El m¨¦todo Gladwell: secretos de la vida de un superventas
El escritor de ¨¦xito masivo se ha convertido en un especialista en iluminar las zonas oscuras con su mezcla de periodismo, estudios cient¨ªficos, historia y filosof¨ªa. Desde su d¨²plex neoyorquino cuenta por qu¨¦ las dificultades pueden ser el motor de algo poderoso.
Un periodista de 37 a?os, brit¨¢nico afincado en Nueva York, publica su primer libro en el a?o 2000 y revienta las listas. Cinco a?os despu¨¦s publica el segundo, y las ventas combinadas de estos dos t¨ªtulos, solo en Estados Unidos, superan los cuatro millones y medio de ejemplares. ?Milagro? ?Fiebre? ?Moda? Puede que el hecho de que el debut editorial de Malcolm Gladwell fuera un an¨¢lisis de tendencias que se disparan, a primera vista de forma inexplicable, haya contribuido a la apabullante popularidad de la que goza. Escudri?¨® los mitos en La clave del ¨¦xito y ¨¦l mismo se aplic¨® el cuento. Pero lo cierto es que para entender su fenomenal ascenso hay que ir m¨¢s all¨¢ de la sacudida que ha generado en las cajas registradoras. Este periodista de la revista The New Yorker mezcla en su trabajo estudios cient¨ªficos, historia y filosof¨ªa, para iluminar las zonas grises de aquello que damos por sentado. Su objetivo es colocar junto a la certeza un signo de interrogaci¨®n.
Sirvan como ejemplo algunas de las cuestiones que plantea en su nuevo libro, David y Goliat, que el 27 de noviembre publica en Espa?a la editorial Taurus: ?Seguro que la dislexia es un inconveniente? ?Ir a una universidad de ¨¦lite es siempre la mejor decisi¨®n? ?Una clase con menos alumnos es, por principio, mejor? Las respuestas que ofrece no son lecciones de vida, sino matices que a?aden complejidad y datos curiosos: la idea com¨²nmente aceptada de lo que es una ventaja y una desventaja resulta demasiado estrecha; la dislexia ha sido un factor determinante en el ¨¦xito de uno de los mejores abogados de EE UU y una caracter¨ªstica que comparten un buen n¨²mero de exitosos emprendedores; una universidad mediana puede resultar m¨¢s adecuada; una clase demasiado peque?a es tan complicada de gestionar como una demasiado grande. ¡°Me gusta llevar la contraria, no me importa nada decir cosas que van en contra de la sabidur¨ªa popular, mirar algo que todo el mundo ve blanco y decir que es negro¡±, explica una tarde de domingo en el segundo piso de su espl¨¦ndido d¨²plex en el West Village. ?Qu¨¦ opina del g¨¦nero de autoayuda? ¡°No me gusta especialmente, pero, como en cualquier cosa, hay cosas muy, muy buenas y otras que no. Tambi¨¦n hay libros de historia malos. La idea de que la gente busca consejo en los libros es algo tan antiguo como la imprenta. Aprecio el rol que este g¨¦nero desempe?a¡±.
En ¡®La clave del ¨¦xito¡¯, Gladwell ¨Ccuyo apellido significa literalmente encantado y bien¨C propuso que la mejor manera de acercarse a fen¨®menos sociol¨®gicos como el descenso en picado del crimen en Nueva York o la omnipresencia de un modelo de calzado es contemplarlos como epidemias. Una tendencia se extiende de acuerdo a las mismas leyes que explican el contagio masivo de la gripe: por un lado est¨¢ el agente infeccioso en s¨ª; por otro, quienes lo esparcen, y en tercer lugar, el ambiente en el que operan. El punto de vista es fundamental para ¨¦l; la originalidad, una obligaci¨®n. Es el ¡°gur¨² de los perdedores¡±, escrib¨ªa recientemente sobre ¨¦l Tina Rosenberg en The Atlantic.
"Soy un entusiasta de las ciencias sociales, pero no ser¨ªa un buen cient¨ªfico"
En 1996 lleg¨® a The New Yorker y en el primer encargo que le dieron para el n¨²mero de moda decidi¨® hablar de camisetas en lugar de alta costura. ¡°Si todo aconteciera como pareciera que deber¨ªa ser, no habr¨ªa que explicar nada. Siempre he pensado que como periodistas tenemos que buscar lo que no es obvio y corregir las impresiones cuando est¨¢n mal fundadas¡±. Gladwell define su trabajo como ¡°no ficci¨®n pop¡±, esquivando la etiqueta de divulgaci¨®n cient¨ªfica en la que a menudo queda encajado. Y lo esparce en art¨ªculos, libros y cotizadas charlas.
Esta tarde oto?al viste pantal¨®n vaquero, camiseta de rayas de manga corta y calcetines de deporte. Anda descalzo. Es delgado y menudo, y sus rizos afro enfatizan el toque casual, incluso de cient¨ªfico despistado, aunque no encaja del todo en el clich¨¦. El pelo es herencia de su madre jamaicana, y cuando decidi¨® dejarlo crecer, la polic¨ªa le par¨® una noche al confundirlo no con un premio Nobel, sino con un violador. ?Las apariencias enga?an? ?Cu¨¢nta verdad se esconde tras las corazonadas? Inteligencia intuitiva. ?Por qu¨¦ sabemos la verdad en dos segundos?, permiti¨® a este autor analizar a fondo la ciencia que se esconde tras las primeras impresiones, esa que llev¨® intuitivamente al director del Metropolitan Museum a desestimar con una simple ojeada la autenticidad de una estatua kouros de la antigua Grecia ¨Cadquirida por el Getty en los ochenta¨C al sentir que era algo ¡°fresco¡±; o que permiten a un cient¨ªfico estadounidense, tras a?os analizando el comportamiento de parejas en una discusi¨®n, saber en apenas unos minutos si acabar¨¢n por separarse o mantendr¨¢n su uni¨®n. As¨ª que un r¨¢pido escaneo visual al pasillo que conduce a la sala de su casa no parece fuera de lugar. Ah¨ª est¨¢n las cajas y estanter¨ªas cubiertas con pl¨¢stico, debido a unas obras; las traducciones de sus exitosas obras a varios idiomas colocadas en las baldas. Una l¨¢mpara de pie y el ¨²nico cuadro que adorna el sal¨®n los compr¨® en Internet. Un hombre pr¨¢ctico, cabe pensar. ?Tambi¨¦n en su trabajo de investigaci¨®n? ¡°Desecho cerca de un 20% del material. Pero siempre est¨¢s inmerso en el proceso de ?tengo bastante? Si es mucho, aburres al lector, y si es poco, da?as tus argumentos¡±.
Le gusta concebir su trabajo como historias de aventuras que se centran en los muchos ¨¢ngulos desde los que es posible abordar una idea. La excelente salud de la que gozaban los habitantes de origen italiano de un pueblo, Roseto, en Pensilvania, acab¨® por convencer a los cient¨ªficos que estudiaron este caso que ni los genes, ni la dieta, ni el ejercicio eran el motivo de la sana anomal¨ªa: ¡°Era Roseto mismo¡±. Con este caso arranca Fueras de serie, el ensayo en el que Gladwell abord¨® los mitos que rodean el ¨¦xito. Y defiende que para entender los logros extraordinarios de unos cuantos hay que ver que ¡°son producto de su historia y su comunidad, de las oportunidades que tuvieron y la herencia recibida¡±.
?l, por su parte, es hijo de una psic¨®loga y un catedr¨¢tico de Matem¨¢ticas. Naci¨® en Inglaterra en 1963 y fue criado en Canad¨¢. Se licenci¨® en Historia por la Universidad de Toronto y, tras ser rechazado en varias agencias de publicidad, arranc¨® su sprint period¨ªstico en una revista en Indiana. De ah¨ª a The Washing?ton Post, donde trabaj¨® casi una d¨¦cada cubriendo temas de ciencia y negocios. Fue entonces cuando empez¨® a leer revistas acad¨¦micas y estudios en busca de ideas para reportajes, algo que sustenta buena parte de su trabajo. Los debates en torno a la educaci¨®n son uno de sus temas recurrentes. Un asunto pol¨¦mico. ¡°Es un tema perfecto porque es una experiencia que todos hemos tenido, hay estudios fant¨¢sticos y la gente est¨¢ abierta a escuchar nuevas ideas¡±. El caso es que el propio Gladwell genera fuertes debates. ¡°Sus respuestas son suficientemente astutas como para sugerir que el lector ha aprendido algo, sin importar si esto es cierto¡±, escrib¨ªa la cr¨ªtica de The New York Times ¨Cperi¨®dico en cuyos primeros puestos de las listas de ventas este autor es un cl¨¢sico¨C sobre su nueva obra, David y Goliat.
A menudo le acusan de usar estudios cient¨ªficos que saca del contexto donde fueron creados para sostener sus teor¨ªas, sin citar la amplitud de la muestra o los m¨¢rgenes de error a los que est¨¢n sujetos. ¡°Lo que queremos de un cient¨ªfico es profundidad; en cambio, los periodistas pueden permitirse ser amplios¡±, responde el aludido. ¡°Yo soy un cheerleader de las ciencias sociales, pero no ser¨ªa un buen cient¨ªfico¡±. Y a pesar de citar entre sus autores favoritos a Janet Malcolm ¨Cla misma que en su ensayo El periodista y el asesino disemin¨® la traici¨®n impl¨ªcita en el ejercicio del periodismo¨C, Gladwell, sorprendentemente, niega haberse enfrentado a ning¨²n problema ¨¦tico en el ejercicio de su profesi¨®n. ¡°Yo no estoy hecho para el trabajo hostil, no me gustan los enfrentamientos, tiendo a narrar de la manera que la gente quiere que escriba sobre ellos¡±.
No solo est¨¢ siempre al acecho de estudios publicados. Tambi¨¦n busca a gente que sepa contar su propia historia, ¡°que tenga alg¨²n grado de introspecci¨®n¡±. Un ejemplo lo encontr¨® en el improbable entrenador de un equipo de baloncesto de ni?as en California, un ingeniero inform¨¢tico indio que nunca hab¨ªa visto baloncesto. Su aparente desventaja fue un factor decisivo en su audacia al apostar por ejercer presi¨®n en toda la pista, durante todo el tiempo, en todos los partidos. La carencia fue fortaleza. La misma que permiti¨® al endeble pastor David abatir al gigante Goliat. ¡°No quiero que la lecci¨®n sea que debemos celebrar la adversidad. M¨¢s bien se trata de decir que las dificultades ocurren y a menudo son el motor de algo poderoso y precioso, y debemos tenerlo presente. Es un intento de dar esperanza a aquellos que han sufrido por el camino¡±.
El caso de un millonario hecho a s¨ª mismo que se preocupa por sus hijos, criados en la abundancia y sin el instinto de lucha que encauz¨® su destino, es uno de los ejemplos que Gladwell emplea para dar la vuelta al pensamiento convencional en su nuevo libro, donde presenta el concepto de los ¡°inmigrantes de la riqueza¡± del psic¨®logo James Grubman: esa primera generaci¨®n que crece en la abundancia. ??l siente algo parecido con sus nuevas obras? En absoluto, piensa que su ¨¦xito facilita el eco de su trabajo m¨¢s reciente.
Gladwell defiende que m¨¢s no es siempre mejor, que la cabeza de rat¨®n puede ser mucho mejor que la cola del le¨®n, que hay unas ventajas que est¨¢n relacionadas con la falta de recursos, que los ej¨¦rcitos m¨¢s d¨¦biles ganan a los m¨¢s fuertes y que la victoria depende de la osad¨ªa y audacia con que se afronte la batalla. Su carrera, a diferencia de la lucha de David, es ¡°bastante aburrida¡±. No ha hecho frente a grandes obst¨¢culos y ha trabajado en dos muy buenos sitios. ¡°Tampoco me siento Goliat, no formo parte de esas din¨¢micas¡±.
El consejo que una abuela dar¨ªa ¨Cque para muestra basta un bot¨®n y no cinco a?os de noviazgo para entender que alguien no ser¨¢ una buena pareja¨C cobra una dimensi¨®n cient¨ªfica bajo su sello. ¡°Abordo cuestiones de sentido com¨²n, y a partir de argumentos contra intuitivos busco formas interesantes de plantear puntos de vista radicales. Pero no puedes escribir un libro en el que absolutamente todo ponga en cuesti¨®n la sabidur¨ªa popular, eso es agotador¡±, concluye. ¡°Es interesante tomar algo muy establecido y aceptado y simplemente explicarlo de una manera nueva; me parece igual de atractivo que encontrar una conclusi¨®n nueva¡±. A la vista de los millones de lectores que han devorado sus libros, cabr¨ªa a?adir que hay algo tranquilizador en ver ideas confirmadas por los estudios citados. Tambi¨¦n es curioso y seductor. Antes de despedirse, Gladwell asegura que su objetivo no es buscar conversos, ¡°sino arrancar una conversaci¨®n¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.