La gata en la azotea
La actriz Macarena Garc¨ªa sali¨® de ¡®La llamada¡¯, el ¨¦xito teatral de culto de la temporada madrile?a, para transformarse durante unas horas en una ¡®top¡¯ de los noventa. La inspiraci¨®n: las musas del fot¨®grafo Peter Lindbergh
Avisar, avisa: ¡°Desde que tengo memoria paso el d¨ªa cantando y bailando. Y sigo igual. Hay ocasiones en que me dicen, ¡®por favor, Macarena, d¨¦jalo ya¡±. No hay que compartir demasiado tiempo con ella para verificarlo. Mientras trabaja se dedica a sus responsabilidades con la profesionalidad y dedicaci¨®n de una matrona germ¨¢nica. Pero Macarena Garc¨ªa puede echarse a cantar en cualquier momento, como hac¨ªan todas esas musas de Peter Lindbergh, las grandes top models de los noventa, en el c¨¦lebre v¨ªdeo de George Michael para el tema Freedom! 90. Pasea por la azotea como una de ellas. Y en ese fen¨®meno encontramos la inspiraci¨®n para la sesi¨®n fotogr¨¢fica.
Es un d¨ªa milagrosamente c¨¢lido de oto?o en Madrid y la actriz se pasea vestida con un bikini negro modelo a?os sesenta. Impresiona. Es exuberante como una Pen¨¦lope Cruz juvenil, pero en las pausas entre fotos parece que tomase aire con un estribillo. El que sea.
Con toda soltura se cubre el bikini con un abrigo y sin quitarse los zapatos con un tac¨®n apto para una operaci¨®n de microcirug¨ªa, baja las escaleras que conducen al s¨®tano, donde tendr¨¢ lugar la charla. Ah¨ª sustituye el abrigo por un jersey de su novio, m¨²sico en el grupo 84, que le tapa no m¨¢s abajo de media pantorrilla. Se sienta frente a una ensalada de comedor de colegio y utiliza un bafle abandonado como mesa. Es la vampiresa menos intimidante que quepa imaginar. Habla r¨¢pido, apenas toca la ensalada (nadie puede culparle por eso) y sonr¨ªe sin parar. Es una chica de una normalidad absoluta. Una madrile?a de 25 a?os que insiste en que ha llegado a esto ¡°por casualidad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.