Hasta la pr¨®xima crisis
El acuerdo presupuestario 'in extremis' no soluciona ninguno de los problemas pol¨ªticos de EE UU
Estados Unidos ha cerrado una vez m¨¢s en falso, con un pacto parlamentario in extremis, la crisis presupuestaria que amenazaba con provocar su insolvencia. La pugna con tintes de farsa escenificada en el Congreso en las ¨²ltimas semanas amenaza con repetirse a comienzos de a?o, toda vez que la agenda fiscal acordada por dem¨®cratas y republicanos en el ¨²ltimo minuto tiene una vigencia m¨¢s que limitada: el Gobierno federal dispone de dinero hasta el 15 de enero y el techo de la deuda ha sido elevado hasta el 7 de febrero. El otro compromiso entre los dos partidos, el de hacer en menos de dos meses un bosquejo presupuestario para la pr¨®xima d¨¦cada, se antoja una broma de mal gusto a la luz de lo visto en Washington.
Podr¨ªa pensarse que el ox¨ªgeno de ¨²ltimo minuto que permite al pa¨ªs m¨¢s importante del mundo seguir atendiendo sus obligaciones econ¨®micas representa una victoria para el presidente Obama y su partido. No es tal. Si para los republicanos su gesti¨®n de la crisis ha resultado lamentable, como demuestra su ca¨ªda en picado en las encuestas, los dem¨®cratas, ganadores del asalto, no sacan nada en claro. Ni han cedido en nada relevante ni obtienen nada significativo. El acuerdo del Congreso pasa por encima de los problemas de fondo de la superpotencia.
La votaci¨®n del Congreso en la noche del mi¨¦rcoles muestra a un partido republicano en guerrilla, pero absolutamente desafiante en la deriva de una de sus facciones hacia el fundamentalismo; casi el 40% de sus senadores y cerca de dos tercios de sus representantes votaron contra el compromiso. Una formaci¨®n que, bajo el creciente hechizo del Tea Party, amenaza con romper la baraja cada vez que le disgusta una iniciativa gubernamental y en el que su estrella ascendente, el senador texano Ted Cruz, comienza a perfilarse como favorito de los m¨¢s montaraces para la nominaci¨®n a las pr¨®ximas presidenciales.
Editoriales anteriores
La irrupci¨®n del Tea Party en los mecanismos constitucionales estadounidenses ha sido determinante en la extrema polarizaci¨®n pol¨ªtica que paraliza el proceso legislativo y conduce al pa¨ªs en la pr¨¢ctica a una gobernabilidad m¨¢s que precaria. La crisis presupuestaria no es m¨¢s que una manifestaci¨®n de un estado de cosas que amenaza con convertir en papel mojado el segundo mandato de Obama, tanto en el plano dom¨¦stico como en el internacional. Pi¨¦nsese en Ir¨¢n o en la reforma de la inmigraci¨®n.
Si nadie gana, pierde Estados Unidos. La condici¨®n de ¨²nica superpotencia, en buena medida garante de la estabilidad econ¨®mica mundial, es incompatible con esta sucesi¨®n de episodios destructivos, fruto de un antagonismo pol¨ªtico que desaf¨ªa el sentido com¨²n. La menguante credibilidad de EE UU es m¨¢s perceptible de fronteras afuera, pero la certifican tambi¨¦n sus propios votantes cuando dicen querer aires nuevos en el pr¨®ximo Congreso. Obama lo sintetizaba ayer diciendo que sus compatriotas ¡°est¨¢n hartos de Washington¡±.
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