Tokio ense?a los dientes
Shinzo Abe va a reforzar el poder militar de Jap¨®n para contener el expansionismo chino
Jap¨®n se ha dotado por primera vez de una estrategia de seguridad nacional que, junto a un cat¨¢logo de sus necesidades militares a corto plazo, cambia de manera sustancial su aproximaci¨®n al asunto. El documento aprobado ayer por el Gobierno nip¨®n, solo semanas despu¨¦s de que Pek¨ªn declarase una zona a¨¦rea restringida sobre los islotes que ambos pa¨ªses se disputan en el mar oriental de China, ilustra la voluntad del primer ministro Shinzo Abe para hacer de Jap¨®n un poder militar m¨¢s fuerte e independiente, capaz de contener, llegado el caso, el expansionismo chino en la regi¨®n.
Las crecientes tensiones territoriales con China alejan a Jap¨®n de las restricciones doctrinales que le impone su Constituci¨®n. Pek¨ªn lleva una d¨¦cada aumentando su gasto militar por encima del 10%. Tokio no puede competir con esta expansi¨®n formidable, y sigue considerando a Estados Unidos su definitivo escudo en caso de guerra. Pero por primera vez en 11 a?os, y durante los pr¨®ximos cinco, va a incrementar modestamente su presupuesto, sobre todo para comprar el tipo de armamento naval y a¨¦reo que puede utilizarse en la defensa de los islotes que controla y que China reclama. Significativamente, Tokio ha decidido formar una fuerza anfibia de asalto, sobre el modelo de los marines estadounidenses. Su flamante doctrina estrat¨¦gica, que pretende tambi¨¦n acabar con la autoimpuesta prohibici¨®n de exportar armamento, considera que Pek¨ªn est¨¢ intentando cambiar por la fuerza el statu quo en los mares circundantes, algo incompatible con el orden internacional.
El poder¨ªo econ¨®mico y militar creciente suele acarrear un apetito territorial parejo, sobre todo en reg¨ªmenes profundamente nacionalistas. En el este de Asia, China y Jap¨®n nunca han sido potencias dominantes a la vez, y, en el comienzo del siglo XXI, Pek¨ªn, en ascenso inexorable, considera a Tokio un poder declinante. El potencial de conflicto est¨¢ agudizado por el hecho de que China, aunque primer mercado de los productos nipones, mantiene muy viva la memoria de las atrocidades de los soldados japoneses entre 1931 y 1945. El coloso asi¨¢tico, sin explicitarlo, no acepta ya un orden regional que considera caduco y que quiere forzar por m¨¦todos inadmisibles. Este es el contexto que alimenta la posibilidad de un choque armado, aunque pueda tener como pretexto unos pe?ascos deshabitados.
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