Sobre historiadores nacionalistas
Guillermo P¨¦rez Sarri¨®n, en su art¨ªculo Catalu?a y la pasi¨®n por la causa (14 de noviembre de 2013), sostiene que los historiadores catalanes elaboramos una historia nacionalista y sesgada. Faltar¨ªa ver qu¨¦ entiende ¨¦l por ¡°historiograf¨ªa nacionalista¡± y si, dado que hace extensiva esa calificaci¨®n al colectivo, eso permite, rec¨ªprocamente, hablar de la historiograf¨ªa nacionalista espa?ola en la que podr¨ªa incluirse ¨¦l mismo. La canci¨®n es vieja y cargada de t¨®picos: solo suena a modernidad lo que tiene que ver con el Estado-naci¨®n espa?ol. En consecuencia, las Constituciones catalanas (no ¡°fueros¡±, como dice P¨¦rez Sarri¨®n) solo pod¨ªan ser privilegios estamentales, sin apreciar que si pon¨ªan l¨ªmites al poder del rey, a la fiscalidad y a la movilizaci¨®n para la guerra, no hay duda que tambi¨¦n beneficiaban a amplios segmentos de la poblaci¨®n. Claro que para poder asumir este punto de vista no coincidente con la versi¨®n oficial es preciso conocer realmente la historia de Catalu?a e interpretarla sin prejuicios. Lo mismo podemos decir sobre el crecimiento econ¨®mico catal¨¢n del XVIII que, a su juicio, fue posible gracias al nuevo r¨¦gimen borb¨®nico.
Hay que explicar las cosas claramente: en 1700 ya estaban sentadas las bases del futuro crecimiento gracias a una econom¨ªa orientada a la especializaci¨®n y al intercambio. El catastro borb¨®nico acab¨® sum¨¢ndose a las contribuciones existentes, sin sustituirlas, y report¨® grandes ingresos a la corona, adem¨¢s de alimentar la corrupci¨®n facilitada por la venta de cargos municipales. Por otra parte, la afirmaci¨®n de que ¡°los catalanes resultaron privilegiados por la nueva monarqu¨ªa¡± suena a boutade, si no fuera una visi¨®n hist¨®rica sesgada, atendiendo a la represi¨®n brutal que Felipe V ejerci¨® contra ellos y sus instituciones. Nos recuerda aquella tesis de la ¡°beneficiosa¡± modernizaci¨®n del franquismo, en la que los enormes costes pol¨ªticos, sociales y culturales no eran contemplados. Claro que es preciso el di¨¢logo entre historiadores: pero antes hay que estar dispuesto a no hacer generalizaciones gratuitas, atender al punto de vista del otro y, tal vez, matizar la versi¨®n oficial aceptando que hubo v¨ªas distintas de desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico en los territorios de la monarqu¨ªa hisp¨¢nica que configuraron mentalidades y proyectos diferentes de los hegem¨®nicos. Pero esta, a la par que el reconocimiento de la realidad plurinacional, es la gran asignatura pendiente en Espa?a. Y as¨ª nos va.
Por cierto: ninguno de los dos participamos en el congreso Espa?a contra Catalu?a. Esperamos que P¨¦rez Sarri¨®n nos perdone tama?a incongruencia.¡ª Joaquim Albareda y Borja de Riquer.
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