Cercados cineg¨¦ticos
A pesar de que nuestro pa¨ªs est¨¢ obligado a conservar los h¨¢bitats naturales de la flora y fauna en virtud de directivas europeas, la realidad es que no es as¨ª. Un ejemplo clamoroso es el de los cercados cineg¨¦ticos que inundan nuestras sierras, fundamentalmente los Montes de Toledo y Sierra Morena. Esas vallas met¨¢licas quitan a los animales silvestres, principalmente al ciervo, su alimentaci¨®n natural, sus migraciones peri¨®dicas y, en definitiva, su libertad para poder ser abatidos m¨¢s f¨¢cilmente (a eso no se le puede llamar cazar). Otra consecuencia es la endogamia, pues al tratarse de animales aislados y no poder cruzarse con otros, terminan todos emparentados, lo que se traduce en una disminuci¨®n de la supervivencia y la reproducci¨®n por p¨¦rdida de diversidad gen¨¦tica. Otro aspecto es el de los incendios, que cuando se producen les causan la muerte al no poder huir. Y, por ¨²ltimo, el agua, pues en aquellas fincas cercadas donde no exista una corriente natural o habi¨¦ndola se haya secado, tienen que recurrir a embalses artificiales con el consiguiente riesgo de enfermedades propias de las aguas estancadas. El Plan Andaluz de Caza recogido en el Decreto 232/2007 de 31 de julio recoge con precisi¨®n esta problem¨¢tica. Pues bien, a pesar de todo lo dicho, los siguen permitiendo.
Para finalizar, una curiosa contradicci¨®n. Cuando se construy¨® la l¨ªnea de ferrocarril para el AVE, se destinaron muchos miles de euros (entonces pesetas) para realizar pasos que permitieran a los animales silvestres el tr¨¢nsito de un lado a otro de las v¨ªas a trav¨¦s de las alambradas que las proteg¨ªan, por considerarlo un ¡°impacto ecol¨®gico¡± y, sin embargo, no se considere lo mismo los miles y miles de kil¨®metros de cercados cineg¨¦ticos que inundan esas mismas sierras.¡ª ?lvaro Valverde de Diego.
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