Curso de pedanter¨ªa enol¨®gica
?Usted tambi¨¦n tiene un amigo que habla como experto en vino sin la formaci¨®n previa? Aqu¨ª unas claves para reconocerlo
Todo empez¨® en el m¨¢gico instante en el que se cruzaron el boom inmobiliario y el auge de la cultura gourmet. Gracias al dinero y a nuestros cocineros, se generaliz¨® el inter¨¦s por comer y beber bien, los restaurantes subieron de nivel, la clientela se sofistic¨®... Y naci¨® un nuevo monstruo: el del pedante enol¨®gico.
Podr¨ªa ser cualquiera, incluso usted o yo. Alguien que, en otro momento no menos m¨¢gico, pas¨® de ser un bebedor social normal a transformarse en un temible aficionado al vino. Ese que, en lugar de aprobarlo con una sonrisa y seguir con la conversaci¨®n, prefiere discutir con el sumiller, se empe?a en oler el corcho, fantasea con las notas olfativas y repite la palabra maridar. En definitiva, el responsable de que algo feliz y espont¨¢neo ¨C"?ponme un chato de vino!"¨C sea hoy una experiencia irritante.
Porque en realidad, seg¨²n sostienen otros expertos, recibir un vino en la mesa es algo bastante sencillo: basta con olerlo con la copa parada (para ver si est¨¢ avinagrado, sabe a corcho o est¨¢ ajerezado) y luego, si se quiere obtener m¨¢s matices, moverlo ligeramente. Y punto. Pero nuestro esnob enol¨®gico no hace caso a lo que suena razonable. Prefiere despacharse con una ristra de frases lapidarias que descoloquen a su adversario. Del primer curso al nivel doctorado, por sus frases lo conocer¨¢n (aprend¨¦rselas o no es cosa suya).
PRIMERO: "Entender, no entiendo, pero s¨¦ lo que me gusta"
Dir¨¢ cosas como, 'A los americanos les hizo falta una d¨¦cada para hartarse del Chardonnay, pero nosotros vamos por un camino todav¨ªa peor'.
Esta frase es la f¨®rmula magistral de la arrogancia encubierta y tambi¨¦n un destello de genialidad, porque implica dos cosas contradictorias: modestia y defensa de la propia ignorancia. No hay nada como hacer alarde de lo que se desconoce para no tener que escuchar a nadie; el pedante principiante ni sabe ni le interesa, pero tiene car¨¢cter, que es mucho mejor.
SEGUNDO: "?Rueda Verdejo? ?Pero por favor!"
Todo el mundo lo sabe pero no se atreve a decirlo: hay una epidemia en forma de vino blanco y se llama Rueda Verdejo. El pedante de segundo, que todav¨ªa no puede enfrentarse a un sumiller pero de esnobismo sabe un rato, har¨¢ saltar la liebre en una cena con amigos. Cuando llegue el vino blanco de la casa que ellos han pedido con ligereza (ser¨¢ un Rueda, seguro, a no ser que est¨¦n en un restaurante gallego), lo tachar¨¢ de "obvio" y "sin inter¨¦s". Una vez hecho el silencio en la mesa, lo zanjar¨¢ con artiller¨ªa: "A los americanos les hizo falta una d¨¦cada para hartarse del Chardonnay, pero nosotros vamos por un camino todav¨ªa peor".
TERCERO: "He visto muchas Riedel en mi vida y esta copa no lo es"
La capacidad del pedante de apreciar matices con solo oler el corcho supera lo po¨¦tico y llega hasta lo supraterrenal.
Hoy en d¨ªa es dif¨ªcil acertar d¨®nde servir el agua, sobre todo porque en muchos restaurantes se ha producido un curioso efecto de escala monumental: donde antes hab¨ªa platos redondos y copas de tama?o mediano, los primeros se han convertido en grandes superficies con ¨¢ngulos dudosos y las segundas, en generosos barre?os subidos a un pie de cristal. Pero el pedante se desmarca de esa vulgaridad que es hablar de tipos de copa. ?l controla de marcas, y no probar¨¢ el vino si no es en Riedel, el Ferrari de la cristaler¨ªa. "Ni siquiera son tan caras", a?adir¨¢. Si es que el mundo es muy ignorante.
CUARTO: "?Casi se huele Portugal en este Rias Baixas!"
Como experto, la capacidad del enterado de apreciar matices con solo oler el corcho supera lo po¨¦tico y llega hasta lo supraterrenal. Si alguien levanta la ceja ante el comentario, mantendr¨¢ su ¨®rdago. ?Acaso no est¨¢n de moda las variedades de uva locales y las oscuras denominaciones de origen, que ¨¦l por supuesto identifica al momento? Entonces, ?c¨®mo no va a apreciar el roce del traje regional del terru?o donde se fragu¨® un buen vino? A partir de aqu¨ª no hay l¨ªmites: con oler el vino una segunda vez sabr¨¢ informar sobre el tostado de la barrica; a la tercera, sabr¨¢ si pas¨® la fermentaci¨®n malol¨¢ctica en dep¨®sito, y cuando lo pruebe medir¨¢ su permanencia en caudalies*.
* No hace falta que entienda nada, solo decirlo con convencimiento.
DOCTORADO: "El rosado ahora es lo m¨¢s"
Hace tiempo que nuestro experto super¨® al vulgo. Ya es capaz de dar la r¨¦plica a en¨®logos, bodegueros y sumilleres. El esnob profesional sabe que solo queda volver al punto de partida: recuperar el placer de epatar a sus cong¨¦neres. Y lo har¨¢ en tres c¨®modos pasos que usted puede seguir tambi¨¦n:
- Convocar una cena informal con cinco o seis amigos (es importante que haya p¨²blico).
- Pedir el ¨²nico vino que hombres, mujeres y ni?os ningunean por igual: el rosado.
- Regocijarse por dentro con la reacci¨®n y disfrutar su copa de Mateus Ros¨¦ bien fresquito (y sin el cargo de conciencia que tendr¨ªa un entendido de los de siempre).
Ya est¨¢. ?Ahora puede convertirse en la perfecta persona enol¨®gicamente insoportable!
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