Tregua de Navidad
En 1914, los soldados que combat¨ªan en frentes enemigos lograron detener por unos d¨ªas la barbarie
La guerra es la guerra. ¡°Escribo esto en un hoyo muy avanzado cavado en la tierra a unos 150 m de la trinchera enemiga¡±, apunt¨® Ernst J¨¹nger el 4 de enero de 1915 en su Diario de guerra (1914-1918). ¡°A todo lo m¨¢s 80 m de nosotros yacen unos 6-8 franceses muertos, que est¨¢n ah¨ª desde hace ya unos meses¡±, dice poco despu¨¦s. Luego afina: ¡°Con mis prism¨¢ticos echo de ver el color de putrefacci¨®n, ceniciento, casi negro, del rostro de uno de ellos¡±.
La guerra es la guerra, pero la que se desencaden¨® el 28 de julio de 1914 y no termin¨® hasta el 11 de noviembre de 1918 fue muy distinta de cuantas hab¨ªa habido hasta entonces. Se concibieron pocas maniobras elegantes, no abundaron las cargas exitosas de la caballer¨ªa, ni existi¨® nada parecido a una corta batalla decisiva. ¡°Se trataba, m¨¢s bien, de una guerra de desgaste donde los hombres eran asesinados desde la distancia por un enemigo que rara vez ve¨ªan¡±, ha escrito Margaret MacMillan, una de las grandes conocedoras de aquella carnicer¨ªa.
J¨¹nger fue uno de los millones de j¨®venes que terminaron en el frente. Enseguida supo de qu¨¦ iba aquello. En cuanto llegaron al primer pueblo pr¨®ximo al frente, explica, ¡°tres silbidos cruzaron el aire por encima de nosotros¡±. No le cost¨® descubrir d¨®nde impactaban esos silbidos: ¡°El primero que vi estaba cubierto de sangre y gritaba con voz ahogada y ronca socorro, socorro. Al segundo le colgaba la pierna suelta desde el muslo¡±.
En medio de semejante horror, el 24 de diciembre de 1914, los soldados que se disparaban desde frentes enemigos situados a pocos metros empezaron a cantar villancicos. Se calcula que m¨¢s de 100.000 soldados frenaron en distintos lugares por unos d¨ªas la barbarie. Salieron de sus trincheras, buscaron a sus enemigos, cantaron con ellos. En Ypres, B¨¦lgica, los soldados alemanes y brit¨¢nicos jugaron un partido de f¨²tbol en esa tierra de nadie que los separaba y que, enseguida, volver¨ªa a separarlos. A muerte.
Fue un gesto de paz por la Navidad. Y estos d¨ªas hacen falta gestos similares. Tambi¨¦n en Espa?a. Algo que frene el abuso de poder de quienes nos gobiernan. Escuchas unos silbidos por el aire y te han quitado m¨¢s derechos. Paremos un instante: ?Feliz Navidad!
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