La forja de la coalici¨®n
La negociaci¨®n con el SPD pone a Merkel ante disyuntivas que afectan tambi¨¦n a la UE
Tras un mes de negociaciones, la canciller alemana, Angela Merkel, est¨¢ decidida a sellar, la pr¨®xima semana, la gran coalici¨®n de Gobierno con el Partido Socialdem¨®crata (SPD). Y, para apuntalarlo, la dirigente democristiana ha aceptado la principal exigencia de sus rivales: el establecimiento de un salario m¨ªnimo interprofesional.
Este paso hacia un pacto que garantiza la estabilidad pol¨ªtica es una buena noticia. Pero, parad¨®jicamente, enfrenta a Merkel a inevitables contradicciones. La canciller receta austeridad, recortes y flexibilizaci¨®n del mercado laboral a las econom¨ªas del sur de Europa, mientras relaja la presi¨®n en casa (ha propuesto tambi¨¦n subir algunas pensiones). Y al tiempo que consagra la mejora de la competitividad como una de sus prioridades, desde sus propias filas se le advierte de que est¨¢ negociando una ¡°agenda anticompetitiva¡±: fue justamente liber¨¢ndose de los cors¨¦s regulatorios (durante el mandato del socialdem¨®crata Gerhard Schr?der) como Alemania redujo el paro, impuls¨® el crecimiento y pas¨® de ser el enfermo de Europa a su locomotora.
La patronal asegura que un salario m¨ªnimo de 8,50 euros la hora, como pide el SPD, supondr¨¢ la p¨¦rdida de 500.000 puestos de trabajo, seg¨²n algunos c¨¢lculos. Y los afectados ser¨ªan b¨¢sicamente empleados a tiempo parcial, en general j¨®venes y poco cualificados que no alcanzan ese umbral (el 17% de la fuerza laboral). Los sindicatos tambi¨¦n recelan: si bien la medida pondr¨¢ coto a la espiral descendente de los salarios, puede afectar su poder en las negociaciones sectoriales.
Editoriales anteriores
Merkel no ha ocultado, con tono de resignaci¨®n, que le resulta un trago amargo. El sueldo m¨ªnimo no le parece adecuado y har¨¢ lo posible para paliar sus posibles efectos colaterales. Pero ha apelado al mandato de las urnas, que en septiembre la dej¨® a las puertas de la mayor¨ªa absoluta y abocada al pacto. Tampoco hay que descartar que la canciller busque tranquilizar a Bruselas, Washington y el FMI, que presionan a Alemania por su super¨¢vit comercial. Por lo pronto, la anquilosada Francia ha reaccionado con alborozo al anuncio, si bien algunos expertos dudan de que el salario m¨ªnimo vaya a tener un gran efecto dinamizador del consumo.
Los complejos tiempos que vive Alemania en la forja de la gran coalici¨®n exigen un ejercicio de responsabilidad que permita a los dos grandes partidos alemanes fijar una agenda coherente. Que, sin duda, no ser¨¢ solo una agenda para Alemania.
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