Merkel, canciller tambi¨¦n en casa
Joachim Sauer bromea con el poder de su esposa pero se niega a hablar de ella La jefa del Gobierno dio las gracias a su esposo tras las ¨²ltimas elecciones ¡°por lo que tiene que aguantar¡±
Que al profesor Joachim Sauer le incomoda verse confundido con herr Merkel es cosa tan sabida como la pasi¨®n por la monta?a que disfruta con su esposa Angela Merkel. El matrimonio ha compartido algunos largos paseos por el Tirol italiano con el c¨¦lebre alpinista Reinhold Messner, que estos d¨ªas revel¨® a la Vanity Fair italiana un secreto de las cumbres: cuando bromea, a Sauer le gusta tratar a su esposa de canciller o incluso de se?ora canciller. Ella casi nunca se refiere en p¨²blico a su marido.
Merkel rompi¨® esa costumbre cuando compareci¨® ante sus simpatizantes en la tarde electoral del d¨ªa 22, animada quiz¨¢ por otra situaci¨®n an¨®mala: en ese momento del escrutinio, sus democristianos parec¨ªan tener la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento, cosa nunca vista desde tiempos de Konrad Adenauer. Entre coros de ¡°Angie, Angie¡±, la jefa del Gobierno alem¨¢n dio las gracias al partido, a sus colaboradores y, gran novedad, tambi¨¦n a su ¡°marido, que est¨¢ ah¨ª al margen, por todo lo que tiene que aguantar¡±. Sabiendo que copaba decenas de millones de pantallas televisivas, el catedr¨¢tico sonri¨® con azoro. A sus 64 a?os est¨¢ m¨¢s que acostumbrado a hablar en p¨²blico ante sus estudiantes de Qu¨ªmica Cu¨¢ntica en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn. Pero reh¨²ye los focos.
El recato espont¨¢neo del profesor Sauer se convirti¨® en el leitmotiv de la tarde para Merkel, preocupada de que su arrolladora victoria, al final sin mayor¨ªa absoluta, se celebrara como una goleada. Tras hablar de ¡°responsabilidad y prudencia¡±, Merkel le arrebat¨® un bander¨ªn con los colores alemanes al secretario general de la CDU, Hermann Gr?he, junto a ella en el escenario. Con gesto severo pidi¨® a sus acompa?antes que evitaran ese tipo de ostentaciones futboleras en su victoria. Sauer se hab¨ªa retirado del escenario.
Acababa de llegar la Universidad de Berkeley, en California, donde imparti¨® clases durante cinco semanas. Sauer es una autoridad en su campo desde tiempos de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Tiene dos hijos de un matrimonio previo, Daniel y Adrian, ambos nacidos antes de 1975. Tambi¨¦n dos nietos. Merkel no tiene ninguno, aunque la nacida Angela Kasner estuvo casada con el tambi¨¦n estudiante de Fisica Ulrich Merkel, hasta 1982. Gerd Langguth, ilustre bi¨®grafo de Merkel reci¨¦n fallecido, no descartaba que el final de los matrimonios previos de Merkel y Sauer se viera precipitado por su encuentro, a principios de los 80, en la Academia de las Ciencias de la extinta RDA. La pareja no se cas¨® hasta 1998, despu¨¦s de a?os de convivencia y cuando ella ya era secretaria general de la Uni¨®n dem¨®crata Cristiana.
Entre sus estudiantes del centro de Berlin-Adlershof, Sauer cuenta como un profesor riguroso y concentrado. No le gusta que le hablen de su esposa en la Universidad ni en la calle. Ha charlado con el Papa, ha pateado Berl¨ªn con Michelle Obama y ha asado chuletas en la barbacoa de George W. Bush. Su esposa es ¡°la mujer m¨¢s poderosa del mundo¡±, seg¨²n las c¨¦lebres listas de la revista Forbes. Cuando le preguntaron hace poco ¡°consulta a su marido¡± cuestiones pol¨ªticas, Merkel puso una sonrisa de guasa: ¡°A veces dice cosas por iniciativa propia¡±. La revista Bunte le dedic¨® un colorido reportaje donde se asegura que tiene ¡°el Premio Nobel peligrosamente cerca¡±. A lo mejor entonces accede a dar alguna entrevista o a hablar un poco con los medios, que ahora evita como la peste.
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