Am¨¦rica invertebrada

Parafraseando a Ortega, bien cabe este t¨ªtulo para nuestra Am¨¦rica Latina, que cuanto m¨¢s proclama su integraci¨®n y m¨¢s organismos crea, menos parece ¡ªde verdad¡ª revertebrarse. Varias divisiones transversales van creando un entramado confuso de instituciones superpuestas, de or¨ªgenes circunstanciales, que no superan los particularismos nacionales.

Empecemos por la Unasur (Uni¨®n de Naciones Suramericanas), una construcci¨®n pol¨ªtica en la que se deja fuera a M¨¦xico y Am¨¦rica Central. El ya m¨¢s que centenario concepto de ¡°Am¨¦rica Latina¡± se abandon¨® de un plumazo en nombre de una identidad sudamericana inexistente. ?Cu¨¢l es el valor cultural o pol¨ªtico que separa a M¨¦xico de Colombia o Argentina? ?Es m¨¢s cercana a esa identidad Surinam, que se ha incorporado a la Unasur? Cuando hablamos de la cultura hisp¨¢nica, frente a la americana anglosajona en el norte, ?leemos autores rioplatenses o a Carlos Fuentes o a Octavio Paz? Se invoca su TLC con Estados Unidos, como si no tuvieran esos tratados de liberalizaci¨®n comercial pa¨ªses como Chile y Colombia.

La Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe?os) fue pensada para integrar a toda la comunidad latinoamericana. Aqu¨ª s¨ª entran M¨¦xico y todo el Caribe, desde Cuba a Barbados. Son 33 pa¨ªses sin identidad cultural clara y que simplemente procuran constituir una especie de OEA (Organizaci¨®n de Estados Americanos), pero sin Estados Unidos.

Viejas estructuras sobreviven al mismo tiempo. La Aladi (Alianza Latinoamericana de Integraci¨®n), se imagin¨® en su ¨¦poca ¡ª1960¡ª como un proyecto amplio de liberalizaci¨®n comercial. Fue construyendo un interesante tejido jur¨ªdico hasta que la velocidad del m¨¢s lento le fue quitando revoluciones.

Esas instituciones superpuestas,
de or¨ªgenes circunstanciales,
no superan los particularismos nacionales

Por otro lado, desde 1975, el Sela (Sistema Econ¨®mico Latinoamericano y del Caribe) intenta coordinar las pol¨ªticas econ¨®micas de 28 pa¨ªses, con resultados acad¨¦micamente interesantes, pero pol¨ªticamente irrelevantes.

Por cierto, no pueden olvidarse los intentos regionales. El Mercosur (Mercado Com¨²n del Sur) naci¨® en 1991 con un enorme impulso pol¨ªtico, emanado de la restauraci¨®n democr¨¢tica de la regi¨®n: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay comenzaron un vigoroso proceso de liberalizaci¨®n comercial, sobre la idea de un regionalismo abierto, que generara una econom¨ªa de escala para competir internacionalmente. Los primeros ocho a?os fueron estimulantes, hasta que la inesperada devaluaci¨®n brasile?a de 1999, que desacomod¨® a los socios, puso en evidencia la asimetr¨ªa del intento, con un Brasil que es el 75% del PIB regional. Desde entonces, el proceso ha seguido un camino pedregoso. ?ltimamente, se lleg¨® a suspender temporalmente a Paraguay, de modo arbitrario e irregular, y de igual modo se incorpor¨® a Venezuela, que es m¨¢s un obst¨¢culo que un aporte por las caracter¨ªsticas estatales de su comercio y su discurso radical en pol¨ªtica exterior. Entre otros conflictos, Brasil ha formulado severos reclamos a Argentina, cuyas importaciones son discrecionalmente manejadas por un solitario zar que dispone qu¨¦ mercader¨ªa entra.

Desde 1969 est¨¢ tambi¨¦n la Comunidad Andina de Naciones, que no integra Chile ¡ªnada menos¡ª y que no registra sinton¨ªa entre sus miembros. Lo m¨¢s rescatable de esa regi¨®n es la Corporaci¨®n Andina de Fomento, un banco muy din¨¢mico, que ha ampliado su radio de acci¨®n, tiene incluso socios extracontinentales y financia con eficacia proyectos de desarrollo.

Recientemente, al amparo de nuevas realidades pol¨ªticas, nos encontramos con el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Am¨¦rica), que, impulsada por Ch¨¢vez desde Venezuela, ha reunido a los Gobiernos populistas de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, San Vicente, Antigua y Barbuda, adem¨¢s del comunismo mon¨¢rquico de Cuba, conducido desde 1959 por la familia Castro.

El ALBA re¨²ne a los Gobiernos populistas
y al comunismo mon¨¢rquico de Cuba

En otro orden y con otro signo, irrumpe con fuerte impacto la Alianza del Pac¨ªfico: M¨¦xico, Colombia, Per¨² y Chile, y ¡ªen v¨ªas de incorporarse¡ª Costa Rica y Panam¨¢. Son pa¨ªses que tienen tratados de libre comercio con EE UU y ostentan econom¨ªas din¨¢micas. Estos d¨ªas, durante las sesiones de la Asamblea de Naciones Unidas, sus presidentes reunieron a 250 empresarios, entusiasmados con el impulso de un proyecto que mira hacia el Pac¨ªfico, motor de la econom¨ªa mundial. Esta Alianza representa el 33% de la poblaci¨®n latinoamericana, el 34% de su PIB, pero el 53% de su exportaci¨®n, lo que mide su nivel de apertura. Sus acuerdos han sido muy pragm¨¢ticos y por lo mismo han merecido cuestionamientos de los pa¨ªses del Alba, especialmente Ecuador, vecino de todos ellos.

En la distancia, los miembros del Mercosur rumian su preocupaci¨®n. Brasil es el l¨ªder natural del grupo y, pese a su peso espec¨ªfico, no muestra hoy la din¨¢mica econ¨®mica esperada. Adem¨¢s, da la impresi¨®n de que no logra disciplinar a Argentina ni armonizar la ret¨®rica venezolana.

Populismo o democracia, econom¨ªas abiertas o cerradas¡­ Despu¨¦s de ocho a?os de bonanza internacional, con precios elevados de exportaci¨®n e intereses bajos, persisten los viejos dilemas. A los que ahora le agregamos una nueva y profunda grieta entre Atl¨¢ntico y Pac¨ªfico. ?El tiempo la cerrar¨¢ o la ir¨¢ ahondando?

Julio Mar¨ªa Sanguinetti, abogado y periodista, fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).