Los mejores sitios del mundo para ver auroras boreales
La primera vez que vi una aurora boreal me frotaba los ojos para cerciorarme de que no era un sue?o. Fue una noche, a 22 grados bajo cero, en el norte de Canad¨¢. Y juro que nunca lo olvidar¨¦.
Banderas de colores fluorescentes cruzaron como un rel¨¢mpago la oscuridad acerada. El cielo se convirti¨® en un caleidoscopio de colores en el que formas amorfas y onduladas pugnaban unas contra otras por hacerse un hueco en el espacio. La negritud, hasta entonces due?a y se?ora de la escena, se convirti¨® en un arco iris violento. Amarillos, morados, azules el¨¦ctricos, verdes fantasmales, rosas p¨¢lidos, blancos purp¨²reos, rojos volc¨¢nicos... all¨ª parec¨ªa concentrarse toda la paleta de un pintor impresionista, convirtiendo el cielo en una canica de cristal maravilloso.
Est¨¢bamos tiritando, pero ?qu¨¦ diablos! ?a qui¨¦n le importaba? Est¨¢bamos siendo testigos de uno de los fen¨®menos m¨¢s maravillosos, inolvidables e imprevisibles de la naturaleza.
Hasta su nombre es hermoso. Los cient¨ªficos y las veleidades po¨¦ticas suelen hacer mal maridaje, pero en esta ocasi¨®n hubo suerte. Fue el mism¨ªsimo Galileo Galilei quien las bautiz¨® en 1619 como aurora borealis, tomando prestado el nombre de la diosa griega del amanecer, Aurora, y el de su hijo B¨®reas, el viento del norte, para definir un prodigio que asust¨® a nuestros antepasados y que fascin¨® a los primeros navegantes europeos que empezaron a surcar el ?rtico all¨¢ por el siglo XVI en busca del Paso del Noroeste.
Ver una aurora es como asistir a una performance en la que cada actuaci¨®n es ¨²nica. Irrepetible. No hay dos auroras iguales, ni seguridad de que se producir¨¢ en un punto determinado. Es parte de su magia y de su misterio. Viajar para ver una aurora es como comprar loter¨ªa, te puede tocar o no, pero la ilusi¨®n nunca se pierde. El espect¨¢culo puede durar toda la noche o apenas unos minutos, en una org¨ªa de formas y colores que no deje impasible a quien lo observa.
?D¨®nde pueden verse?
Las auroras boreales se producen en una zona ovalada que rodea los polos. En contra de lo que se cree, no por estar m¨¢s cerca del Polo hay m¨¢s probabilidades. Todo lo contrario. Los mejores sitios se localizan m¨¢s al sur, en torno al C¨ªrculo Polar ?rtico.
Esta l¨ªnea imaginaria pasa por:
-La mitad norte de Alaska,
- El norte de Canad¨¢ (provincias de Nunavut, Northwest Territories y Yuk¨®n)
- Sur de Groenlandia (Kangerlussuaq, una poblaci¨®n en la costa oeste de la isla, es uno de los lugares del mundo donde mayor probabilidad hay de verlas)
- Todo el norte de Escandinavia (Tromso, las islas Lofoten, la provincia de Finmmark y Kirkenes, en Noruega; Rovaniemi, Ivalo y Sodankyl?, en Finlandia; Lulea y Kiruna, en Suecia son lugares con altas probabilidades)
- Islandia, muy en especal en la costa norte
- Islas Svalbard
- Norte de Siberia (aunque aqu¨ª hay que echarle muchas ganas y paciencia para llegar).
?Probabilidad de verlas?
Auroras se pueden ver mucho m¨¢s al sur, por ejemplo en Oslo o Estocolmo. Pero mientras las zonas que he descrito antes pueden tener m¨¢s de 200 noches con auroras al a?o, en el sur de Escandinavia o en el norte de Escocia la cadencia baja de 1 a 3 noches al mes.
?Cu¨¢ndo?
El mejor momento para ver auroras boreales es desde finales de oto?o (octubre) hasta principios de primavera (febrero y marzo), con picos en enero y febrero. Aunque por ejemplo en el sur de Groenlandia ya empiezan a verse desde agosto. El fen¨®meno tambi¨¦n es visible en el hemisferio sur: son las auroras australes. Pero como en esa zona del globo terr¨¢queo la tierra no llega tan cerca del Polo como en el norte, es m¨¢s dif¨ªcil su observaci¨®n. Hay que irse a la Ant¨¢rtida o navegar por el sur del oc¨¦ano Ant¨¢rtico.
Por si quieres saber m¨¢s
Desde la Antig¨¹edad las auroras fueron objeto de temores y supersticiones. Durante todo el medievo se las asoci¨® con desastres, guerras y plagas. ¡°Dios est¨¢ enfadado si la aurora llamea¡±, dice un viejo cuento escandinavo.
Para los vikingos eran mensajes de las doncellas muertas. Los nativos norteamericanos pensaban que se pod¨ªa conjurar a esp¨ªritus y fantasmas silbando a esas misteriosas luces del norte. Eran el reflejo de fuegos enormes que se encend¨ªan m¨¢s al norte, prendidos quiz¨¢ por un poderoso Dios en su intento por iluminar las partes fr¨ªas y oscuras del mundo.
M¨¢s po¨¦tica es la versi¨®n recogida por el folclore dan¨¦s seg¨²n la cual una pareja de cisnes enamorada vol¨® demasiado lejos y qued¨® atrapada en el hielo del lejano norte. El aleteo de sus alas intentando liberarse de esa prisi¨®n de cristal es la que provoca los reflejos luminiscentes de las auroras.
En fin¨¦s aurora se dice revontuli, el fuego del zorro. El t¨¦rmino procede de una leyenda muy popular en Finlandia que asegura que las luces del norte son las chispas que provocan los rabos de los zorros ¨¢rticos cuando golpean los montones de nieve. Los inuits creen que las auroras eran el reino donde habitaban sus familiares fallecidos. Si las luces se mov¨ªan con rapidez y agitaci¨®n significaba que los difuntos estaba tratando de ponerse en contacto con ellos.
Curiosidades
La auroras han sido documentadas y estudiadas desde muy antiguo. Uno de los primeros trabajos sobre ellas lo public¨® el cient¨ªfico y fil¨®sofo franc¨¦s Pierre Gassendi en 1621. Fridtjof Nansen (1861-1930), el gran explorador polar noruego que estuvo tres a?os en un barco atrapado por el hielo de la banquisa polar para estudiar su movimiento y tratar de llegar con ¨¦l al Polo Norte la describi¨® y dibuj¨® en su diario.
Uno de los mayores retos cient¨ªficos hasta principios de siglo XX fue comprobar a qu¨¦ altura se produc¨ªan. La soluci¨®n lleg¨® de la mano del noruego Carl St?rmer, que dedic¨® varios a?os a fotografiar la misma aurora desde dos puntos distantes varias decenas de kil¨®metros entre s¨ª. Por comparaci¨®n de la posici¨®n de las estrellas dedujo en 1940 que se produc¨ªan en una capa de la atm¨®sfera a entre 100 y 120 kil¨®metros de altura, aunque algunas pod¨ªan alcanzar los 500 kil¨®metros de distancia con la tierra.
Hoy d¨ªa se pueden predecir las auroras con tres d¨ªas de antelaci¨®n y un margen de error aceptable gracias a los sat¨¦lites que estudian el sol. Cuando estos detectan explosiones inusuales en la superficie solar es de esperar que tres d¨ªas despu¨¦s la Tierra sea bombardeada con una sobredosis de polvo solar, el combustible que enciende la mecha de estas luces del Norte que tanto fascinan a los humanos.
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