gesticulaci¨®n ¡°p¨ªcara¡± induc¨ªan a pensarlo¨C invitando a los miembros del COI a echar una cana al aire: ¡°Madrid is fun! A quaint romantic dinner in el Madrid de los Austrias! The magic of Madrid is real!¡± Todo pronunciado macarr¨®nicamente e incluso con los acentos cambiados: ¡°Friend-sh¨ªp¡±, dijo, como si fuera vocablo agudo ¡ El rubor arras¨® mis blancas mejillas.
Habr¨ªa bastado con escuchar a Blanco y a Botella, en cualquier lengua, para colegir que el proyecto Madrid 2020 estaba en manos de ineptos
Pero a¨²n m¨¢s sonrojante y grave fue el caso del se?or Blanco, adalid de nuestro proyecto. Se le oy¨® menos, pero lo suficiente. ¡°No listen the ask¡±, respondi¨® una vez, alegando que no hab¨ªa o¨ªdo una pregunta. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde lo vi en televisi¨®n: ¡°Bueno, hablamos ingl¨¦s como la mayor¨ªa de los espa?oles, pero vamos, le aseguro que lo bastante bien para entendernos por ah¨ª perfectamente¡±, algo as¨ª dijo, con suficiencia. Pues no. Les juro que alguien capaz de contestar ¡°No listen the ask¡± (pongamos ¡°Escuchar no lo cuestionar¡±, y soy ben¨¦volo con la equivalencia) no puede entenderse en ingl¨¦s con nadie, ni en lo m¨¢s elemental. Y ese se?or no es ¡°la mayor¨ªa de los espa?oles¡±, que ya tienen bastante con hablar su lengua, sino un individuo que lleva a?os pagado por el Estado ¨Cen parte¨C, efectuando una tarea para la que no es competente, y ¨¦l ha de ser el primero en saberlo.
Cuando pasaron al espa?ol tras la eliminaci¨®n de Madrid, no fue mejor la cosa. Veamos. Ese se?or Blanco declar¨® con pompa: ¡°La derrota supone tambi¨¦n una victoria¡± (???). Y no contento con la sandez y la contradicci¨®n en los t¨¦rminos, insisti¨®: ¡°Nos podr¨¢n derrotar, pero nunca seremos vencidos¡± (???). A Botella le gust¨® la imbecilidad o sinsentido, porque se apunt¨® de inmediato: ¡°Un proyecto lo podremos perder, pero nunca nos podr¨¢n derrotar¡± (???). Bueno, ya saben que en el PP todos son ecos de ecos. Otro d¨ªa volver¨¦ sobre las favelas, la asquerosa mugre y las ratas a la carrera ¡°in Plaza Mayor¡± e ¡°in el Madrid de los Austrias¡±, que la alcaldesa tuvo la desfachatez de vender como lugares ¡°rom¨¢nticos y relajantes¡±. Habr¨¢ habido otras razones de peso para que Madrid haya perdido, pero habr¨ªa bastado con escuchar a esos dos representantes, en cualquier lengua, para colegir que el proyecto estaba en manos de ineptos. ?C¨®mo se le iba a confiar a gente as¨ª la organizaci¨®n de unos Juegos? El pobre Pr¨ªncipe Felipe, ¨¦l s¨ª con su ingl¨¦s excelente, qued¨® sin duda barrido por los t¨®picos bochornosos, los balbuceos ininteligibles y las necedades.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.