Mandela pertenece al mundo
Al contrario que otros pol¨ªticos, llev¨® a sus compatriotas hacia el perd¨®n
Martin Luther King Jr. dijo en una ocasi¨®n: "Si un hombre no ha descubierto nada por lo que est¨¦ dispuesto a morir, no merece vivir". Nelson Mandela fue un hombre que alberg¨® toda su vida el ideal de una sociedad libre, un ideal con el que, como proclam¨® durante su juicio en Pretoria en abril de 1964, esperaba vivir, pero por el que, si era necesario, estaba dispuesto a morir.
Ha muerto como vivi¨® siempre, como un esp¨ªritu libre. Mandela no mand¨® grandes ej¨¦rcitos ni gobern¨® un vasto imperio. No hizo grandes haza?as cient¨ªficas ni tuvo dotes art¨ªsticas. Pero los hombres, mujeres y ni?os de todo el mundo se dan hoy la mano para rendir tributo a este hombre valiente que llev¨® a su pa¨ªs a la democracia.
La muerte de Nelson Mandela se?ala el fin de una era, no solo para Sud¨¢frica, sino para todo el mundo.
El que fue presidente de Sud¨¢frica deja un legado muy variado. A Mandela se le respeta en todo el planeta como s¨ªmbolo de la no violencia y la paz. Sus principios de reconciliaci¨®n y justicia no retributiva son una gran fuente de inspiraci¨®n para los activistas de los derechos humanos y de la libertad en todo el mundo.
Su filosof¨ªa del perd¨®n puede servir de mucho en futuras transiciones no violentas de pa¨ªses como Ir¨¢n y Siria.
El talento genial de Mandela fue su capacidad para hacer que sus compatriotas blancos y negros aceptaran compartir un futuro com¨²n y pasaran la p¨¢gina de su tr¨¢gico pasado del apartheid. Esa mezcla de compasi¨®n y pragmatismo es muy poco frecuente entre los l¨ªderes mundiales. El carisma de Mandela estaba en su fortaleza de car¨¢cter, en que siempre defendi¨® lo que consideraba justo frente al Gobierno blanco autoritario de Sud¨¢frica, y en el poder de su humildad y su modestia.
La comparaci¨®n con Mahatma Gandhi es inevitable. No solo porque Mandela dijo, en un art¨ªculo aparecido en la revista Time en enero de 2000, que hab¨ªa sido su inspiraci¨®n, sino porque Gandhi vivi¨® y luch¨® en Sud¨¢frica entre 1893 y 1914. Como Mandela medio siglo despu¨¦s, Gandhi experiment¨® el racismo de la clase dirigente blanca del pa¨ªs y organiz¨® una lucha no violenta por los derechos de los indios en Sud¨¢frica.
La lecci¨®n de Mandela es la confluencia perfecta de no violencia y pol¨ªtica
Sin embargo, a diferencia de Gandhi, Mandela ejerci¨® el poder, y eso entra?a otros retos. Durante su presidencia, su visi¨®n de Sud¨¢frica era una sociedad cuyos logros sociales beneficiar¨ªan a blancos y negros. Su objetivo era construir y afianzar una sociedad democr¨¢tica y multirracial en un pa¨ªs en el que los supremacistas blancos pod¨ªan fomentar la violencia entre negros por los conflictos existentes entre el Congreso Nacional Africano y varios dirigentes zul¨²es.
Es extraordinario que, en una situaci¨®n tan dif¨ªcil, Mandela lograse consolidar las cualidades sociales y pol¨ªticas que hab¨ªa perfeccionado, primero como activista del ANC, y despu¨¦s con autodisciplina, durante los a?os de c¨¢rcel. Su brillante estratagema de unir al pa¨ªs en torno a la selecci¨®n nacional de rugby fue una manera de encontrar un elemento en com¨²n entre la minor¨ªa blanca temerosa y los sudafricanos de otras razas para quienes los Springboks eran un s¨ªmbolo del apartheid.
Como Gandhi, Mandela fue un gu¨ªa moral para sus compatriotas, y, al contrario que muchos otros pol¨ªticos y activistas, les guio hacia el perd¨®n. Sol¨ªa decir: "Si existe el sue?o de una bella Sud¨¢frica, existen caminos que llevan a esa meta. Dos de esos caminos son la bondad y el perd¨®n".
Mandela sab¨ªa que, para que el perd¨®n significara algo, las v¨ªctimas y los culpables deb¨ªan encontrar un lenguaje com¨²n y una idea com¨²n de futuro. Para construir ese lenguaje, mezcl¨® la tradici¨®n africana del Ubuntu, la "humanidad hacia otros", con el arte de la pol¨ªtica.
Pero Nelson Mandela adquiri¨® el esp¨ªritu del Ubuntu como el camino que uno debe seguir para conocer el perd¨®n y otorg¨¢rselo a otros. Esa conciencia del Ubuntu surgi¨® de sus 27 a?os de c¨¢rcel, tras los cuales declar¨®: "Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atr¨¢s toda la ira, el odio y el resentimiento, seguir¨ªa siendo prisionero".
Es una idea dif¨ªcil para muchos de nosotros, que seguimos concibiendo la libertad y la justicia en relaci¨®n con la violencia, la venganza y el castigo. Por eso, el triunfo de Mandela no reside solo en lo que consigui¨® en Sud¨¢frica -el Estado de derecho, la libertad de expresi¨®n y la celebraci¨®n de elecciones libres y justas-, sino en su lecci¨®n imperecedera para la posteridad: la de la confluencia perfecta de no violencia y pol¨ªtica.
Mandela inspir¨® al mundo con su fe en la verdad y la justicia para toda la humanidad. Su vida fue el mensaje de la no violencia por encima del poder, intentar conciliar nuestras diferencias y vivir en armon¨ªa, respetando y amando incluso a nuestro enemigo. Hoy, Mandela pertenece no solo a Sud¨¢frica, sino al mundo entero.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto.
? 2013 Global Viewpoint Network / Tribune Media Services.?
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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