Adi¨®s a una era
El desafuero de Silvio Berlusconi abre la puerta a la regeneraci¨®n de la pol¨ªtica italiana
La fren¨¦tica huida hacia delante de Silvio Berlusconi ha llegado a su fin. El mi¨¦rcoles, el Senado italiano le despoj¨® de su investidura, en aplicaci¨®n de una ley que veta el esca?o a los pol¨ªticos sentenciados en firme a m¨¢s de dos a?os de c¨¢rcel. ?l, desde luego, cumpl¨ªa el requisito. El Supremo confirm¨® en agosto su condena a cuatro a?os por fraude fiscal en el caso Mediaset. En las ¨²ltimas semanas, Berlusconi intent¨® evitar su expulsi¨®n con movimientos desesperados: reclam¨® un indulto presidencial, exigi¨® un nuevo juicio e intent¨® provocar una crisis de Gobierno para forzar elecciones. Todo en vano.
Ahora, con 77 a?os, desprovisto de su inmunidad parlamentaria, el tres veces primer ministro y pol¨ªtico m¨¢s influyente de Italia en los ¨²ltimos 20 a?os, deber¨¢ afrontar otros cuatro procesos judiciales, que van desde soborno a incitaci¨®n a la prostituci¨®n de menores. Un desenlace amargo para Berlusconi, pero amargo sobre todo para Italia, que se ve reflejada en el mismo espejo. Porque el auge de este dirigente carism¨¢tico y sin escr¨²pulos es fruto de una cultura pol¨ªtica patrimonialista y clientelar, refractaria a la ¨¦tica, que se nutre del servilismo de los aduladores y de la complicidad de los ciudadanos (y que no nos es tan lejana en Espa?a).
Quien m¨¢s tranquilo va a respirar a partir de ahora es, sin duda, Enrico Letta, el atribulado primer ministro, que ha sufrido como nadie las maniobras desestabilizadoras de Berlusconi mientras se afana por sacar al pa¨ªs de una recesi¨®n que dura ya dos a?os. Con el apoyo de los disidentes berlusconianos, agrupados en torno a Angelino Alfano en el Nuevo Centroderecha, la coalici¨®n de Gobierno sale reforzada y es menos vulnerable a los sobresaltos.
Editoriales anteriores
Claro que Berlusconi seguir¨¢ interfiriendo e intentando sabotear al Gobierno. Como ¨¦l ha dicho, se va del Parlamento, no de la pol¨ªtica. Tiene sobrados recursos financieros, una plataforma de medios a su servicio y el apoyo, todav¨ªa, de millones de compatriotas. Habr¨¢ que ver si, a la intemperie e inhabilitado, esa fidelidad se mantiene, sobre todo si se confirman nuevas condenas que lo llevar¨ªan, indefectiblemente, a un arresto domiciliario.
Todo apunta al fin de una era. Berlusconi irrumpi¨® hace 20 a?os abanderando una opci¨®n renovadora que result¨® ser un fiasco. Ojal¨¢ que su salida sea el comienzo, ahora s¨ª, de la regeneraci¨®n de la pol¨ªtica italiana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.