Vigilancia masiva y sinraz¨®n de Estado
El mundo pide acuerdos globales sobre los servicios de espionaje mundial
La revelaci¨®n de los programas de vigilancia masiva por el antiguo empleado de la CIA Edward Snowden ha suscitado acaloradas acusaciones a los Gobiernos americano y brit¨¢nico de invadir la privacidad de los ciudadanos y traicionar la confianza de los aliados. Sin embargo, nada de esto es muy nuevo. Lo nuevo es que haya esc¨¢ndalo por actividades que la mayor parte de los Estados han desarrollado durante mucho tiempo.
En la sede central de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), a las afueras de Washington, trabajan 35.000 personas, la mayor¨ªa matem¨¢ticos, inform¨¢ticos y ling¨¹istas. ?Puede alguien realmente pensar que se dedican a escuchar miles de millones de llamadas telef¨®nicas o a leer miles de millones de mensajes de texto o correo electr¨®nico? Miles de empleos consistir¨ªan en pasar horas y horas escuchando o leyendo intercambios como: ¡°hola, ?c¨®mo est¨¢s?¡±, ¡°?prefiere que le enviemos la factura por correo o por email?¡±, ¡°?qu¨¦ tal la peli?¡±, ¡°?hasta qu¨¦ hora abren?¡±... Los t¨¦cnicos inform¨¢ticos no leen o escuchan miles de millones de mensajes, sino que dise?an y usan algoritmos para rastrear algunas palabras, nombres, direcciones o c¨®digos clave con objeto de identificar intercambios sospechosos para la seguridad de la gente. Seg¨²n las encuestas, una amplia mayor¨ªa de americanos no sienten su privacidad amenazada, ni siquiera despu¨¦s del esc¨¢ndalo de la NSA, sino que est¨¢n m¨¢s bien satisfechos por el desempe?o del Gobierno en la prevenci¨®n del terrorismo: de hecho, no ha habido ning¨²n nuevo ataque desde 2001, mientras que se han identificado y desmantelado a tiempo un cierto n¨²mero de ellos.
El esc¨¢ndalo por la otra revelaci¨®n ¡ªque los Gobiernos esp¨ªan a los Gobiernos¡ª es m¨¢s hip¨®crita porque casi todos los Gobiernos lo hacen y lo han hecho durante siglos. ?Acaso el espionaje actual a Angela Merkel es m¨¢s entrometido que el de Kim Philby y sus colegas durante la guerra fr¨ªa? ?O el de Mata Hari durante la I Guerra Mundial? ?O que los chivatazos del m¨ªtico Pimpinela Escarlata durante el terror revolucionario franc¨¦s? Ac¨¦ptese esto como una peque?a muestra de personajes y episodios legendarios, ya que la lista es enorme.
El espionaje a otros pa¨ªses en el fundamento de la diplomacia de los Estados modernos. Las revelaciones actuales solo indican que las nuevas tecnolog¨ªas permiten llevar a cabo las cl¨¢sicas escuchas por otros medios, sin micr¨®fonos en las paredes o t¨²neles debajo de las embajadas, sino a distancia y en l¨ªnea. El Gobierno de Estados Unidos sigue espiando a Gobiernos y organizaciones extranjeros, especialmente con respecto al terrorismo y a la difusi¨®n de armas nucleares en manos de dictaduras. Tambi¨¦n esp¨ªa con fines econ¨®micos, como hacen muchos otros Gobiernos. La reacci¨®n de la Uni¨®n Europea al esc¨¢ndalo de la NSA suspendiendo las negociaciones para un tratado de libre comercio transatl¨¢ntico sugiere que esas incipientes conversaciones tambi¨¦n estaban siendo vigiladas de cerca.
En el siglo XXI, la Raz¨®n de Estado ya no es ampliamente aceptada como una justificaci¨®n para espiar ni para otros atropellos
Las recientes filtraciones no revelan, pues, nada realmente nuevo. Lo nuevo es la escala de la tarea, facilitada por las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n. Sin duda, cierto espionaje ¡°ha ido demasiado lejos¡±, como dijo el secretario de Estado, John Kerry. Cuando aparece una nueva tecnolog¨ªa, se hacen ciertas cosas simplemente porque se pueden hacer. Algunos escuchas deben haber pensado, como Obama en su campa?a: ¡°?S¨ª, se puede!¡±. Por el mismo mecanismo, mucha gente muestra sus entra?as en Facebook, no porque realmente piensen que tienen inter¨¦s p¨²blico alguno y a pesar de los riesgos que ello comporta para su privacidad y su intimidad: simplemente porque se puede. Ciertamente los riesgos de espiar son mayores cuanto m¨¢s poderosas son las tecnolog¨ªas que se usan. Pero lo realmente nuevo es el esc¨¢ndalo. De repente, tras varios siglos de darlo por supuesto, hemos descubierto que los Gobiernos esp¨ªan. Y ahora, por primera vez, esto es un esc¨¢ndalo.
El espionaje, como otros muchos abusos, ha sido justificado tradicionalmente con la raz¨®n de Estado. Esta fue una coartada ideol¨®gica acu?ada en el siglo XVII y que alcanz¨® su momento culminante en el sanguinario decenio de 1930 (en gran parte gracias a las chifladuras del profesor alem¨¢n nacionalista Friedrich Meineke). El espionaje fue presentado como uno de los numerosos requerimientos supuestamente necesarios para el poder a costa de los c¨®digos morales de los individuos. Pero lo nuevo que hay que celebrar es que, en el mundo del siglo XXI, la raz¨®n de Estado ya no es ampliamente aceptada como una justificaci¨®n para espiar ni para otros atropellos. Una primera pista se pudo observar cuando Estados Unidos no trat¨® realmente de perseguir a Snowden tras su fuga y refugio en Rusia; tras unas quejas rutinarias, Obama se reuni¨® cordialmente con Putin en San Petersburgo y los dos trataron cooperativamente de las crisis en Oriente Pr¨®ximo. El presidente de Estados Unidos parec¨ªa casi aliviado por haber encontrado una salida poco conflictiva al asunto.
Ahora, el Gobierno alem¨¢n, la Uni¨®n Europea, Brasil, piden una cooperaci¨®n global acerca de la inteligencia y el espionaje. B¨¢sicamente indican que los acuerdos existentes entre ciertos pa¨ªses para no espiarse entre ellos y compartir la inteligencia, como el llamado Cinco Ojos, que incluye a las antiguas colonias brit¨¢nicas m¨¢s desarrolladas (Estados Unidos, Gran Breta?a, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda), as¨ª como los Nueve Ojos, los Catorce Ojos, y la alianza de agencias de los 26 miembros de la OTAN, son obsoletos y deber¨ªan ampliarse. La raz¨®n de Estado ya no es aceptada como un valor supremo. Se pide m¨¢s transparencia y acuerdos globales. Deber¨ªamos celebrar que el mundo avance en esta direcci¨®n.
Josep M. Colomer es profesor de Investigaci¨®n del Instituto de An¨¢lisis Econ¨®mico del CSIC.
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