Francisco el misionero
El Domund ofrece la clave de c¨®mo ve el evangelio el Papa de las periferias
No son pocos, dentro y fuera de la Iglesia, los que se est¨¢n preguntando en d¨®nde radica la clave del pontificado del papa Francisco. Este peri¨®dico es testigo de la sorpresa que, d¨ªa a d¨ªa, est¨¢ generando ese humilde seguidor de Francisco de As¨ªs y disc¨ªpulo aventajado del eficiente Ignacio de Loyola. Las perspectivas a la hora de abordar las causas de esa capacidad del Papa de introducirnos en la novedad del Evangelio, de ponerse a la cabeza de las cr¨ªticas a las estructuras temporales de la Iglesia, y de pedir el cambio del coraz¨®n como motor de una humanidad nueva, son m¨²ltiples y no siempre concordantes. Si, como dicen algunos, en este mundo ya no existen los hechos, solo las interpretaciones, el papa Francisco, como buen l¨ªder moral, va ganando la partida y se adelanta con frecuencia incluso a la multitud de int¨¦rpretes, m¨¢s o menos acreditados, de sus obras y de sus palabras.
En estas v¨ªsperas del Domund, ese d¨ªa en el que la Iglesia se vuelve algo menos discutible en la plaza de la opini¨®n p¨²blica gracias al testimonio de quienes no distinguen entre evangelio y periferia, voy a proponer una clave interpretativa del pontificado del papa Francisco y del nuevo rostro que la Iglesia presenta a la sociedad. La clave del papa Francisco radica en el m¨¦todo misionero del primer anuncio. De ah¨ª que, como podemos testificar en la sede de Obras Misionales Pontificias, el entusiasmo con que los misioneros est¨¢n viviendo este tiempo de la Iglesia no habla del Papa, sino de ellos mismos. El papa Francisco est¨¢ confiriendo al papado la forma misionera de entender y de practicar el evangelio en la historia. El concepto de misi¨®n del obispo de Roma procede de su experiencia en las situaciones de ultimidad antropol¨®gica, en su comprensi¨®n de la relaci¨®n entre el evangelio y los pobres, y en su radical propuesta de un cristianismo que mira a cada hombre y a cada mujer a los ojos, sin prejuzgar, al tiempo que hace silencio para escuchar el latido de su coraz¨®n. Un silencio que no pregunta, solo escucha y acompa?a.
El concepto de la misi¨®n del papa Francisco, el Papa de las periferias geogr¨¢ficas y existenciales, es primero patrimonio, para toda la Iglesia, de los misioneros. Es patrimonio porque es su experiencia, su circunstancia vital, su proyecto de vida. Por m¨¢s que nos empe?emos en buscar f¨®rmulas m¨¢gicas, no hay en la comunidad cristiana otro m¨¦todo de relaci¨®n con los est¨¢n m¨¢s lejos, o con los que est¨¢n m¨¢s cerca, que el que practican cada uno de los 13.000 misioneros espa?oles en el mundo, repartidos en 130 pa¨ªses, con una media de edad de 70 a?os. Las categor¨ªas cl¨¢sicas han dejado de tener vigencia. La distancia de cada coraz¨®n al evangelio y a la posibilidad del encuentro con Jes¨²s de Nazaret ya no se mide con conceptos y con palabras, se mide con la experiencia.
Hay 13.000 misioneros espa?oles en 130 pa¨ªses, con una media de edad de 70 a?os
El mensaje que Francisco ha entregado a la Iglesia y a la humanidad con ocasi¨®n de esta jornada es una invitaci¨®n a salir ¡°del propio ambiente¡± para llevar este aliento universal tambi¨¦n a los ¡°suburbios¡±, a la humanidad. Interpela a los cristianos, y a cualquier persona de buena voluntad, para que seamos capaces de salir al encuentro de los que est¨¢n lejos, con signos y gestos significativos, como testimonian con sus vidas los misioneros. ¡°Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Esp¨ªritu Santo, seg¨²n su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Se?or¡±. Ha llegado la hora de dejar al lado una vida supuestamente cristiana, instalada en mirar c¨®mo otros se entregan a los dem¨¢s, para pasar a tomar parte activa en la encrucijada a la que ha convocado el Se?or de la vida y de la historia. Por eso Francisco entrega su bendici¨®n a quienes llevan la delantera: ¡°Bendigo de coraz¨®n a los misioneros y misioneras y a todos los que acompa?an y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra¡±. Ellos no necesitan tanto ser admirados y contemplados cuanto ser ayudados e incluso imitados.
En este primer a?o del pontificado del papa Francisco, el Domund, esa fecha que est¨¢ presente en el imaginario de la sociedad espa?ola, es una definici¨®n de su esencia: el Domund de las periferias para colaborar con los misioneros. Una jornada en la que se nos invita a salir de nosotros mismos, de los l¨ªmites a los que llega nuestra mirada, nuestra capacidad de producir, de consumir, de poseer, para encontrarnos con quienes no nos aportan m¨¢s que su presencia prof¨¦tica. No son muchos en este momento de la historia los que hablan de los pobres, piensan desde los pobres y con los pobres. No son pocos los que han convertido a los pobres en una categor¨ªa despersonalizada que se conjuga con los sin¨®nimos de pobreza. Sin embargo, los misioneros, esos h¨¦roes de lo cotidiano en un mundo sin mitos ni leyendas, nos est¨¢n hablando de la posibilidad de hacer de la caridad la semilla de la justicia y condici¨®n de la esperanza. Por eso desde Obras Misionales Pontificias lanzamos un reto comprometido: ¡°Yo tambi¨¦n soy Domund¡±, el Domund de las periferias.
Anastasio Gil Garc¨ªa es director nacional de Obras Misionales Pontificias.
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