La regeneraci¨®n urbana deber¨ªa ser regeneraci¨®n social
FOTO: Pedro Pegenaute
Al borde del recinto amurallado, en el norte del Casco Hist¨®rico de Pamplona, estas viviendas para realojos quieren ser escenario para una doble regeneraci¨®n: la de la vida de sus moradores y la de la ciudad. Los arquitectos Carlos Pereda y ?scar P¨¦rez saben que el contacto revitaliza, tambi¨¦n que el aislamiento agudiza los problemas. Por eso, cuando ganaron el concurso para proyectar las viviendas de quien se ve¨ªa obligado a cambiar de casa trataron de evitar el efecto frontera del borde amurallado. No es este un asunto f¨¢cil. Al muro se suma la diferencia topogr¨¢fica en esta zona de la ciudad, junto al Paseo de Ronda por eso el contacto, y la consecuente revitalizaci¨®n urbana, se complica, se pospone en esta intervenci¨®n. La arquitectura no pide tiempo. Y para eso no debe hablar de un momento espec¨ªfico.
Como sucede en los cascos antiguos, el nuevo edificio nace de las ruinas de un inmueble anterior y, como sucede en las zonas lim¨ªtrofes, la obra deb¨ªa servir de bisagra entre la ciudad antigua (rematando el contacto) y una futura plaza abierta del ensanche urbano.
¡°Lo peque?o no es menor en este proyecto¡±, explican los arquitectos. Y es cierto que la escala, la fragmentaci¨®n y la suma de piezas se barajan aqu¨ª con el color y la textura del nuevo edificio para asentarlo nada m¨¢s llegar. Para darle pertenencia desde el principio a partir de lo m¨¢s visible.
Tras esa piel visible llega lo que no se ve: los huecos. Los huecos en esquina dan la cara y ¡°evitan lo superfluo que el tiempo acaba borrando como mecanismo integrador¡±, explican los arquitectos. Ellos pretenden que su edificio hable. Pero que hable de paciencia, de tranquilidad. En un lugar que cierra el casco hist¨®rico la velocidad del tiempo la marca lo existente, la armon¨ªa en la calle. El ritmo de la vida de los habitantes es un asunto interno, sucede dentro de casa, cuando la arquitectura permite esa opci¨®n, tomar decisiones para integrarse y, sin embargo, para mantener una vida propia. Por eso por dentro cada piso es un mundo.
La ubicaci¨®n de la escalera aprovechando el espacio reparte la planta en dos partes: 40 metros ¨²tiles a un lado y, a su derecha, 65 metros m¨¢s, el espacio para un apartamento y para una vivienda de dos dormitorios. Las plantas crecen, sin embargo, a medida que la escalera asciende y se libera el n¨²cleo de comunicaciones. De ese modo, las seis viviendas resultantes son todas distintas: de 40, 65, 75, 90 y 120 metros cuadrados.
As¨ª, el interior es secreto y libre. El exterior sigue la traza del orden de la calle, el orden desordenado o desorden ordenado con el que hablan las fachadas sin necesidad de decir su nombre.
El pasaje de acceso tiende tambi¨¦n un puente entre el espacio p¨²blico de la calle y el dom¨¦stico de las viviendas.
Y los nuevos pisos, sin dar gritos, hablan, a su modo tranquilo, de m¨¢s cambios: ¡°Con mucho desarrollo de fachada y poca profundidad, la organizaci¨®n interna de los pisos deb¨ªa cambiar la pauta habitual en esta ¨¢rea de la ciudad donde las zonas nobles se sit¨²an pr¨®ximas a las calles dejando los dormitorios al interior¡±, explican los proyectistas. Aqu¨ª los dormitorios dan a las calles laterales y las ¨¢reas de estar y m¨¢s publicas de vivienda est¨¢n volcadas a la futura plaza p¨²blica. Esa plaza es importante. Seis familias la mirar¨¢n a diario.
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