Dagu: versi¨®n afari del cl¨¢sico radio macuto... usada de forma muy seria
Por Faith Schwieker-Miyandazi y Ken Hagiwara (adaptaci¨®n de Fernando G. Calero, M¨¦dicos Sin Fronteras)
En ?frica, como en todos los lugares del mundo, las formas de comunicaci¨®n tradicionales han ido evolucionando a lo largo de la historia. Antiguamente, en las bodas, funerales y nacimientos, as¨ª como en los rituales en los que se pon¨ªa nombre a los beb¨¦s y en las celebraciones relacionadas con las cosechas, se hac¨ªan retumbar los tambores, se emit¨ªan se?ales de humo para pasar mensajes y se hac¨ªan sonar cuernos de animales para festejar el momento. Sin embargo, con el paso del tiempo, estos medios han ido evolucionando y han salido a escena otras formas de intercambiar informaci¨®n. Hace un par de meses, nuestro viejo amigo Steve nos contaba su reciente encuentro con un Masai Moran, que, ataviado con su vestimenta tradicional, cuidaba de su ganado en uno de los remotos bosques de las tierras altas del Ngorongoro. Y qu¨¦ tiene esto de extra?o, os preguntar¨¦is. Pues a decir verdad, hasta este punto del relato, todo podr¨ªa considerarse bastante normal, pero lo que a Steve le choc¨® sobremanera fue el comprobar c¨®mo aquel pastor llevaba a cabo su ancestral labor mientras hablaba por tel¨¦fono m¨®vil con alg¨²n conocido suyo. ¡°?All¨ª arriba! ?En las monta?as!... ?Y era un pastor masai!¡±, nos explicaba mientras agitaba los brazos.
Los ni?os son atendidos en una cl¨ªnica m¨®vil de M¨¦dicos Sin Fronteras que diariamente recorre la regi¨®n de Teru. La desnutrici¨®n y las infecciones respiratorias son las enfermedades m¨¢s comunes entre los ni?os. Para llegar hasta aqu¨ª han tenido que caminar muchas horas. / Todas las fotograf¨ªas de Juan Carlos Tomasi
La an¨¦cdota que Steve nos contaba sorprendido, y que hasta hace apenas una d¨¦cada habr¨ªa sido del todo impensable, est¨¢ convirti¨¦ndose en una realidad completamente integrada en la realidad de las comunidades Massai. Es m¨¢s, hoy en d¨ªa este ser¨ªa un hecho que podr¨ªa declararse como bastante superado, pues lo habitual ahora mismo es que en redes sociales como Twitter nos encontremos con diversas entradas escritas desde cualquier lugar del mundo, incluso desde las zonas m¨¢s rurales de ?frica. Echando un vistazo ahora mismo a la pantalla de Achol, un amigo sur sudan¨¦s que tiene apenas 15 a?os, vemos como un jefe Luo de la provincia de Nyanza, en Kenia, presume a trav¨¦s de la red social de su boda en segundas nupcias con una belleza de la aldea, al tiempo que un l¨ªder de un clan somal¨ª de Lower Jubba informa a sus seguidores sobre la graduaci¨®n de su hijo por la Universidad de Gales, o que millones de personas de toda ?frica env¨ªan sus mejores deseos para la pronta recuperaci¨®n de Madiba en Sud¨¢frica. Algunos dicen que la globalizaci¨®n nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª; otros piensan que era s¨®lo cuesti¨®n de tiempo el que esa misma evoluci¨®n nos acabara atrapando. Sea como fuere, lo cierto es que la tecnolog¨ªa ha potenciado el intercambio de informaci¨®n tanto en el tiempo como en el espacio, y eso es algo que se puede extrapolar a casi todos los lugares del mundo... a casi todos, pero no a todos.
Hassan, uno de los nietos de Eisa Wasaitu comparte la comida con su hermano peque?o cuando la reciben de organizaciones humanitarias. Ha perdido a tres hermanos. No se separa de ella. Vienen de muy lejos.
Existen a¨²n en el planeta algunos reductos que se resisten al cambio y Afar, en Etiop¨ªa, es uno de esos lugares que se salen de la norma. All¨ª la falta de medios populares como la radio, la televisi¨®n e Internet, relativamente frecuentes en muchos entornos africanos, no ha impedido que la comunicaci¨®n se siga llevando a cabo. En las profundidades de esta regi¨®n del noreste de Etiop¨ªa, donde el desierto de Danakil se asegura de que las tormentas de arena sean la norma en la estaci¨®n c¨¢lida y seca y donde los r¨ªos se desbordan aneg¨¢ndolo todo durante la estaci¨®n de lluvias, la gente ide¨® una forma de comunicarse a la que llamaron dagu. El dagu es un sistema de intercambiar informaci¨®n fomentado por la singularidad del entorno. Surge de la necesidad de comunicarse en una zona donde las condiciones de vida y clim¨¢ticas son especialmente duras y en donde existe una elevada movilidad de la poblaci¨®n debido a su estilo de vida n¨®mada. A todas estas circunstancias, hay que unirle los singulares m¨¦todos administrativos comunales y cl¨¢nicos por los que se rigen los afari y la necesidad de transmitir la sabidur¨ªa de unos a otros en un entorno particularmente dif¨ªcil para las comunicaciones que dependen de la tecnolog¨ªa.
En la zona rural de Afar, una comunicaci¨®n transmitida a tiempo puede llegar a marcar la diferencia entre la vida y la muerte para sus habitantes y para su ganado. Por ejemplo, si una tormenta se dirige hacia un lugar en el que grandes grupos de pastores est¨¢n apacentando a su ganado, y el mensaje que se utilizara para transmitir la alerta llegara tarde o incompleto, muchas vidas correr¨ªan peligro, pues all¨ª los r¨ªos crecen r¨¢pidamente y cuando esto ocurre muchas personas corren el riesgo de quedar atrapadas.
Adem¨¢s, para las personas que visitan Afar o para aquellas que llegan por primera vez a la regi¨®n, la informaci¨®n sobre bodas, nacimientos o fallecimientos puede llegar a ser vital para evitar los riesgos que supone el estar presentes en un lugar donde puede producirse una amenaza de seguridad, como por ejemplo el ataque de un clan a otro. As¨ª que, para organizaciones como M¨¦dicos Sin Fronteras, para la cual trabajamos, tambi¨¦n resulta indispensable estar enganchado al dagu.
En este v¨ªdeo de M¨¦dicos Sin Fronteras se muestra de manera bastante esclarecedora lo dura que puede llegar a ser la vida en esta regi¨®n:
Si un clan descontento quiere dar a conocer su enojo a otro clan, cercano o lejano, utilizar¨¢ el dagu a trav¨¦s de su l¨ªder. ?l (utilizamos ¡®¨¦l¡¯ a prop¨®sito, pues los afaris son un pueblo especialmente patriarcal en el que la mayor¨ªa de personas que ocupan puestos de liderazgo son varones), hablar¨¢ con una persona, un miembro influyente de la comunidad por su propio derecho en el clan, que a su vez hablar¨¢ con otro, y ¨¦stos con otros hasta que el mensaje llegue al clan en cuesti¨®n al que se quiere transmitir el mensaje. El portador de la informaci¨®n determina el peso de la misma, de acuerdo a la importancia espec¨ªfica que tenga el destinatario del mensaje. Si el portador de la informaci¨®n es una persona reconocida (seg¨²n el clan receptor) y la informaci¨®n que intercambia con ellos es ¡°v¨¢lida¡±, entonces la informaci¨®n se manejar¨¢ de forma r¨¢pida y cautelosa, teniendo siempre presente su magnitud. A veces la informaci¨®n que llega a un clan, un grupo, una persona o una entidad en la comunidad podr¨ªa considerarse un mero rumor. Sin embargo, incluso los rumores encierran alguna verdad entre los afaris... y por lo tanto una falta de reacci¨®n se entender¨¢ como una confirmaci¨®n del rumor.
Independientemente de su uso, la informaci¨®n que llega a trav¨¦s del dagu es transmitida de forma din¨¢mica dentro de un marco de mecanismos invisibles, que permiten que quienes la reciben reaccionen, respondan y afronten la cuesti¨®n a tiempo y en consecuencia con su contenido para impedir males mayores. Los mecanismos de respuesta en las zonas remotas de la regi¨®n de Afar comprenden tres aspectos importantes: legislativos, tradicionales y religiosos. En cualquier caso, siempre debe tomarse una decisi¨®n ¡°sabia¡±. ?Y qu¨¦ tiene que tener una decisi¨®n para que se considere ¡°sabia¡±? Pues ha de ser una decisi¨®n que consiga equilibrar las leyes et¨ªopes (las leyes del pa¨ªs), las reglas que marcan las tradiciones afaris (un conjunto de normas definidas y aceptadas por la comunidad) y la sharia isl¨¢mica (los afaris son predominantemente musulmanes). Y por supuesto, la decisi¨®n que se adopte debe ser lo bastante convincente como para ser aceptada por todas las partes implicadas como la mejor soluci¨®n.
El Gobierno et¨ªope est¨¢ desarrollando un plan para abastecer de agua potable a ciudades de nueva construcci¨®n. De esta manera reasienta a parte de la poblaci¨®n n¨®mada que habita en Afar.
Por ejemplo, si una pelea entre varias personas resulta en la muerte de una de ellas, seg¨²n la ley del pa¨ªs el asesino debe ser entregado a la polic¨ªa. Aunque con esta acci¨®n podr¨ªa considerarse que ya se est¨¢n acatando las normas, puede que en realidad este hecho no sea tan importante para los afari, ya que de quedarse simplemente en esta parte del proceso, la comunidad no se sentir¨ªa implicada en el mismo. Por consiguiente, para impedir que la familia de la persona fallecida tome represalias, hay que adoptar soluciones religiosas y/o tradicionales, reconocidas por la comunidad. Si la pelea fue por motivos religiosos, entonces deber¨¢ intervenir un juez musulm¨¢n (Qadi) o l¨ªder religioso. Si las personas implicadas pertenecen a clanes diferentes, entonces los dos clanes deben encontrar una soluci¨®n conforme a las normas tradicionales. Las soluciones pueden incluir arreglos como la entrega de un n¨²mero determinado de vacas, camellos o ambas cosas, o el reasentamiento en otro lugar de las familias de los implicados para separarlas hasta que se tome una soluci¨®n amistosa. Si una cuesti¨®n necesita mediaci¨®n, deben implicarse mediadores reconocidos. Los mediadores podr¨ªan ser los ancianos de la comunidad, l¨ªderes religiosos (como el Imam), autoridades locales o personas influyentes (miembros de la comunidad ricos o filantr¨®picos) reconocidas por la comunidad. Un afari nos dijo que si no se encontraba una soluci¨®n amistosa, entonces es cuando la muerte del miembro del clan ten¨ªa que vengarse. Hasta entonces, el cad¨¢ver deber¨¢ mantenerse en posici¨®n vertical, lo que explica la presencia de ¡°tumbas verticales¡± en la regi¨®n.
En esta parte de Etiop¨ªa se calcula que hay tres m¨¦dicos para cada cien mil personas. Ahora solo funcionan cl¨ªnicas m¨®viles de MSF que recorren la regi¨®n diariamente.
Sea cual sea el fin para el que se utilice el dagu, se rige, inter alia, de acuerdo con las siguientes normas: 1) cualquiera puede transmitir informaci¨®n, pero deben utilizarse los canales adecuados, 2) la manipulaci¨®n de la informaci¨®n est¨¢ estrictamente prohibida pues siempre se consigue encontrar la fuente de la misma y los manipuladores deber¨¢n ser castigados y expulsados de la comunidad y 3) la informaci¨®n transmitida mediante el dagu debe ser beneficiosa para la comunidad.
Por muy invisible e informal que sea el dagu, incumplirlo puede provocar terribles disputas. En realidad, la tecnolog¨ªa moderna tiene sus ventajas; el poco tiempo que se tarda en comunicar informaciones complejas, la magnitud y la variedad de p¨²blicos en todo el mundo que pueden alcanzarse de forma simult¨¢nea, etc. Sin embargo, no tenemos que olvidar que los problemas que comporta la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n son tambi¨¦n numerosos... adem¨¢s del hecho de que en ocasiones y lugares, esta tecnolog¨ªa puede llegar a no funcionar en absoluto. No hay que olvidar que no todas las zonas tienen cobertura de internet y que algunos lugares incluso tienen un limitado acceso a las ondas de TV o radio, mientras que a veces, de hecho casi siempre, la energ¨ªa necesaria para que funcionen aparatos electr¨®nicos no est¨¢ siempre disponible en las zonas rurales. Puede que el dagu no sea perfecto, ya que la informaci¨®n puede perderse o malinterpretarse por el camino e incluso a veces desaparecer por completo, pero no podemos negar que se trata de un medio de comunicaci¨®n perfectamente funcional.
Por cierto, si no lo has le¨ªdo a¨²n y tienes curiosidad por conocer con mayor profundidad c¨®mo es la vida en Afar, te recomiendo que eches un vistazo aqu¨ª al excelente reportaje que public¨® El Pa¨ªs Semanal hace algunos d¨ªas.
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