De la huelga al sabotaje
La alcaldesa de Madrid ha tardado cuatro d¨ªas en pedir a las empresas que resuelvan el conflicto de la limpieza
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Algunas zonas de Madrid se han convertido en muladares. No solo como efecto inevitable del paro de los trabajadores de la limpieza, sino a causa del activismo de cierto n¨²mero de huelguistas o de colaboradores de los huelguistas, que destrozan papeleras y contenedores, esparcen su contenido por los lugares m¨¢s transitados y sabotean el cumplimiento de los servicios m¨ªnimos.
Es obvio que una huelga implica dejar de hacer las labores habituales. Pero desparramar la basura adrede es un acto de violencia, que adem¨¢s puede poner en peligro la salud p¨²blica. Sortear montones de residuos deliberadamente esparcidos o caerse por acumulaci¨®n de hojas humedecidas no tiene nada que ver con la defensa de reivindicaciones que pueden ser justas. Nadie discute el derecho a la huelga, pero los sindicatos tienen que cortar los comportamientos de los salvajes, que solo demuestran el desprecio que les merece el resto de los ciudadanos.
Una vez creado el problema, lo urgente es impedir que empeore. La alcaldesa, Ana Botella, ha tardado cuatro d¨ªas en reunirse con las empresas contratistas del servicio de limpieza, alegando que es un asunto de estas con sus empleados, orillando que el Ayuntamiento es el responsable ante los electores. Y los ciudadanos debemos contribuir a no ensuciar m¨¢s la ciudad, como se teme ocurra con los botellones de fin de semana. Lo ¨²ltimo que necesita la capital de Espa?a es un da?o todav¨ªa mayor a su imagen y a sus intereses, entre ellos los tur¨ªsticos.
Dicho esto, hay que preguntarse por las condiciones en que se lleva a cabo la limpieza en Madrid. Las sucesivas rebajas en el precio del servicio, impuestas por el Ayuntamiento, se suman a la puja por abaratar los costes entre las empresas aspirantes a la obtenci¨®n del servicio, en el af¨¢n de hacerse con los contratos. Es posible que los despidos anunciados y las rebajas de sueldos se deban a fundadas razones econ¨®micas, pero tambi¨¦n es cierto que es f¨¢cil desvalorizar un trabajo social tan necesario como el de la limpieza. Todo invita a explorar las v¨ªas negociadoras antes de que el conflicto se encone.
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