Basura
La suciedad de Madrid es una met¨¢fora demoledora del modo en que se gobierna este pa¨ªs
Dec¨ªa Humboldt que ¡°toda comprensi¨®n es simult¨¢neamente una incomprensi¨®n¡±. De ah¨ª la dificultad de compartir las sensaciones que emanan de las experiencias y la multiplicaci¨®n de los significados cuando un acontecimiento produce efectos metaf¨®ricos. Cambiar el paisaje de la capital de un pa¨ªs europeo decor¨¢ndola con toneladas de basura esparcidas por sus calles podr¨ªa ser el guion de una ambiciosa instalaci¨®n art¨ªstica que pretendiera hacer emerger la realidad de miseria y fractura social de un pa¨ªs para rasgar el velo del triunfalismo oficial que da la crisis por despedida. Que esta ficci¨®n sea realidad, no como consecuencia de la imaginaci¨®n turbulenta de un artista oportunista, sino como resultado de la respuesta de los trabajadores a un intento de cargar sobre el empleo y los salarios los ajustes del negocio de la limpieza de la capital, la convierte en una met¨¢fora demoledora del modo en que se gobierna este pa¨ªs. Cuando la incompetencia y la obsesi¨®n ideol¨®gica convergen en una misma persona, en este caso la alcaldesa de Madrid, que pas¨® una semana hablando del conflicto como si no fuera con ella, se rompe el teatro de las apariencias con que el PP intentaba camuflar sus despiadadas pol¨ªticas de austeridad. Y empieza a construirse la imagen de un pa¨ªs sin proyecto compartido, que sobrevive como puede, con un distanciamiento creciente entre gobernantes y gobernados, como se?alan las encuestas. Y la prensa extranjera saca punta de un paisaje urbano met¨¢fora de la irresponsabilidad, que da p¨¢bulo a los t¨®picos que vienen del Norte.
En este sentido, esta semana ha venido demasiado cargada de basura, de hechos que ponen de manifiesto que el concepto de responsabilidad es laxo en estas tierras. La sentencia del Prestige deja impune una de las cat¨¢strofes ecol¨®gicas m¨¢s graves que ha conocido Europa. Once a?os despu¨¦s, resulta que el Prestige ¡°se hundi¨® porque quiso¡±, como ha escrito Manuel Rivas. El Tribunal Supremo se envaina el error de la doctrina Parot, acatando la decisi¨®n de Estrasburgo, sin que crea necesario explicar a la ciudadan¨ªa el porqu¨¦ de la decisi¨®n que ha tenido que rectificar. El ministro Wert, que ha perdido un mont¨®n de oportunidades de salvar su dignidad con una dimisi¨®n, indigna a Bruselas con la osad¨ªa de anunciar una reducci¨®n de los Erasmus, cuando la Comisi¨®n est¨¢ trabajando precisamente en lo contrario. Wert no para de experimentarse a s¨ª mismo, con el apoyo incondicional de Rajoy. ?De verdad el PP est¨¢ en condiciones de creer que todo le est¨¢ permitido?
?Qu¨¦ tienen en com¨²n estos casos, incluido el de Madrid? Que son consecuencia de una politizaci¨®n indebida y de una ideologizaci¨®n obsesiva. Cuando la justicia toma decisiones pol¨ªticas ¡ªy lo fue la doctrina Parot¡ª, se contamina y acaba autolesion¨¢ndose; cuando la obsesi¨®n ideol¨®gica se impone ¡ªla pol¨ªtica como juego de vencedores y vencidos, la negociaci¨®n como modo de doblegar al adversario, la derrota de los trabajadores como ¨²nico objetivo del conflicto social¡ª, ocurren estas cosas: la basura en las calles se convierte en met¨¢fora del desconcierto y de las fracturas de un pa¨ªs. Y Europa toma nota.
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