Madres de ning¨²n pa¨ªs
La Ley de Nacionalidad libanesa proh¨ªbe a las mujeres pasar su propia nacionalidad a sus hijos o a sus maridos, ya que solo reconoce los v¨ªnculos de sangre en el caso del padre. Es uno de los casos m¨¢s flagrantes de discriminaci¨®n de la mujer en un pa¨ªs que se jacta de haber avanzado m¨¢s que sus vecinos en materia de igualdad. La escritora y feminista Joumana Haddad considera que esta situaci¨®n ha provocado una "definitiva alienaci¨®n entre las mujeres libanesas y la pol¨ªtica". "En L¨ªbano, donde algunas mujeres est¨¢n tan orgullosas porque se les permite conducir coches, se sienten totalmente emancipadas porque pueden llevar minifalda, y miran por encima del hombro a sus equivalentes saud¨ªes porque pueden pasear sin un guardi¨¢n masculino, las mujeres contin¨²an siendo discriminadas legalmente y en la pr¨¢ctica", escribe, haciendo hincapi¨¦ en que "las mujeres libanesas a¨²n est¨¢n incapacitadas para pasar la nacionalidad a sus maridos e hijos".
Para activistas como Lina Abou Habib, representante del colectivo de derechos civiles CRTD-A y cabeza de la campa?a "Mi nacionalidad es un derecho para mi y para mi familia", el Estado, simplemente, trata a las mujeres como ciudadanas de segunda. La absurda argumentaci¨®n por la que el Gobierno se niega a cambiar la ley no es menos discriminatoria: peligra el Estado y peligra el equilibrio sectario, esto es, si el Gobierno reconociese a los hijos y maridos extranjeros de mujeres libanesas como nacionales, acabar¨ªa por haber m¨¢s musulmanes que cristianos en un pa¨ªs donde todas las instituciones p¨²blicas, desde el Gobierno y el Parlamento, hasta el Ej¨¦rcito, pasando por las escuelas, tienen cuotas religiosas para garantizar la representaci¨®n de las 18 comunidades reconocidas constitucionalmente. Esa amenaza, al parecer, no se da en el caso de los hombres.
Y eso que los n¨²meros apuntan lo contrario. Los datos proporcionados por el propio Gobierno hablan de unos 76.000 matrimonios mixtos de mujeres libanesas con for¨¢neos. Unas 16.800 est¨¢n casadas con palestinos (cuya nacionalizaci¨®n pretende evitar el Gobierno a toda costa), frente a 15.596 libaneses casados con mujeres palestinas. La diferencia no llega a 1.300 personas, un volumen suficiente, o eso parece, para negar a las mujeres la igualdad de derechos con respecto a los varones.
"Todo lo que se dice sobre nacionalizaci¨®n (de los palestinos) y equilibrio demogr¨¢fico es simplemente ret¨®rica pol¨ªtica y un intento de subrepresentar la realidad", opinaba el juez John Azzi tras saber que su hist¨®rica sentencia en favor de una libanesa viuda de un egipcio hab¨ªa sido revocada. "No est¨¢n en contra de la nacionalizaci¨®n, m¨¢s bien est¨¢n en contra de las mujeres y las ven como legalmente inferiores. Es chovinismo machista". Azzi fue expulsado en 2009 como presidente del Tribunal de Primera Instancia de Metn tras fallar favorablemente sobre la concesi¨®n de la nacionalidad libanesa a los dos hijos de Samira Souweida. Solo dos d¨ªas despu¨¦s, la sentencia fue anulada.
Un informe de la Universidad Americana de Beirut elaborado por las investigadoras de Derechos Humanos Maya W. Mansour y Sara G. Abu Aad destaca las incongruencias legales derivadas de una ley que el Gobierno ha rechazado cambiar o abolir en varias ocasiones, utilizando parches como la ampliaci¨®n del permiso de residencia para maridos e hijos de libanesas a tres a?os, la reducci¨®n de las tasas o la garant¨ªa del permiso de trabajo (no aplicable a los palestinos). "(La ley) garantiza a los hijos ileg¨ªtimos m¨¢s derechos que a los leg¨ªtimos, en tanto en cuanto permite a una madre libanesa pasar a sus hijos su nacionalidad si no son leg¨ªtimos. En algunos casos, madres libanesas han argumentado que sus hijos leg¨ªtimos eran bastardos para poder otorgarles su nacionalidad", subraya el an¨¢lisis. M¨¢s all¨¢, puntualiza, "la ley libanesa otorga a las mujeres extranjeras m¨¢s ventajas que a las mujeres libanesas".
Pero, ?cu¨¢les son las consecuencias pr¨¢cticas de ejercer esta "ciudadan¨ªa de segunda"? Los maridos e hijos extranjeros de mujeres libanesas tienen restricciones a la hora de heredar y se ven obligados a pagar por la educaci¨®n y la asistencia sanitaria en un pa¨ªs en el que ninguna de las dos cosas son precisamente baratas. Eso sin hablar del papeleo, como es el caso de las mujeres casadas con hombres sirios: desde que estall¨® el conflicto en el pa¨ªs vecino, renovar el pasaporte de un hijo sirio puede suponer jugarse la vida.
El ¨²ltimo mazazo a las reivindicaciones de activistas y asociaciones en defensa de los derechos de la mujer ha sido la paralizaci¨®n de la pol¨ªtica libanesa. El ¨²ltimo a?o ha visto la ca¨ªda en bloque del Gobierno, la suspensi¨®n (por primera vez desde su Independencia) de unas elecciones parlamentarias y la coexistencia de un primer ministro en funciones y otro designado con la funci¨®n de formar un nuevo Ejecutivo. Los proyectos de reforma de la ley se han convertido en poco m¨¢s que papeles y promesas almacenados en alg¨²n caj¨®n. Mientras, como protesta Ghada Kaakani, madre de dos palestinos, las mujeres libanesas de segunda seguir¨¢n pariendo "refugiados en su propio pa¨ªs".
Laura J. Varo es periodista, colaboradora de EL PA?S desde Beirut.
Foto: protesta en Beirut por el derecho a la nacionalidad de las mujeres, por Collective for Research & Training on Development - Action
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