Un 12-O diferente
La ausencia del Rey y los actos de Barcelona marcan la fiesta de la Hispanidad
El 12 de octubre, D¨ªa de la Hispanidad, es la fecha en que tradicionalmente la Corona, las Fuerzas Armadas y la ciudadan¨ªa se encuentran para celebrar la Fiesta Nacional. Este a?o, sin embargo, la celebraci¨®n ha sido algo diferente por dos hechos que han dado a la efem¨¦rides una especial significaci¨®n. En primer lugar, la ausencia del Rey. Por primera vez en 44 a?os, don Juan Carlos no ha presidido el desfile de las Fuerzas Armadas y la posterior recepci¨®n en el Palacio Real. La convalecencia a que le obliga la reciente operaci¨®n de cadera ha hecho que el Monarca no pudiera cumplir su cometido de presidir el acto de mayor carga simb¨®lica. El pr¨ªncipe Felipe ha sido quien ha ocupado su lugar. Aunque eso no significa que haya ocupado el lugar del Rey en su funci¨®n de jefe de Estado, es importante resaltar la normalidad de una sustituci¨®n realizada con el rigor y la gravedad que la ocasi¨®n requer¨ªa.
El Pr¨ªncipe introdujo esta vez como novedad un peque?o discurso en la recepci¨®n posterior al desfile. Las palabras que ley¨® lo fueron en nombre del Rey. Su brindis por lo que nos une y por un futuro compartido por todos los espa?oles remiti¨® al segundo gran aspecto de este 12-O: el desaf¨ªo soberanista en Catalu?a. La fiesta de la Hispanidad fue elegida por el Partido Popular y Ciutadans para dar la r¨¦plica en Barcelona a la cadena humana protagonizada por las fuerzas soberanistas con motivo de la Diada, el pasado 11 de septiembre.
Organizada por la plataforma Som Catalunya, Somos Espa?a, los organizadores lograron llenar la plaza de Catalu?a, en una concentraci¨®n m¨¢s nutrida que la del a?o pasado, lo que llev¨® al portavoz de la plataforma a hacer un llamamiento para que los ciudadanos que quieren una Catalu?a dentro de Espa?a dejen o¨ªr su voz. Los manifestantes que se oponen al proceso soberanista y que abogan por una Catalu?a integrada en el resto del Estado, con las reformas que esto requiera, hicieron gala del mismo esp¨ªritu festivo, democr¨¢tico y participativo que los manifestantes de la Diada. La presencia de grupos extremistas no logr¨® empa?ar ese esp¨ªritu. Hay que celebrar pues que, por encima de diferencias tan profundas como las que separan a ambas convocatorias, sus organizadores tengan como objetivo prioritario preservar la convivencia y expresar las diferencias con respeto democr¨¢tico. Conviene que algunos pol¨ªticos tomen buena nota antes de lanzarse por caminos inciertos y alejados de la legalidad.
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