No tiene por qu¨¦ ser as¨ª
El Frente Nacional, y los grupos similares en casi toda Europa, ya no son vistos como extremistas, sino como alternativas pol¨ªticas
El ascenso del Frente Nacional en Francia, que, seg¨²n los sondeos, puede llegar a un 24% en las pr¨®ximas elecciones europeas, no responde a un movimiento electoral inevitable, provocado por el paro y el miedo a la inseguridad econ¨®mica, sino, como demuestra la Historia, a errores de c¨¢lculo de los grandes partidos. Si ese resultado se llega a materializar, ser¨¢ m¨¢s consecuencia de decisiones adoptadas en aras de lo que se llama ¡°pragmatismo¡± que de un pretendido tsunami popular. El cumplimiento de esos objetivos de eficacia pol¨ªtica, tan indiscutidos hoy como lo fueron el siglo pasado las doctrinas de apaciguamiento de las organizaciones autoritarias, tendr¨¢, sin duda, el mismo resultado que tuvo entonces: el peligroso debilitamiento de la democracia.
Los dirigentes que aceptan recortar los derechos civiles, los portavoces que comparten el lenguaje autoritario de los extremistas, los grupos sociales que se limitan a realizar d¨¦biles intentos en defensa de la democracia, ser¨¢n los responsables de que esos extremistas lleguen un d¨ªa a ocupar extensas ¨¢reas de poder. Dir¨¢n que la culpa la tuvieron los cada vez m¨¢s furiosos parados o la atemorizada clase media, como ahora acusan a los ciudadanos de haber provocado el hundimiento de los mercados financieros con su consumo descontrolado. Pero la responsabilidad ser¨¢ de quienes, siendo pol¨ªticos dem¨®cratas, una vez m¨¢s, han ca¨ªdo, y nos habr¨¢n hecho caer a todos, en la peor de las trampas: hablar de los temas, de la agenda y de los intereses de quienes no lo son.
El Frente Nacional, y los grupos similares que est¨¢n creciendo en casi toda Europa, ya no son vistos como extremistas, sino como alternativas pol¨ªticas. Y eso ocurre porque ¡°los grupos mayoritarios se han empe?ado en hacerles el juego hablando de sus temas preferidos: inmigraci¨®n, seguridad, delincuencia¡±, como explicaba hace pocos d¨ªas en este diario Miguel Mora, corresponsal en Par¨ªs.
?Por qu¨¦ aceptamos que el debate sobre inmigraci¨®n ocupe un lugar predominante en el contexto de la crisis europea? Los inmigrantes no tienen nada que ver con ello. Da igual que millones de franceses lo puedan creer. No es verdad. Millones de alemanes llegaron a creer que los jud¨ªos eran responsables de la crisis de los a?os veinte y treinta. Tambi¨¦n entonces se les denunciaba como grupos de costumbres distintas y ropas grasientas. Tambi¨¦n a ellos se les atribu¨ªa todo tipo de delitos. ?Qu¨¦ ten¨ªan que ver con la crisis de los a?os treinta? Absolutamente nada. ?Qu¨¦ tienen que ver los rumanos, los marroqu¨ªes o los cameruneses con el estancamiento econ¨®mico de Europa? ?Con los millones de parados espa?oles, griegos o franceses? Absolutamente nada.
Los inmigrantes no tienen nada que ver con la crisis econ¨®mica. Pero millones de europeos lo creen as¨ª
Aceptamos hablar de leyes contra la inmigraci¨®n, como si eso aportara alguna soluci¨®n, y nos creemos que eso es pragmatismo pol¨ªtico. Dejamos que se borre la frontera entre emigrantes y refugiados y ya no creemos que existan causas pol¨ªticas y cuando vemos a un extranjero pensamos que es, sin duda, un inmigrante y ya jam¨¢s se nos pasa por la cabeza que pueda ser un exiliado. Y mientras nos distraemos con esas cosas, el dinero atraviesa fronteras y se guarece en para¨ªsos fiscales, y los pol¨ªticos hacen como si ese tr¨¢fico no tuviera nada que ver con la crisis y, esperando tranquilizar a sus votantes y justificando de paso a los extremistas, tratan a los gitanos de Transilvania como si fueran ellos quienes amenazan nuestros puestos de trabajo y nuestros ahorros.
Nadie pretende negar que hay bandas organizadas de ladrones rumanos o b¨²lgaros. Los vemos en nuestras calles. Son molestas y peligrosas. Tanto como las bandas de ladrones brit¨¢nicos o espa?oles. De lo que se trata es de qu¨¦ ley se aplica a cada una. ?Qu¨¦ manera es esta de respetar el principio b¨¢sico de la democracia de que todos somos iguales ante la ley, si se crean leyes distintas, seg¨²n las castas o etnias? ?Iguales ante la ley? S¨ª, pero de leyes distintas seg¨²n el pasaporte de cada cual.
Quieren que olvidemos lo que aprendimos. No es una conspiraci¨®n; es algo m¨¢s peligroso, una necesidad derivada del pragmatismo. Pero si olvidamos, no dejaremos testimonio de que pudo haber sido de otra manera.
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