Acceder antes que poseer
Los ciudadanos ni pueden ni quieren acumular bienes. Decenas de empresas proponen productos para compartir.
El d¨ªa que Natalie Foster (San Francisco, 1979) dio a luz a su beb¨¦, no ten¨ªa como volver a casa. Era octubre de 2012 y se estaban jugando las finales de be¨ªsbol en Estados Unidos. ¡°No hab¨ªa ni un solo taxi en la calle y no pod¨ªa salir del hospital¡±, recuerda desde su casa en California. A Natalie no le qued¨® m¨¢s remedio que recurrir al ridesharing o movilidad compartida, un sistema que permite a los conductores particulares acercar a transe¨²ntes a sus lugares de destino dentro de las ciudades.
Foster es la directora de Peers (pares/iguales), la nueva plataforma con sede en San Francisco que intenta promover y proveer las herramientas necesarias para que la gente alrededor del mundo conozca lo que se ha denominado como Sharing Economy (Econom¨ªa del compartir). ¡°Nuestra intenci¨®n es que la gente sepa de qu¨¦ se trata todo esto y defender el derecho al Consumo Colaborativo¡±, dice Foster que, en su trayectoria profesional, destaca el haber trabajado en el equipo de Barack Obama y posteriormente haber sido la creadora de Rebuild the dream (reconstruir el sue?o), plataforma que fomenta el cambio econ¨®mico, a trav¨¦s de la participaci¨®n ciudadana.
A diferencia de Oui Share que re¨²ne a empresarios, funcionarios p¨²blicos y l¨ªderes, en una especie de Think tank (tanque de ideas) para crear y desarrollar proyectos, Peers est¨¢ m¨¢s orientada al consumidor final. ¡°Somos diferentes piezas del mismo rompecabezas, trabajando juntos para ayudar a impulsar esta nueva econom¨ªa hacia adelante¡±, afirma.
El concepto de Consumo Colaborativo se hizo eco en el 2010 cuando la autora inglesa Rachel Botsman, publicara What it?s mine it?s yours: the rise of collaborative consumption (lo que es m¨ªo es tuyo: el auge del consumo colaborativo). La idea de Botsman se centraba en un punto en concreto. El futuro de la sociedad ya no estar¨ªa en la propiedad de las cosas, sino en el acceso a las mismas. ?Para qu¨¦ poseer algo si se puede compartir? Rachel utilizaba decenas de ejemplos en los que la propiedad de los bienes, en muchos casos, quedaba obsoleta. Lo que se necesitar¨ªa ahora es s¨®lo acceder a los mismos. El libro dio pie para que en el 2011, la revista Time considerara la idea de Botsman entre las 10 que cambiar¨ªan el mundo. ¡°La moneda de la nueva econom¨ªa colaborativa es la confianza¡±, ha asegurado la autora inglesa refiri¨¦ndose a la importancia de ese factor al momento de intercambiar bienes y servicios entre particulares. ¡°La reputaci¨®n se convertir¨¢ en el activo m¨¢s importante de la gente¡±
El ¨²ltimo estudio de impacto econ¨®mico de Airbnb hecho en Francia (primer pa¨ªs del mundo en utilizar viviendas vacacionales compartidas) ha recogido que en la ciudad de Par¨ªs su actividad ha generado aproximadamente 240 millones de d¨®lares (185 millones de euros). El 46% de los practicantes de este tipo de hospedaje manifest¨® hacerlo porque necesita los ingresos para sus gastos esenciales de vida, tales como el alquiler y el pago de las hipotecas.
Pero no todos ven esto con los mismos ojos. El vac¨ªo legal que existe entre este nuevo concepto de negocio y los tradicionales, ha generado ciertos desencuentros. En Espa?a el presidente de la patronal madrile?a de hosteler¨ªa arremeti¨® hace poco contra Airbnb y la calific¨® de ¡°ilegal¡±, pidiendo que se legalizara y regularizara su situaci¨®n.
¡°En muchos caso todo es alegal, no ilegal, porque no hay legislaci¨®n al respecto¡±, dice Albert Ca?igueral de Oui Share Espa?a y autor del blog Consumo Colaborativo. ¡°Lo que se est¨¢ haciendo es comenzar a ver el potencial, los beneficios ecol¨®gicos, sociales y econ¨®micos. Ni siquiera nosotros mismos, que estamos dentro, sabemos las implicaciones reales de todo esto, por tanto, hay que estudiarlo bien. El consumo colaborativo, como dijo Javi Creus (catal¨¢n, creador de la consultora Ideas for Change), tambi¨¦n necesita de sus leyes, pero antes de regularlo, hay que entenderlo¡±.
Lo cierto es que incluso las grandes transnacionales se han dado cuenta del potencial que tiene el mercado del Consumo Colaborativo. Google acaba de invertir 258 millones de d¨®lares en Uber, empresa que ofrece sus servicios de transporte dentro de las ciudades con sus ¡°coches negros¡±, algo as¨ª como una especie de taxi de lujo. Join Up Taxi, una aplicaci¨®n que permite ubicar y compartir taxi dentro de Espa?a, ha conseguido una financiaci¨®n de 200.000 euros. Bla Bla Car, Amovens y Carpooling son otros viejos conocidos de la movilidad compartida a larga distancia. A ellos se han a?adido Respiro y Bluemove, plataformas de alquiler de coches por horas para movilizarse dentro de las ciudades. En ambos casos, desde 2 euros por hora, el usuario puede acceder a su flota de veh¨ªculos. Socialcar, en cambio, apuesta por el alquiler e intercambio de coches entre particulares.
¡°Mientras esta generaci¨®n y las siguientes se vuelquen a las ciudades tiene que haber maneras distintas de moverse¡±, dice Foster que hace poco celebr¨® que la Comisi¨®n de Utilidades P¨²blicas de California aprobara la primera regulaci¨®n sobre sistemas de movilidad compartida, creando un precedente en la legislaci¨®n de transporte colaborativo en Estados Unidos. ¡°No podemos agregar m¨¢s autos a la ciudad. Hay una nueva generaci¨®n que no puede hacer frente a la compra de un coche, o simplemente no quiere tener uno¡±. Por eso, seg¨²n ella, es que hay tantas nuevas propuestas en el transporte. ¡°Esto se va a expandir y la gente va usar cada vez m¨¢s taxis, buses, y coches compartidos. Es lo que yo llamo Transportation diet (dieta del transporte) y va a expandir el mercado. Eso es excitante¡±, contin¨²a Foster.
¡°Los fabricantes de coches est¨¢n entendiendo que ya no tienen que vender veh¨ªculos, sino el servicio, la marca. Ya no venden autos sino servicios de movilidad¡±, a?ade Ca?igueral.
Pero el transporte y la vivienda no son los ¨²nicos. A Espa?a acaba de llegar Leetchi, una plataforma de origen francesa, que ayuda a recaudar dinero a amigos o conocidos para hacer de todo, desde fiestas, despedidas de solteros o hacer un regalo entre todos: es el com¨²nmente llamado bote. Truequebook permite a los padres de familia intercambiar art¨ªculos escolares. Salanavegar se ha definido a s¨ª misma como el Airbnb de los barcos, uni¨¦ndose a Boatbureau y Boatius. Uolala una plataforma de origen Barcelonesa que pone en contacto a gente con el fin de organizar eventos sociales ya sea de ocio o trabajo, y acaba de abrir p¨¢ginas en Inglaterra, Alemania y Francia. Etece permite intercambiar mano de obra, ya sean oficios dom¨¦sticos o profesionales, y acaba de invertir 450.000 euros para continuar con su expansi¨®n. Mobeo es una ingeniosa plataforma de alquiler de bicicletas plegables y el¨¦ctricas que pretende darle un valor a?adido, buscando socios en bares, restaurantes, tiendas de ropa u hostales donde es posible recoger y dejar bicicletas. ¡°La idea es buscar algo m¨¢s que un simple paseo en bicicleta y por eso, dentro de poco, incluiremos un picnic incluido al momento de alquilar las bicis¡±, dice ?lvaro Ventura, venezolano de 36 a?os y uno de los fundadores de la plataforma. Knok es una comunidad online de intercambio de casas que ha invertido 500.000 euros y ya cuenta con m¨¢s de 20 mil usuarios en todo el mundo, ¡°una especie de Couchsurfing para familias y adultos¡±, ha dicho Juanjo Rodr¨ªguez, su fundador. Mingles? ¡ªque en ingl¨¦s significa sociabilizar y juega con mi ingl¨¦s en espa?ol¡ª es un proyecto que pretende poner en contacto a alumnos y profesores de idiomas, para clases de conversaci¨®n en bares a trav¨¦s de una aplicaci¨®n m¨®vil.
Ni siquiera las transacciones financieras quedan fuera. Los creadores de PayPal y Skype fundaron Transferwise en 2011, plataforma que permite hacer transferencias internacionales que requieren cambio de divisas entre particulares o empresas, evitando las costosas comisiones bancarias. Mangopay es una soluci¨®n de pagos para plataformas de Consumo Colaborativo y naci¨® de la necesidad y el aumento de este tipo de plataformas. El pr¨¦stamo entre particulares o banca P2P se viene practicando varios a?os en Espa?a, siendo Comunitae la m¨¢s conocida. A esta se ha a?adido, Puddle intento de banca entre amigos, que tiene su origen en las llamadas bankomunales de los ind¨ªgenas de Guatemala y Venezuela. Aqu¨ª los ahorros obtenidos entre los grupos de amigos se comparten y cada miembro puede pedir pr¨¦stamos por un monto 10 veces mayor al aportado, con un inter¨¦s de 6% al a?o.
Se estima que en Espa?a hay alrededor de 5 millones de perros y Gudog se ha convertido en una buena alternativa a las residencias caninas. Aqu¨ª es posible dejar a los animales al cuidado de gente en casas particulares, en ambientes m¨¢s familiares y sin jaulas, como si fuera una especie de Airbnb para canes. Parclick intenta solucionar el problema del parking en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Percentil y PanaCoderas permite comprar y vender ropa de segunda mano para ni?os peque?os. Chicfy hace lo mismo con ropa de mujer. L¨¢nzanos es una plataforma de crowdfunding, que acaba de cerrar una inversi¨®n de 250.000 euros, y permite sacar adelante proyectos de cualquier tipo a trav¨¦s de las donaciones online. Su hermana Seedquick, de la mismos fundadores, est¨¢ por ver la luz: ¡°La diferencia es que Seedquick no busca donantes, sino inversores¡±, dice Marta Pizarro, portavoz de la plataforma. ¡°La idea es que cada persona que aporte dinero se convierta en accionista del proyecto¡±. La gallega Doafund recauda donaciones exclusivamente para familias que est¨¢n a punto de perder sus casas por problemas hipotecarios. Simboliza es una plataforma que organiza ceremonias y rituales civiles y laicos, desde bautizos, bodas, hasta funerales. Hub es un espacio de Coworking que tiene m¨¢s de 5 mil miembros y 31 espacios alrededor del mundo, entre ellos Madrid.
El concepto de Smart city, o Ciudad Inteligente est¨¢ muy arraigado en muchos de estos emprendedores, en su mayor¨ªa gente joven, que est¨¢ apostando por este nuevo tipo de econom¨ªa. Una ciudad ser¨ªa inteligente cuando la inversi¨®n en capital humano y social, as¨ª como la infraestructura del transporte tradicional y la comunicaci¨®n moderna estimula el desarrollo de una econom¨ªa sostenible y una alta calidad de vida. ¡°C¨®mo comemos, el tipo de energ¨ªa que utilizamos, c¨®mo nos movemos dentro de la ciudad. Lo inteligente se define por lo sostenible¡±, dice la espa?ola-argentina residente en Munich, Florencia Serrot. Su proyecto Volta est¨¢ gest¨¢ndose y pretende ser una gu¨ªa de las ciudades m¨¢s importantes del mundo. ¡°Nuestra idea es tener, dentro de poco, una aplicaci¨®n en el m¨®vil que sirva como referencia, ya no s¨®lo con los monumentos tradicionales, sino tambi¨¦n, con aquellos lugares que estimulen y ayuden a que nuestro futuro sea m¨¢s sostenible¡±, puntualiza Serrot.
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