Las dos caras del ¡®fracking¡¯
La tecnolog¨ªa para liberar el gas ha contribuido a bajar los precios energ¨¦ticos
Un m¨¦todo gen¨¦rico para llevar a cabo una explotaci¨®n de shale gas (gas cautivo) es utilizar la t¨¦cnica de la fractura hidra¨²lica (fracking), que consiste en perforar el subsuelo e inyectar fluidos a alta presi¨®n, para as¨ª propiciar la aparici¨®n de caminos que liberen el gas y el petr¨®leo cautivo en las piedras. La incipiente actividad de fracking est¨¢ suponiendo una bendici¨®n para algunos y una maldici¨®n para otros. Se mire como se mire, hay dos lados de una misma moneda que suscitan cada vez m¨¢s controversia.
En la trastienda del ¨¦xito del fracking est¨¢ una figura controvertida y desconocida por estos lares: hablamos de George Mitchell. Curiosamente, el art¨ªfice y precursor del fracking tambi¨¦n presenta dos caras de una misma moneda, aunque con ciertas peculiaridades. Posiblemente a Mitchell no le conceder¨¢n un premio Nobel asociado con la ciencia ni tampoco un galard¨®n relacionado con la protecci¨®n medioambiental, a pesar de ser un excelente t¨¦cnico. El se?or Mitchell falleci¨® el pasado mes de julio, pero ha dejado una huella profunda tras su marcha. No fue el que descubri¨® el fracking, ni mucho menos, ya que es una tecnolog¨ªa que se utiliza desde los a?os 1940, pero demostr¨® ser un gran visionario que, gracias a su persistencia y resiliencia, consigui¨® perfeccionar la t¨¦cnica y popularizar la extracci¨®n del shale gas por todo el pa¨ªs. Anteriormente, la mayor¨ªa de explotaciones de tama?o peque?o y medio, que son las que ahora proliferan, simplemente no pod¨ªan ser rentables.
Mitchell representa bien el sue?o americano. Era el hijo de un humilde emigrante griego que ten¨ªa una peque?a zapater¨ªa en el pueblo de Galveston, una localidad costera cercana a Houston. Estudi¨® ingenier¨ªa del petr¨®leo y geolog¨ªa, con el convencimiento de que era posible extraer grandes cantidades de gas retenidos en los esquistos bituminosos o pizarras a un coste competitivo, algo que hasta entonces no parec¨ªa viable. Consigui¨® hacerse con los derechos de explotaci¨®n de una extensi¨®n de terreno conocida como The wildcatter?s graveyard, cerca de Fort Worth (Texas) y, a partir de entonces, se dedic¨® pacientemente a perforar el suelo durante m¨¢s de 20 a?os.
Hay riesgo de contaminaci¨®n del subsuelo y de causar se¨ªsmos
Por fin, en 1998, le lleg¨® el ¨¦xito, una vez que consigui¨® perfeccionar la t¨¦cnica utilizada: ten¨ªa 80 a?os. El se?or Mitchell (y su equipo) consiguieron optimizar la composici¨®n de los fluidos que se inyectan en las perforaciones y contribuyeron a mejorar las herramientas de perforaci¨®n para realizar estas operaciones. Tambi¨¦n le ayud¨® en su empresa la posibilidad de llevar a cabo perforaciones, tanto verticales como horizontales, lo que aument¨® mucho m¨¢s la eficiencia de las instalaciones. A partir de aqu¨ª, una aut¨¦ntica revoluci¨®n se inici¨® en el mercado de energ¨ªa americano.
Pero parece ser que George Mitchell combin¨® esta faceta con otra no tan conocida. Fue un defensor ac¨¦rrimo del medioambiente, por lo menos en los ¨²ltimos a?os de su vida. Hizo campa?a para que el gobierno regulara m¨¢s la actividad del fracking, argumentando que podr¨ªa perjudicar el medioambiente, especialmente si la tecnolog¨ªa se utiliza de forma poco apropiada. Su inter¨¦s por la conservaci¨®n ambiental ya se manifest¨® muy tempranamente (1974), cuando pens¨® que pod¨ªa desarrollar una poblaci¨®n con crecimiento sostenible. Por aquel entonces, se convirti¨® en el impulsor de algo parecido a una comunidad ecol¨®gica en una zona de bosques denominada The Woddlands, al norte de Houston, que actualmente integra desde grupos de viviendas sociales hasta lujosas y costosas mansiones. Desempe?¨® m¨²ltiples acciones filantr¨®picas en el estado de Texas, especialmente con importantes donaciones a las universidades y al soporte de varios programas medioambientales.
Su hijo, en una entrevista reciente a un medio de comunicaci¨®n, esgrimi¨® algo que denomin¨® ¡°la paradoja Mitchell¡±, haciendo referencia a ese esp¨ªritu inquieto y aglutinador de contradicciones que parec¨ªa tener su padre. Cit¨®, por ejemplo, que su progenitor cre¨ªa intensamente en el control de la poblaci¨®n, pero tuvo 10 hijos, o que hac¨ªa bandera de la sostenibilidad, pero nunca invirti¨® en energ¨ªa renovable.
Pero volvamos con las bendiciones y maldiciones del fracking. Las bendiciones son f¨¢ciles de anticipar. El fracking ha experimentado un crecimiento espectacular en EE.UU. en lo que llevamos de este siglo, lo que ha propiciado un sensible abaratamiento del coste de la energ¨ªa que pocos hubieran pronosticado hace apenas una d¨¦cada. Hay miles de explotaciones activas en Norteam¨¦rica que han supuesto nuevos puestos de trabajo, tanto directos e indirectos. Esta bendici¨®n tambi¨¦n parece extenderse a nivel de estrategia nacional e internacional: la energ¨ªa procedente del shale gas ya constituye m¨¢s del 25% del mercado de gas natural en Norteam¨¦rica, comparado con tan s¨®lo un 1% en el a?o 2000; incluso se abre el camino para que EE.UU. pueda llegar a convertirse en un exportador neto de gas a medio plazo.
Voces inquietas ya han puesto nombre a los da?os que se van produciendo por el camino: ¡®fraccidents¡¯
Aqu¨ª, en Europa, las cosas son distintas y predominan las maldiciones. Muchas empresas que desean llevar a cabo proyectos de fracking encuentran serias barreras de entrada, tanto administrativas como sociales, especialmente por el peligro medioambiental percibido: posible contaminaci¨®n del subsuelo, el riesgo de inducci¨®n de se¨ªsmos o la ingente utilizaci¨®n de agua que puede requerir el proceso de inyecci¨®n, entre otros inconvenientes. Al otro lado del Atl¨¢ntico tambi¨¦n prospera una creciente oposici¨®n social hacia esta peculiar industria, lo que ha propiciado la ralentizaci¨®n de su desarrollo en ciertas ¨¢reas, a trav¨¦s del decreto de prohibiciones y moratorias por parte de las autoridades pertinentes. Voces inquietas ya han puesto nombre a los da?os que se van produciendo por el camino: fraccidents.
Desde la esfera econ¨®mica son muchos los que abogan a su favor, adem¨¢s de los propios actores involucrados directamente con los beneficios de la explotaci¨®n. As¨ª, por ejemplo, algunas empresas del sector petroqu¨ªmico que requieren una utilizaci¨®n intensiva de energ¨ªa para fabricar sus productos, comienzan a dar la voz de alarma, denunciando el agravio comparativo que se est¨¢ produciendo entre Europa y EE UU, en estrictos t¨¦rminos de competitividad.
Conciliar estas dos facetas que tanto llegaron a apasionar a George Mitchell (fracking y sostenibilidad), ser¨¢ una de las cuestiones trascendentales para que se produzca el despegue definitivo del fracking en Europa. Liberar esos preciados recursos atrapados en las rocas puede ayudar a la vieja Europa a crear m¨¢s empleo, recaudar m¨¢s impuestos y tener una fuente de energ¨ªa extra y con menos dependencia del exterior. Parece una gran oportunidad que aprovechar. Pero, en cualquier caso, lo que est¨¢ muy claro, es que para llevar a cabo una actividad de este tipo, tendr¨¢ que ser de una forma responsable con el medioambiente y la comunidad, no sea que la moneda se decante definitivamente con su cara menos atractiva.
Xavier Alcober? es ingeniero consultor
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