El club de los perdedores
El mayor derrotado de esta crisis es la superpotencia americana. Es inconmensurable la contribuci¨®n republicana a su declive
No hay vencedores. Lo ha dicho el presidente Obama, de quien se sabe que es un muy buen analista pol¨ªtico, aunque todav¨ªa no haya conseguido convencernos de que sea tan bueno como presidente. Y es verdad: todos son perdedores.
El primero de todos, el Partido Republicano. Ha demostrado que no es un partido de Gobierno y que tiene escasas aspiraciones de volver a serlo. Quema a su gente y dilapida su capital pol¨ªtico gracias a los extremistas que se han apoderado del partido. Pero ellos tampoco son los vencedores: los chantajistas dejan de serlo en cuanto nadie accede a someterse al chantaje. Les ha doblado el brazo Barack Obama, que no ha cedido ni un mil¨ªmetro a sus exigencias.
Les ha vencido, pero no es un vencedor. Su gran victoria es haber evitado la cat¨¢strofe. No es poco, pero sigue siendo insuficiente. Obama es el gran perdedor de esta historia y desde hace tiempo. Su segundo mandato presidencial se ha convertido en un calvario m¨¢s penoso que el primero. Si en sus primeros cuatro a?os consigui¨® decepcionar a casi todos por los pobres efectos de sus promesas electorales, en el segundo ha sembrado la alarma por los m¨¦todos de espionaje universal que practican sus agencias de inteligencia y los expeditivos sistemas de neutralizaci¨®n del peligro terrorista en todo el planeta que utilizan sus militares y esp¨ªas. El club de los perdedores tiene a Obama de presidente, aunque no sea el m¨¢s perdedor de todos, pero s¨ª el m¨¢s destacado y m¨¢s responsable.
Esta es una crisis optativa, con mecanismo de repetici¨®n incluido: tuvimos el abismo fiscal al empezar el a?o; ahora, el doble pulso del bloqueo presupuestario y de la amenaza sobre el techo de deuda, y a partir de hoy, el horizonte de una nueva crisis para principios de a?o. Este tipo de crisis, decididas por mentes obstinadas en ¨®rdagos, l¨ªneas rojas, desaf¨ªos y choques de trenes, tienen un retroceso m¨¢s complejo porque en ellas se juegan la carrera y ven empe?ada su palabra quienes las desencadenan, esos pol¨ªticos que fabrican problemas en vez de resolverlos. Si fueran solo ellos quienes perdieran, por grande que fuera la p¨¦rdida, los ciudadanos podr¨ªamos quedarnos tan anchos.
Pero no: el mayor perdedor de esta crisis es la superpotencia americana. Es inconmensurable la contribuci¨®n republicana a su declive, primero meti¨¦ndole en dos guerras sin salida y ahora situ¨¢ndola a dos horas de una suspensi¨®n de pagos que ha minado su prestigio y su autoridad. Seguro que alegra a quienes desconf¨ªan de principio y abominan de la democracia representativa, como son los dirigentes de Mosc¨² y Pek¨ªn. Pero en cuanto a los otros, los europeos principalmente, para nada debieran alegrarnos tales debilidades de Washington, porque tambi¨¦n son las nuestras y porque sus efectos repercuten obligatoriamente en nuestras econom¨ªas.
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