Espa?a est¨¢ por reformar
Tras seis a?os de crisis, la sociedad espa?ola carece de un proyecto de pa¨ªs. Necesita cambios econ¨®micos profundos, una readecuaci¨®n del modelo de Estado y profundizar en la uni¨®n fiscal y social con Europa
Espa?a afronta una profunda crisis econ¨®mico-social en ausencia de un horizonte esperanzador. Esta falta de un proyecto de pa¨ªs ha sido la base sobre la que han reemergido las tensiones territoriales, pulsiones que recorren nuestra historia, pero que solo pasan a la escena central cuando no hay un objetivo com¨²n. Esta orfandad de un horizonte se hace m¨¢s dolorosa ante las incertidumbres del proyecto europeo, el anhelo que hab¨ªa aunado a generaciones previas. Y todo ello, bajo a una crisis de la pol¨ªtica, que dificulta la toma de decisiones. Espa?a enfrenta, por tanto, una crisis poli¨¦drica que no se resolver¨¢ autom¨¢ticamente con la vuelta al crecimiento, sino cuando los espa?oles recreemos un nuevo espacio p¨²blico compartido en el marco europeo.
La crisis econ¨®mica solo ha encontrado una salida cuando la agenda de reformas se ha centrado en profundizar en la integraci¨®n de la eurozona y que a¨²n con lentitud se va implantando. La europeizaci¨®n de la supervisi¨®n de las entidades bancarias est¨¢ permitiendo que la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s del BCE comience a alcanzar a toda la zona euro, canalizando as¨ª una bajada de las primas de riesgo y, con ello, una senda de ajuste fiscal menos severa. Ahora bien, si ya es ampliamente aceptado que solo saldremos de esta crisis con una uni¨®n monetaria m¨¢s integrada, este camino exigir¨¢ revisar tambi¨¦n aquellas regulaciones nacionales que pudieran dificultar tal consolidaci¨®n (seguros de desempleo, sistemas de pensiones, tributaci¨®n del capital, etc¨¦tera). Por tanto, hay que abrir un nuevo debate en Europa acerca del futuro de la parte del Estado de bienestar que tendr¨¢ dif¨ªcil encaje si se mantiene su actual regulaci¨®n nacional. As¨ª, tras la uni¨®n bancaria toca impulsar una uni¨®n fiscal y social que viabilicen tales pol¨ªticas p¨²blicas, que inspiran el modelo social europeo.
En todo caso, Espa?a tiene pendiente una agenda de reformas nacionales. En el terreno econ¨®mico, el saneamiento del sector financiero ha dado un paso adelante con el apoyo directo de Europa, una recapitalizaci¨®n iniciada despu¨¦s, por cierto, de un primer semestre del actual Gobierno muy inestable. Aun as¨ª, ser¨¢ necesario mantener una monitorizaci¨®n puntual del sector ante la evoluci¨®n de la morosidad a la espera de ese cierre definitivo de la uni¨®n bancaria, la palanca fundamental para acelerar el flujo de cr¨¦dito. Por otra parte, hay que acometer una reforma laboral que incentive la creaci¨®n de empleo y ofrezca una mayor estabilidad a los trabajadores temporales. Es urgente dotar de un canal de tr¨¢nsito desde la contrataci¨®n temporal hacia la indefinida, sin que medien decisiones discrecionales por el camino. Hay que modernizar las pol¨ªticas activas de empleo y mejorar la generosidad de las pol¨ªticas pasivas en el caso de los desempleados de larga duraci¨®n. Y hay que reequilibrar el poder en la negociaci¨®n colectiva con la creaci¨®n de convenios nacionales-sectoriales que den cobertura a las negociaciones de empresa y eliminando la capacidad de decisi¨®n unilateral.
El sistema actual de las autonom¨ªas carece de instituciones de cooperaci¨®n
Junto a esto, el pa¨ªs est¨¢ hu¨¦rfano de una pol¨ªtica energ¨¦tica e industrial, que aprendiendo de los errores previos (burbujas sectoriales, d¨¦ficit de tarifa, etc¨¦tara), encuentre y diferencie los espacios de actividad del Estado y del mercado. Asimismo, hay que redoblar la lucha por la competencia efectiva en los mercados, como el mejor instrumento para ampliar oportunidades y evitar el acoso al consumidor.
El pa¨ªs debe impulsar tambi¨¦n una reforma fiscal. Si Espa?a aspira a disponer de un Estado plenamente europeo, esta misi¨®n no se puede acometer con unos ingresos fiscales nueve puntos porcentuales del PIB por debajo al promedio de la eurozona. Este incremento no debe centrarse en quienes ya tributan, especialmente los asalariados, sino en quienes defraudan o eluden, rentabilizando en este caso la mara?a regulatoria. No es razonable que el tipo impositivo efectivo entre las grandes empresas ronde el 10%, mientras que las pymes tributan al 25. Tampoco lo es que la riqueza se parapete tras sociedades para no ser gravada. As¨ª pues, hay que abordar una reforma profunda que debiera partir de un gran acuerdo de pa¨ªs sobre las bases imponibles, aun cuando la izquierda y la derecha difieran despu¨¦s en los tipos impositivos. Este consenso es central porque debe dar continuidad a una actualizaci¨®n del Estado de bienestar y del propio modelo de Estado.
Aun cuando una parte del Estado de bienestar debe europeizarse, existe todav¨ªa un amplio espacio para la actuaci¨®n de los pa¨ªses. En este campo, Espa?a debe focalizar los esfuerzos en la educaci¨®n y en los primeros a?os de vida. El principal foco de desigualdad y reducci¨®n de oportunidades se sustancia en la infancia, especialmente en momentos como el actual dado el lacerante nivel de desempleo. Adem¨¢s, hay que desarrollar mejoras en los sistemas de gesti¨®n sanitaria, sin privatizarla. Asimismo, es urgente un programa contra la pobreza a corto plazo, que minimice tambi¨¦n sus efectos negativos sobre la igualdad de oportunidades a largo.
Debemos focalizar los esfuerzos colectivos en la educaci¨®n y en los primeros a?os de vida
Adicionalmente, ese acuerdo fiscal debe sustentar una reforma del sistema de financiaci¨®n, cuya revisi¨®n deber¨¢ responder a una readecuaci¨®n del modelo de Estado. Por una parte, el actual Estado de las Autonom¨ªas carece de instituciones de cooperaci¨®n, dado que el constituyente desconoc¨ªa el resultado ¨²ltimo del proceso descentralizador. Por otra parte, no podemos esconder que el choque de legitimidades entre el Tribunal Constitucional y el refer¨¦ndum sobre texto estatutario en Catalu?a, aun contando con todas las garant¨ªas, ha tensionado las costuras del pa¨ªs. Por tanto, hay que abrir, en todo caso con interlocutores leales, una actualizaci¨®n del consenso constitucional, sin esperar ¡°cerrar definitivamente¡± el Estado de las Autonom¨ªas, pero s¨ª encauzar institucionalmente tales tensiones.
Por ¨²ltimo, Espa?a hace frente a estos retos con el instrumento del cambio, la pol¨ªtica, atravesando su propia crisis. Hace ya m¨¢s de una d¨¦cada que todas las instituciones de intermediaci¨®n entraron en una crisis estructural. La prensa, las discogr¨¢ficas o los partidos han perdido el monopolio de la intermediaci¨®n. En el terreno pol¨ªtico, hemos pasado del elector cuatrienal a un ciudadano en red, que interact¨²a pol¨ªticamente de manera cotidiana, pero el modelo de participaci¨®n partidista sigue apegado a una sociolog¨ªa periclitada. Adem¨¢s, este desaf¨ªo estructural, que exige una reinvenci¨®n de la pol¨ªtica, ha coincidido en el tiempo con la crisis econ¨®mico-social y territorial y, por supuesto, con la emersi¨®n de nuevos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n sist¨¦mica. Por todo ello, la pol¨ªtica se encuentra muy cuestionada y aunque a¨²n no han surgido voces totalizadoras, el riesgo de fragmentaci¨®n democr¨¢tica comienza a ser notable. Es necesario, pues, revitalizar la acci¨®n pol¨ªtica para fortalecer la democracia representativa y eso pasa por una reforma org¨¢nica de los partidos pol¨ªticos que le elimine las barreras de entrada y haga porosa la relaci¨®n entre electores y elegidos. El PSOE ha iniciado ese camino en la Conferencia Pol¨ªtica, pero la reforma debe ser m¨¢s profunda y universal.
En fin, Espa?a acumula seis a?os de crisis econ¨®mica, que comienza a estabilizarse de la mano de una revisi¨®n de la estrategia europea, focalizada ahora en profundizar en la uni¨®n. En todo caso, hay que avanzar ya sobre la uni¨®n bancaria e impulsar una uni¨®n fiscal y social, que asienten las bases de un Estado de bienestar europeo. Adem¨¢s, Espa?a necesita una renovada agenda de reformas, que actualice nuestra econom¨ªa y fortalezca el Estado de bienestar nacional, para lo cual resulta central una reforma fiscal que responda tambi¨¦n a una revisi¨®n del modelo de Estado. Y para todo ello, el pa¨ªs necesita una remodelaci¨®n interna de los partidos.
Sin duda, ya no podemos decir: ¡°Espa?a est¨¢ enteramente por hacer¡±; como enunci¨® Indalecio Prieto. En los ¨²ltimos 35 a?os se ha modernizado este pa¨ªs como nunca antes en su historia. Ahora bien, s¨ª debemos afirmar conscientes de nuestro deber: Espa?a est¨¢ enteramente por reformar.
Jon¨¢s Fern¨¢ndez es director del Servicio de Estudios de Solchaga Recio & asociados y autor de Una alternativa progresista (Deusto).
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