Definir el problema

En psicolog¨ªa se sabe bien que para resolver un problema ¡ªpara lo cual se siguen unos pasos m¨¢s o menos establecidos¡ª antes de ponerse a elucubrar soluciones, valorarlas y aplicarlas o descartarlas, lo m¨¢s importante, lo decididamente importante, es definir el problema. Parece este un asunto trivial, pero no es as¨ª, sobre todo en instituciones u organismos complejos. Si no se define correctamente y uno se deja llevar por lo aparentemente obvio se comienza a buscar en la direcci¨®n equivocada. As¨ª, se elaboran sin parar proyectos de mejora en una empresa que no rinde sin percatarse de que el problema est¨¢ en que en esa empresa no coincide el l¨ªder oficial con el real. O se trabaja en la disciplina de unos hijos maleducados sin abordar la falta de consenso educativo de los padres.

Durante a?os los de mi generaci¨®n convivimos con la expresi¨®n ¡°problema vasco¡±, ya desde las postrimer¨ªas del franquismo, como si tras ella se encerrara la situaci¨®n de un pueblo que se sent¨ªa marginado y al que se imped¨ªa cumplir sus anhelos, hasta que fue siendo evidente que el problema era que una banda de asesinos impon¨ªan el terror y te jugabas la vida si te atrev¨ªas a pensar diferente de ellos.

Ahora estamos inmersos en la ¡°cuesti¨®n catalana¡± como problema y se buscan soluciones de encajes, desequilibrios y balanzas fiscales sin haber definido correctamente el problema que quiz¨¢ podr¨ªa resumirse en la aceptaci¨®n, o no de la proposici¨®n: Espa?a plural, Catalu?a singular. Urge lograr un consenso sobre la definici¨®n del problema que se encierre tras la cuesti¨®n catalana y cada vez va ganando m¨¢s fuerza la idea de que no es un tema de centralismos, territorios o identidades, sino de personas y libertades. Pero a¨²n falta camino.¡ª Luis Miguel Santos Unamuno.