C¨®mo destruir a una persona
Acaba de estrenarse en Espa?a la pel¨ªcula Camille Claudel 1915, del director franc¨¦s Bruno Dumont. Es un film tremendo porque refleja una historia brutal, uno de los destinos de mujer m¨¢s tr¨¢gicos que jam¨¢s he conocido: la vida de Camille Claudel (1864-1943), maravillosa escultora, hermana del escritor Paul Claudel, amante de Auguste Rodin. Una artista destruida por los prejuicios de la ¨¦poca. Para peor, tras el suplicio de su vida el sexismo la conden¨® a esa segunda muerte que es el olvido. Escrib¨ª un cap¨ªtulo sobre ella hace casi veinte a?os en mi libro Historias de mujeres, y entonces anot¨¦ que la Enciclopedia Brit¨¢nica le daba foto y dos columnas de texto a Paul Claudel, pero a Camille, que estaba justo encima, s¨®lo le conced¨ªa la siguiente l¨ªnea: ¡°(C. 1883-1898), amante y modelo de Rodin¡±. Y lo m¨¢s indignante y alucinante era que las fechas s¨®lo abarcaban el tiempo que Camille comparti¨® con Auguste, como si, fuera de la cama del famoso escultor, ella ni siquiera hubiera existido.
Las nuevas tecnolog¨ªas han corregido en parte esta barbaridad. Hoy podemos googlear el nombre de Camille y encontrar numerosas entradas y, lo que es mucho m¨¢s importante para una artista, fotos de todas sus obras. Qu¨¦ feliz se sentir¨ªa Camille de saber que hoy sus trabajos pueden verse con s¨®lo pulsar una tecla¡ Antes de la llegada de Internet, sus hermosas esculturas estaban desperdigadas y perdidas en colecciones o museos remotos. Por lo menos hoy tenemos las fotograf¨ªas.
A Camille Claudel, el sexismo la conden¨® a esa segunda muerte que es el olvido
Hija de un registrador de la propiedad y de una terrateniente ultraconservadora que termin¨® siendo su mayor verdugo, Camille era bell¨ªsima, audaz, precoz, genial. A los doce a?os esculp¨ªa y modelaba tan bien que llam¨® la atenci¨®n de los artistas locales. Ya entonces su obra se parec¨ªa un poco a la de Rodin, aunque la ni?a no le conociera; es decir que, pese a lo que sosten¨ªa la Brit¨¢nica, Camille era Camille antes de conocer a Auguste. El registrador de la propiedad, librepensador, mand¨® a la hija a Par¨ªs a estudiar arte; Camille lleg¨® a la ciudad consciente de su talento y dispuesta a comerse el mundo. Y enseguida todo empez¨® a torcerse. A los 19 a?os se hizo amante de su maestro Rodin, que ten¨ªa 44 y estaba casado, de manera que siempre la mantuvo en el humillante puesto de la amancebada. Naturalmente, esa ca¨ªda en el pecado supuso su ruptura total con la familia. Rodin la utiliz¨® durante diez a?os de modelo y de ayudante, dos trabajos que eran normalmente remunerados pero que ¨¦l no le pag¨® jam¨¢s. Se ha hablado mucho de la influencia de Auguste (qu¨¦ nombre tan simb¨®lico, tan aplastante) sobre Camille, pero muy poco de la de Camille sobre Rodin: en los diez a?os que estuvo con ella, realiz¨® sus mejores obras, y tras separarse hizo poco m¨¢s que volver sobre los viejos temas, que quiz¨¢ surgieran, al menos en parte, de las ideas de la muchacha.
En cualquier caso, el tiempo pasaba y Camille no consegu¨ªa que nadie tomara en cuenta su trabajo. Era considerada un mero ap¨¦ndice de Rodin y su invisibilidad termin¨® siendo tan asfixiante que la escultora se separ¨® de ¨¦l para intentar sacar adelante su propia obra. Fue la lucha final, desesperada e in¨²til. Camille se mor¨ªa literalmente de hambre; no ten¨ªa dinero para los caros materiales de las esculturas ni para pagar modelos. D¨ªa tras d¨ªa su fracaso se fue haciendo m¨¢s y m¨¢s evidente, y al final Camille se rompi¨®. Sufri¨® una crisis nerviosa, depresi¨®n, delirios persecutorios con Rodin, a quien culpaba, no sin buena parte de raz¨®n, de su desgracia.
El 2 de marzo de 1913 muri¨® el padre de Camille, y el 10 de marzo, enviados por la cruel madre, dos enfermeros irrumpieron en casa de Camille y la internaron en un psiqui¨¢trico. Fue enviada a Montdevergues, un manicomio de siniestra reputaci¨®n muy lejos de Par¨ªs. Y all¨ª permanecer¨¢ rodeada de enfermos ps¨ªquicos muy deteriorados, en un lugar helador y sin nada que hacer m¨¢s que vegetar. Su madre jam¨¢s fue a verla; su hermano Paul s¨ª, muy de cuando en cuando, pero tampoco intent¨® ayudarla. Durante a?os, Camille implor¨® que la sacaran de all¨ª; luego, cuando menos que la mudaran de psiqui¨¢trico. Sus m¨¦dicos escribieron a la familia diciendo que Camille estaba lo suficientemente bien como para irse, pero todo fue en vano: la pobre Camille pas¨® 30 a?os en ese infierno, del que s¨®lo se liber¨® al morir. Esta maravillosa pel¨ªcula recoge unos d¨ªas de 1915 en Montdevergues, mientras Camille aguarda la visita de su hermano y a¨²n tiene esperanzas. Qu¨¦ desolaci¨®n, qu¨¦ desamparo; qu¨¦ magn¨ªfica est¨¢ Juliette Binoche como Camille; qu¨¦ hip¨®crita e indecente resulta Paul Claudel. Y qu¨¦ aterrador pensar en el destino de tantas mujeres que, como Camille, fueron encerradas de por vida en estos manicomios demoledores como castigo a su deseo de ser libres.
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