Retrasar lo inevitable
La reforma de las pensiones aplazar¨¢ el colapso del sistema con prestaciones cada vez m¨¢s bajas
El proyecto de Ley de Reforma de las Pensiones que empieza su tramitaci¨®n en el Senado presenta interrogantes de peso que el Ministerio de Trabajo, impulsor de la reforma, no acaba de despejar. En sustancia, el nuevo modelo de pensiones sustituye la revalorizaci¨®n indexada al IPC por otra unida a los ingresos y gastos del sistema; establece adem¨¢s un criterio de ajuste a partir de la jubilaci¨®n a los 67 a?os, de forma que la cuant¨ªa inicial de la pensi¨®n se recorte progresivamente en funci¨®n de lo que suba esa esperanza de vida. Estos factores de sostenibilidad de las pensiones, aunque sean necesarios para salvar el sistema de reparto, suponen un golpe a las percepciones de los pensionistas futuros y son dif¨ªciles de explicar pol¨ªticamente. Por ello, el Gobierno ofrece una leve compensaci¨®n que le sirve adem¨¢s para defender que no baja las pensiones: en tiempos de recesi¨®n garantiza una revalorizaci¨®n del 0,25% y en ¨¦pocas de prosperidad la subida ser¨¢ del IPC m¨¢s el 0,5%.
Ahora bien, las compensaciones a?adidas probablemente no evitar¨¢n que los pensionistas vayan a perder poder adquisitivo con el nuevo procedimiento, que satisface la exigencia comunitaria de desvincular las pensiones del IPC. A pesar de las evasivas, una proyecci¨®n moderada de pensiones y precios indica que esa p¨¦rdida se prolongar¨¢ durante al menos los pr¨®ximos 10 a?os. Aunque se produzca un aumento nominal de las pensiones, habr¨¢ una depreciaci¨®n real. Pensar que la revalorizaci¨®n m¨ªnima pueda estar por encima de la inflaci¨®n equivale a sostener que Espa?a sufrir¨¢ un proceso deflacionista prolongado, algo que parece improbable.
El nuevo sistema sancionado por el proyecto de ley puede garantizar la supervivencia del sistema actual de reparto, aunque algunos economistas y pol¨ªticos entienden que se ha quedado corto en el recorte de las prestaciones. Tampoco garantiza la suficiencia de las pensiones. De hecho, la supervivencia del sistema de reparto, afectada principalmente por una demograf¨ªa que aumenta sensiblemente el envejecimiento de la poblaci¨®n y eleva progresivamente el n¨²mero de a?os vividos despu¨¦s de la jubilaci¨®n, podr¨ªa conseguirse mediante la reducci¨®n paulatina, pero sistem¨¢tica, de la pensi¨®n percibida.
Editoriales anteriores
La proyecci¨®n demogr¨¢fica y laboral es pesimista: el envejecimiento de la poblaci¨®n (el INE prev¨¦ que a partir de 2017 haya m¨¢s muertes que nacimientos) reduce la relaci¨®n entre activos y pensionistas, hasta el punto de que en el a?o 2020 el sistema de pensiones podr¨ªa colapsar; la p¨¦rdida de calidad de los empleos y una tasa de paro persistente contribuir¨ªan a ese colapso; y el proyecto aprobado en el Congreso apenas retrasar¨¢ la crisis durante unos a?os. Un parche insuficiente. Por estas razones parece necesario considerar una reforma del sistema, que no trate simplemente de garantizar la supervivencia a costa de un descenso permanente de las pensiones, sino que reconozca factores de capitalizaci¨®n de las aportaciones de los trabajadores. Un modelo nuevo.
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