El gigante se mueve
Los l¨ªderes de China dan un impulso para asombrar otra vez al resto del mundo
No solo crece: el gigante se mueve. Al cumplirse el primer a?o del mandato de Xi Jinping al frente del Partido Comunista de China (PCCh), la bater¨ªa de medidas anunciadas explicitan un nuevo impulso transformador del pa¨ªs. Dos son sus destinatarios principales. De una parte, la propia sociedad china, que ansiaba largamente aprehender un soplo de cambio en asuntos sensibles en los que durante mucho tiempo se ha mareado la perdiz. De otra, la comunidad internacional, a quien se env¨ªa un claro mensaje de progresiva adaptaci¨®n a las tendencias predominantes, que facilitar¨¢ la implicaci¨®n de China en la gobernanza global de forma mucho m¨¢s intensa.
El simbolismo y la parcialidad de muchas de las medidas anunciadas no deben ir en detrimento de su alcance ni el alborozo debe obnubilar el realismo. M¨¢s all¨¢ de las propuestas de corte social (hukou o sistema de empadronamiento, hijo ¨²nico, seguridad social, educaci¨®n¡) o relacionadas con la mejora de los derechos humanos (pena capital, campos de reeducaci¨®n, etc¨¦tera), una vez m¨¢s la clave prioritaria es la econom¨ªa. La suavizaci¨®n de la pol¨ªtica de planificaci¨®n familiar, por ejemplo, no pasa por alto que en la ¨²ltima d¨¦cada la mano de obra disminuy¨® en casi 30 millones de personas.
Los cambios estructurales apuntan a dos frentes. Primero, el redimensionamiento de lo p¨²blico a favor de lo privado, de forma que en el ¨¢mbito productivo y en el financiero se abrir¨¢n nuevos espacios para la competencia, aunque sin afectar a la consideraci¨®n de la propiedad p¨²blica como determinante. En segundo lugar, el reajuste en las funciones gubernamentales; lo cual no solo supone abogar por la descentralizaci¨®n y profesionalizaci¨®n de la Administraci¨®n reforzando su vocaci¨®n de servicio p¨²blico, sino, tambi¨¦n, la desministerializaci¨®n de aquellas actividades relacionadas directamente con la econom¨ªa productiva, lo cual aligerar¨¢ notablemente su actual omnipresencia. Un anticipo vivimos ya en marzo ¨²ltimo, cuando se transform¨® el modus operandi en el sector del ferrocarril, pasando de ministerio a corporaci¨®n; ahora habr¨¢ m¨¢s sectores afectados, lo que unido a la quiebra de los monopolios (especialmente en energ¨ªa y miner¨ªa) generar¨¢ un nuevo marco de juego.
No obstante, ser¨ªa un error pensar que el PCCh va a renunciar a controlar y dirigir la econom¨ªa. Sus organizaciones seguir¨¢n presentes en todo el tejido econ¨®mico, incluido el privado. Simplemente advierte la existencia de holgura suficiente para introducir una mayor apertura y flexibilidad que le facilitar¨¢n seguir creciendo a un ritmo capaz de garantizar la consecuci¨®n del objetivo marcado el pasado a?o: duplicar el PIB y el ingreso per capita en 2020 respecto a 2010. Por otra parte, las medidas correctoras con relaci¨®n a la agricultura y los campesinos son indispensables para alentar el consumo. Pero su impacto puede tener un alcance mayor.
Suavizar la pol¨ªtica del hijo ¨²nico tiene que ver con la reducci¨®n de la mano de obra en casi 30 millones de personas
A nivel internacional, la imagen de China puede verse positivamente afectada por estas medidas. Tras a?os de fuerte inversi¨®n en su poder blando, los logros son discutibles. Ello se debe, en esencia, a que no solo se trata de una cuesti¨®n de asignaci¨®n de voluminosos recursos, sino de actitudes y credibilidad. Por m¨¢s que se creen institutos Confucio en todo el mundo, cuando un monje tibetano se inmola, todo amenaza derrumbarse como un castillo de naipes. He ah¨ª, de cuanto ha trascendido, una de las grandes ausencias: ni una novedad en relaci¨®n con la problem¨¢tica de las nacionalidades minoritarias que, por el contrario, reclama igualmente un cambio de modelo que supere el actual binomio desarrollo-represi¨®n.
La reforma que se plantea, a pesar de que ahora se manifiesta en las cuestiones m¨¢s maduras y que generan m¨¢s consenso, es integral, pero su mayor reto sigue siendo el modelo pol¨ªtico. En este orden, con alusiones medidas a la primac¨ªa de la Constituci¨®n y al imperio de la ley, se mantiene abierta la esperanza a una segunda etapa que quiz¨¢s pudiera dar pie a avances relativamente significativos. Por el momento, no parece que as¨ª sea. La adopci¨®n de medidas concretas para expandir la democracia choca con una concepci¨®n de la estabilidad que sigue ocupando una posici¨®n infranqueable en la agenda de preocupaciones de la m¨¢xima dirigencia.
El dise?o de alto nivel que se proponen recrear los dirigentes chinos en los pr¨®ximos a?os, una especie de ingenier¨ªa pol¨ªtica de alta precisi¨®n, constituye todo un reto que debe culminar con la plasmaci¨®n de un sistema institucional con una fuerte carga cultural a sus espaldas, una especie de socialchinismo adaptado a las peculiaridades del pa¨ªs, pero sin poder rehuir el reconocimiento de derechos que late en una sociedad que no quiere ser masa y aspira a ser sujeto de sus propias decisiones.
En suma, lo que en realidad motiva este nuevo impulso es el l¨®gico af¨¢n de ultimar la modernizaci¨®n, pero tambi¨¦n el dar vida a un nuevo sistema que asegure tanto desarrollo como estabilidad. Y que igualmente suscite la admiraci¨®n que anta?o sent¨ªan los viajeros al descubrir su ex¨®tico universo. Esa es la esencia del sue?o que sugiere Xi Jinping: asombrar de nuevo al mundo. ?Lo lograr¨¢n?
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China y autor de China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping.
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