La pensi¨®n pill¨® al mafioso
Domenico Rancadore llevaba 19 a?os oculto en Londres junto a su mujer e hijos Escap¨® de Italia y se cambi¨® el apellido antes de ser condenado por asociaci¨®n mafiosa Su avaricia por cobrar la jubilaci¨®n le delat¨®, y ahora est¨¢ entre rejas
A Domenico Rancadore se lo trag¨® la tierra hace 19 a?os. ¡°Es un hombre muy peligroso, lo s¨¦ porque yo lo cri¨¦¡±. Gaetano Lima, un pentito (arrepentido) de la Mafia, lo dijo varias veces cuando se le interrog¨® en Italia a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n. De la noche a la ma?ana, Rancadore, un cargo menor de la Mafia que lleg¨® a estar al frente de la Cosa Nostra en el pueblo de Trabia (Sicilia), se hab¨ªa evaporado. Meses despu¨¦s, tambi¨¦n su esposa, Anna Mar¨ªa Macaluso Culcasi, hija de una brit¨¢nica y de un c¨®nsul italiano que vivi¨® destinado en Londres, y los dos hijos de la pareja, Giuseppe y Daniela, se esfumaban sin dejar rastro.
En Trabia a nadie le extra?¨®: Rancadore hab¨ªa vivido en los ochenta bajo arresto domiciliario mientras esperaba un juicio por asociaci¨®n mafiosa que acab¨®, como muchos otros, dej¨¢ndole en libertad. Pero tras los asesinatos de los jueces Falcone y Borsellino, en 1992, la ofensiva de la polic¨ªa italiana contra la Mafia se intensific¨® y Rancadore, pese a no ostentar grandes poderes dentro de la organizaci¨®n, volvi¨® a verse amenazado por la justicia, aunque esta vez, ante la lluvia de pentiti tras aquellos atentados, parec¨ªa bastante claro que no se librar¨ªa de la c¨¢rcel. Hab¨ªa pruebas m¨¢s que suficientes para condenarle por extorsi¨®n y asociaci¨®n mafiosa, y muchas voces dispuestas a acusarle. As¨ª que en 1994, antes de arriesgarse a perder su libertad, U Profissuri (el profesor), como se le conoc¨ªa en su pueblo ¡ªense?aba educaci¨®n f¨ªsica¡ª, decidi¨® dar una lecci¨®n magistral: desvanecerse y adem¨¢s desconectarse por completo del mundo de la Mafia, algo muy poco habitual en su entorno.
Pero a Rancadore, de 64 a?os, se le acab¨® la suerte el 8 de agosto, cuando trat¨® sin ¨¦xito de escapar de la polic¨ªa a las puertas de su casa en Londres, donde fue arrestado ante los ojos at¨®nitos de su mujer, a la que sus amigos brit¨¢nicos conoc¨ªan como Anne Skinner, apellido que tom¨® prestado de su madre y bajo el que viv¨ªa Rancadore como Mark Skinner. Desde 1998 pesaba sobre ¨¦l una condena in absentia de siete a?os de c¨¢rcel por asociaci¨®n mafiosa, un delito que no existe en el c¨®digo penal brit¨¢nico y que podr¨ªa complicar su extradici¨®n.
¡°Seguro que su esposa, hija de un c¨®nsul, ten¨ªa contactos para cambiar de apellido y no dejar rastro"
El lunes se celebr¨® la primera vista de un juicio que decidir¨¢ si se le extradita, y el juez, que en agosto le neg¨® la libertad condicional, parec¨ªa ablandarse. Pero la fiscal¨ªa apel¨®. En un giro dram¨¢tico de los acontecimientos, el mi¨¦rcoles Rancadore sufr¨ªa un infarto no grave y el jueves su libertad condicional quedaba definitivamente revocada. ¡°Pese a sus problemas de salud, las probabilidades de que intente escapar son demasiado altas¡±, proclam¨® el juez del Tribunal Superior de Londres.
Pero ?c¨®mo pudo Rancadore vivir durante tantos a?os al margen de la justicia? ?Y c¨®mo fue descubierto? Su pensi¨®n de jubilado, que cobraba tranquilamente del Estado italiano desde que cumpli¨® los 60, es la clave.
Llevaba 19 a?os viviendo en el barrio de Uxbridge, en Londres, donde sus vecinos le observaban sacarle brillo con fruici¨®n a su Mercedes-Benz y a su Jaguar, una costumbre t¨ªpica del sur de Italia, pero poco habitual en Londres. ¡°Pens¨¢bamos que era un ch¨®fer, ya que dedicaba mucho tiempo a sus coches y siempre iba vestido con trajes elegantes¡±, comentaba tras su arresto una vecina. ¡°Le conozco muy bien y es uno de los mejores vecinos que se pueda tener. Lleva a?os en el barrio, sus hijos han crecido junto a los m¨ªos¡±, dec¨ªa otra en la prensa brit¨¢nica.
Pero Rancadore no era ch¨®fer, sino un mafioso reconvertido en amo de casa huyendo de su pasado. Su esposa trabajaba al frente de una empresa de alquiler de coches exclusivos, seg¨²n explic¨® a este diario en conversaci¨®n telef¨®nica el periodista y escritor Attilio Bolzoni, uno de los mayores especialistas en la Mafia de Italia. Seg¨²n ¨¦l, el mayor pecado de este ¡°mafiosillo de segunda¡± ha sido su avaricia. ¡°Solo un enfermo de avaricia puede hacer algo tan tonto como reclamar la pensi¨®n cuando la justicia te persigue. Y eso puso a la polic¨ªa italiana sobre su pista. Si no, quiz¨¢ nunca lo hubieran encontrado. Lo que resulta escandaloso es que, pese a estar en la lista de los pr¨®fugos mafiosos m¨¢s buscados del Ministerio del Interior, haya estado cobrando su jubilaci¨®n durante a?os sin problemas¡±.
Pero tampoco es tan f¨¢cil desaparecer sin ayuda, y a juzgar por el circuito de v¨ªdeo y la alt¨ªsima valla que rodeaba su casa, Rancadore siempre temi¨® que le encontraran. ¡°Seguramente su mujer, al ser hija de un c¨®nsul, ten¨ªa buenos contactos en Reino Unido y solo as¨ª pudieron cambiar de nombre y no dejar rastro¡±, sugiere Bolzoni.
Domenico y Anna se enamoraron en los setenta en Trabia, donde ella ejerc¨ªa como profesora. No le import¨® de d¨®nde ven¨ªa su marido, hijo de Giuseppe Rancadore, un capofamiglia mafioso local. El mayor alegato en su defensa durante el juicio lo hizo precisamente ella: ¡°Quer¨ªamos que nuestros hijos vivieran en una atm¨®sfera diferente, ya que all¨ª [por Sicilia] de lo ¨²nico que se habla es de la Mafia. No hab¨ªa nada contra ¨¦l cuando nos fuimos. Quer¨ªamos huir de nuestro apellido¡±. Pero no renunciaron a ¨¦l para cobrar su jubilaci¨®n y la codicia acab¨® con ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.