El reto de dar respuesta a los riesgos geol¨®gicos
Las millonarias p¨¦rdidas de Lorca, El Hierro y la planta ¡®Castor¡¯ podr¨ªan ser mucho menores
En los ¨²ltimos tres a?os han ocurrido en Espa?a tres riesgos de origen geol¨®gico que han ocasionado enormes p¨¦rdidas y alarma social, incluso v¨ªctimas mortales. Nos referimos al terremoto de Lorca, la erupci¨®n volc¨¢nica submarina de la isla de El Hierro y el reciente caso del almacenamiento de gas desde la plataforma Castor en aguas de Castell¨®n. En Lorca el terremoto que caus¨® el desastre fue de magnitud 5,1, pero las condiciones geol¨®gicas del subsuelo donde se asienta la ciudad amplificaron las ondas s¨ªsmicas y causaron da?os desproporcionados para dicha magnitud. Se conoc¨ªa el subsuelo y la peligrosidad s¨ªsmica y se dispon¨ªa de mapas que se?alaban las zonas donde se podr¨ªan dar los fen¨®menos de amplificaci¨®n, pero la norma sismorresistente fue insuficiente y la planificaci¨®n urbana no tuvo en cuenta los citados mapas. 1.500 edificaciones se destruyeron, algunas de ellas de muy reciente construcci¨®n. Hubo nueve v¨ªctimas mortales y 334 heridos y unas p¨¦rdidas estimadas en unos 1.200 millones de euros. En El Hierro, la erupci¨®n submarina de 2011 oblig¨® a tomar medidas extraordinarias de protecci¨®n civil, produci¨¦ndose p¨¦rdidas estimadas en unos 20 millones de euros. La erupci¨®n no fue anticipada ni tampoco se dispon¨ªa de informaci¨®n suficiente para prever la naturaleza del fen¨®meno volc¨¢nico y su posible peligrosidad, por lo que tales medidas estuvieron justificadas ante las incertidumbres cient¨ªficas. En 2013 se produjo el cierre de la planta Castorpara almacenamiento de gas natural. Peque?os terremotos, que no excedieron la magnitud de 4,2, alarmaron a la poblaci¨®n lim¨ªtrofe y provocaron el cierre de la planta. La sismicidad inducida por la inyecci¨®n no fue prevista, a pesar de ser un fen¨®meno previsible en casos semejantes. Si el cierre es definitivo las p¨¦rdidas podr¨ªan alcanzar los 1.750 millones de euros.
En solo los tres ¨²ltimos a?os las posibles p¨¦rdidas por los citados riesgos suman 2.970 millones de euros. Ante esta situaci¨®n alarmante para nuestra econom¨ªa, deben extraerse una serie de ense?anzas para evitar el grave impacto econ¨®mico y social de los riesgos naturales o inducidos. Se ha insistido desde distintos foros cient¨ªficos en la necesidad de mejorar la coordinaci¨®n e integraci¨®n de las distintas instituciones de investigaci¨®n, en este caso geocient¨ªficas. Valga como ejemplo de un intento frustrado en este sentido el proyecto aprobado en 2005 y 2006 por las c¨¢maras del Senado y del Parlamento de Canarias, respectivamente, para crear el Instituto Volcanol¨®gico de Canarias como un centro integrador y coordinador de todas las instituciones relacionadas con el riesgo volc¨¢nico en Espa?a. A pesar del amplio acuerdo entre pol¨ªticos y cient¨ªficos ha sido imposible conseguir este objetivo.
Es inaceptable la contribuci¨®n del Estado a la investigaci¨®n en ciencias de la Tierra
Tambi¨¦n es inaceptable la contribuci¨®n del Estado al fomento de la investigaci¨®n en ciencias de la Tierra. En la actual convocatoria del plan estatal de subvenciones a proyectos de I+D se han destinado 85,5 millones de euros para el conjunto de todas las ¨¢reas cient¨ªficas, no figurando en este plan ning¨²n subprograma espec¨ªfico en geo-ciencias. Por otro lado, la propia Administraci¨®n hace escaso uso de este tipo de cient¨ªficos, cuya presencia es muy baja. Sin ir m¨¢s lejos, el propio Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a ¡ªorganismo p¨²blico de investigaci¨®n en geolog¨ªa y miner¨ªa¡ª tiene cada vez menos peso institucional, adem¨¢s de carecer de competencias en sus propios campos de actuaci¨®n, como por ejemplo en los riesgos por terremotos o por erupciones volc¨¢nicas, o en la ordenaci¨®n del medio f¨ªsico y en el medio ambiente.
La reciente casu¨ªstica nos sit¨²a como un pa¨ªs muy vulnerable a los riesgos geol¨®gicos naturales o inducidos, aun no habi¨¦ndose producido eventos de alta intensidad, pero que han dejado v¨ªctimas mortales y una sociedad que desconf¨ªa y rechaza las nuevas tecnolog¨ªas, como en el caso del Castor, y no se explica c¨®mo no se pudo evitar el desastre de Lorca o las p¨¦rdidas en la econom¨ªa de El Hierro, donde sus casi 10.000 habitantes viven principalmente del turismo.
El avance tecnol¨®gico de los ¨²ltimos a?os ha impuesto una serie de retos a la explotaci¨®n de recursos energ¨¦ticos y de materias primas que tambi¨¦n pueden implicar riesgos medioambientales de dif¨ªcil aceptaci¨®n social. La compatibilizaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas al servicio de la sociedad implica disponer de avanzados conocimientos cient¨ªficos que sustenten el desarrollo tecnol¨®gico y sirvan de instrumento eficaz a la Administraci¨®n en la compleja tarea de informar a la sociedad, cuya postura es de entrada negativa a la implantaci¨®n de tecnolog¨ªas que supongan cualquier tipo de amenaza; preg¨²nteles a los afectados por la planta Castor, o a los mallorquines y a los canarios ante la explotaci¨®n de hidrocarburos en sus aguas.
La sociedad suele ser reacia a las innovaciones tecnol¨®gicas
El almacenamiento geol¨®gico del CO2 o de gas natural en reservorios geol¨®gicos, la explotaci¨®n de hidrocarburos en el mar o a partir de la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica (fracking), la energ¨ªa geot¨¦rmica, la explotaci¨®n de minas a cielo abierto, o el almacenamiento de residuos radiactivos, son ejemplos de nuevas tecnolog¨ªas que pueden contribuir a satisfacer y abaratar la demanda energ¨¦tica y que, en contraposici¨®n, tenemos a una sociedad que no participa ni recibe la informaci¨®n necesaria, por lo que se est¨¢ generando un clima de rechazo ante cualquiera de estas tecnolog¨ªas, que por otra parte son pieza necesaria para el desarrollo y la competitividad.
Muchos de estos problemas de aceptabilidad social pueden ser evitados con la aportaci¨®n del conocimiento geol¨®gico a la toma de decisiones, que deben ser consensuadas y basadas en una informaci¨®n cient¨ªfica rigurosa que ofrezca tanto las soluciones como las incertidumbres. En dichas decisiones la sociedad tiene que jugar un papel activo y participativo. Un ejemplo de consenso y participaci¨®n social, pol¨ªtica y cient¨ªfica, fue el caso de la presa de Itoiz en Navarra, 2004, donde se produjo una gran alarma social ante los terremotos inducidos por el llenado del embalse, el mayor de los cuales alcanz¨® una magnitud de 4,6. En la actualidad la presa est¨¢ plenamente operativa, la sismicidad es inapreciable y la alarma social ha desaparecido.
La prevenci¨®n, mitigaci¨®n y control de los riesgos geol¨®gicos es una de las tareas de mayor necesidad y urgencia en un planeta en el que cada a?o las p¨¦rdidas econ¨®micas y de vidas humanas crecen exponencialmente desde las ¨²ltimas d¨¦cadas. Estos riesgos pueden, en muchos casos, evitarse con medidas adecuadas o, al menos, mitigarse. Es uno de los grandes retos pendientes y que no admiten demora, pues aunque en Espa?a en el ¨²ltimo siglo apenas hemos sufrido riesgos geol¨®gicos importantes, los recientemente acaecidos son suficientemente elocuentes de lo que est¨¢ en juego.
Luis I. Gonz¨¢lez de Vallejo es catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa Geol¨®gica en la Universidad Complutense de Madrid.
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