Explorando la V¨ªa L¨¢ctea
A un euro por europeo, la sonda que explora la galaxia es la met¨¢fora perfecta de esa otra Europa que todav¨ªa es posible
Impresiona lo mucho que ignoramos sobre nuestra propia aldea c¨®smica, la enorme galaxia espiral a la que llamamos V¨ªa L¨¢ctea. Para empezar, ni siquiera sabemos cu¨¢ntas estrellas tiene: cualquier cosa entre 100.000 millones y cuatro veces esa cifra es compatible con nuestro conocimiento actual. Tampoco sabemos cu¨¢ntos brazos tiene, ni c¨®mo se originaron, ni c¨®mo est¨¢n distribuidas las estrellas ni d¨®nde alberga la misteriosa materia oscura necesaria para explicar su comportamiento gravitatorio. No sabemos si ha crecido engullendo galaxias m¨¢s peque?as o si pronto har¨¢ lo mismo con galaxias vecinas como las Nubes de Magallanes.
El telescopio espacial europeo Gaia fue lanzado la semana pasada desde la base espacial de Kourou para rellenar esos huecos del conocimiento. Los ingenieros espaciales manejan con naturalidad unos conceptos que al resto de los mortales nos parecen pura poes¨ªa m¨ªstica. El destino de Gaia es una regi¨®n situada a un mill¨®n y medio de kil¨®metros, llamada Punto de Lagrange?2, donde los influjos gravitatorios de la Tierra y el Sol se compensan para generar un equilibrio de fuerzas estable.
Desde all¨ª podr¨¢ estudiar a placer ¡ªcon una precisi¨®n equivalente a la necesaria para ver desde la Tierra la pupila de una persona en la Luna¡ª las grandes maravillas que la V¨ªa L¨¢ctea depara a la curiosidad y la tecnolog¨ªa: sistemas estelares m¨²ltiples en complejas danzas gravitatorias, planetas que orbitan en torno a estrellas lejanas, posibles mundos tan aptos para la vida como el nuestro. Y tambi¨¦n las ecuaciones que rigen el cosmos a gran escala, escritas por Einstein hace casi un siglo y hasta ahora imbatidas en su contraste con la realidad.
En el proyecto trabajan 400 cient¨ªficos, de los que 45 son espa?oles. El telescopio necesita temperaturas extremadamente bajas, y el parasol que lo proteger¨¢ de la radiaci¨®n solar ha sido construido ¨ªntegramente por una empresa espa?ola. Uno de los seis institutos que se ocupar¨¢n de procesar los datos ser¨¢ el Centro de Supercomputaci¨®n de Barcelona, y los resultados estar¨¢n disponibles para todos los investigadores. A un coste de un euro por europeo, Gaia es la met¨¢fora perfecta de esa otra Europa que todav¨ªa es posible.
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