Falsear encuestas, falsear conciencias
Los sondeos destinados a averiguar el conocimiento y uso del euskera, con los que el Gobierno vasco proclama el ¨¦xito su pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, son tramposos. Solo el 13% de los vascos lo utiliza habitualmente
Me temo que al lector le sonar¨¢ a problema de menor cuant¨ªa..., hasta que descubra ya sin remedio que es bastante mayor que lo que imagina. Voy a referirme a un aspecto apenas nombrado de las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas nacionalistas, esa herramienta b¨¢sica de la construcci¨®n nacional en Catalu?a y Euskadi. Si me limito a esta ¨²ltima comunidad, no descarto que el an¨¢lisis valga tambi¨¦n ¡ªen menor medida¡ª para la primera.
La pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica vasca no solo es injusta por los fundamentos ¨¦tico-pol¨ªticos en que descansa y los perversos efectos que produce. Sin duda es asimismo injusta, por el m¨¦todo que emplea para medir sus avances. Quiero decir que las peri¨®dicas encuestas destinadas a averiguar la realidad del conocimiento y uso del euskera, con las que las autoridades proclaman los ¨¦xitos de esa pol¨ªtica..., son muy poco de fiar. Dicho sin remilgos, son tramposas. Este juicio se aplica tambi¨¦n a los resultados de la ¨²ltima Encuesta Socioling¨¹¨ªstica del Gobierno Vasco del a?o 2011 recientemente publicados y de los que informaba este peri¨®dico (2 de diciembre). Pero quienes conocen la trampa o la sospechan siguen callados por mor de una prudencia que linda con la cobard¨ªa. Los Gobiernos que quieren seguir enga?ando necesitan gente que desee enga?arse.
En realidad, tales sondeos no detectan el grado de conocimiento y uso de la lengua vasca entre nosotros. Lo que buscan medir es, a lo sumo, la autoconciencia de los ciudadanos vascos acerca de su nivel de dominio y uso de esa neolengua, pero no de su efectivo dominio y ejercicio cotidiano. Vamos, que se trata de creer a esos ciudadanos bajo palabra. ?Deber¨ªamos tambi¨¦n los profesores ahorrarnos los ex¨¢menes que verifican el provecho acad¨¦mico de nuestros alumnos y dejar que se autocalifiquen en cada materia?
Pues hay que presuponer un sesgo subjetivo a favor del vascuence, es decir, que el encuestado se atribuya un conocimiento bastante mayor y un uso m¨¢s intenso del que posee. Las razones de esa segura desviaci¨®n son varias y a cu¨¢l m¨¢s esperable. Primera, la natural inclinaci¨®n a creernos mejores de lo que somos. Segunda, la universal tendencia al conformismo, a hacer y decir lo que suponemos socialmente mayoritario (y el temor al aislamiento si decimos o hacemos lo contrario). Y tercero, entre los nacionalistas y allegados, las abundantes incitaciones a hinchar su presunto saber acerca de esa lengua: la confusi¨®n entre la realidad y el deseo, la necesidad de justificar los duros esfuerzos de aprendizaje, rentabilizar sus sacrificios o lavar su conciencia culpable, el prop¨®sito de servir a su causa pol¨ªtica... Estas y otras variables falsean las respuestas e invalidan muchas conclusiones del estudio.
A pesar del derroche presupuestario, el uso del euskera
ha crecido un 2,5% en los ¨²ltimos 22 a?os
En definitiva, de esas encuestas por v¨ªa telef¨®nica (??!!) no se desprende cu¨¢ntos conocen y usan el vascuence, sino cu¨¢ntos dicen conocerlo y usarlo. No informan de cu¨¢ntos quieren de veras aprenderlo, sino solo de cu¨¢ntos responden querer aprenderlo. Tampoco informan de cu¨¢ntas horas dedicar¨ªan estos a tal empe?o y de qu¨¦ otras aficiones restar¨ªan ese tiempo. ?Por qu¨¦ no pedir a cada encuestado que ordene jer¨¢rquicamente algunas de sus preferencias de atenci¨®n p¨²blica, ya sea de un empleo m¨¢s asequible, mejores servicios asistenciales, ampliaci¨®n de las instalaciones deportivas o adquisici¨®n del euskera? ?O que valore de 1 a 10 qu¨¦ desear¨ªa primero para su hijo: la obtenci¨®n del t¨ªtulo universitario o de una beca de estudios, una estancia en el extranjero, un contrato de trabajo seguro, el conocimiento del ingl¨¦s... o el dominio del euskera? De todo eso no sabemos nada porque al encuestador (a la postre, el Gobierno vasco) no le conviene preguntarlo. Imaginen por qu¨¦.
En cuanto a las supuestas actitudes del ciudadano hacia la promoci¨®n de esa lengua, los criterios para detectar su sinceridad son m¨¢s dif¨ªciles de establecer. Por eso mismo son tan propicios a la ¡°correcci¨®n pol¨ªtica¡±: porque las respuestas no cuestan nada y no comprometen a nada. Pero que se consulte de la manera apropiada a qui¨¦n elegir¨ªan como m¨¦dico de cabecera o maestro: a la persona de mejor expediente acad¨¦mico y amplia experiencia profesional, si bien con escasas o nulas nociones de vascuence; o a otra de curr¨ªculo mediocre y m¨¢s corta experiencia, aunque en posesi¨®n de alg¨²n t¨ªtulo que le acredita como euskald¨²n.
En esta ¨²ltima encuesta del Gobierno vasco solo un 27% de encuestados confiesa manejarse bien en euskera, aun cuando el 75% de ese mismo sector reconoce que habla mejor el castellano. En los incesantes sondeos de este tipo, sin embargo, quienes manifiestan desear un mayor conocimiento de la ¡°lengua propia¡± de su comunidad ascienden a un porcentaje nada desde?able (en la CAV el 63%, en Navarra el 38%). Lo sospechoso es que tantos acepten imponerse unas obligaciones que durante d¨¦cadas han sido reacios a satisfacer y que pospongan otras iniciativas p¨²blicas que les ser¨ªan de bastante mayor inter¨¦s individual y colectivo. Tan escandaloso como que esa mayor¨ªa que solo conoce y emplea nuestra lengua com¨²n est¨¦ hoy matriculando a sus reto?os en el modelo D, o sea, en la inmersi¨®n en euskera. O que muchos de esos pocos que dicen hablar el euskera con soltura, prefieran conversar en castellano; pero que eso no les impida sostener a la vez que el euskera es el idioma ¡°por excelencia¡± de los vascos...
La falta de libertad ante la pol¨ªtica del euskera no es fruto del miedo a ETA, sino al control social de "los nuestros"
Es de temer entonces que no solo est¨¦n falsificados los resultados de estas encuestas, sino antes y sobre todo la conciencia misma de buena parte de quienes las responden. Llam¨¦mosla hip¨®crita, conformista o atemorizada, pero el diagn¨®stico parece indudable. La falta de libertad de expresi¨®n ante la pol¨ªtica del euskera no ha sido fruto directo del miedo a ETA, sino del miedo al control social de ¡°los nuestros¡±. Y con ello se falsea, asimismo, la impresi¨®n que sacan los extra?os, que tienden a¨²n a creer en nuestra realidad nacional al toparse por doquier con r¨®tulos, folletos, carteles, top¨®nimos, etc¨¦tera en ambos idiomas y a fiarse sin reservas de datos como estos que les ofrecen.
As¨ª que no se confundan. Pese a su cuant¨ªa tan reducida, las cifras obtenidas mediante esas consultas telef¨®nicas a¨²n est¨¢n infladas. Para verificarlo, acudamos a la VI Medici¨®n del Uso de las Lenguas en la Calle (2011) llevada a cabo por el Cluster de Socioling¨¹¨ªstica, bajo el patrocinio de dos departamentos del Gobierno vasco y de las cuatro Diputaciones forales. Seg¨²n este estudio, basado en la observaci¨®n directa, solo el 13,3% de los vascos recurre habitualmente al euskera, lo que significa que su uso est¨¢ pr¨¢cticamente estancado y que durante los ¨²ltimos 22 a?os (1989-2011) ha crecido nada m¨¢s que en un 2,5% (aunque se dispare, eso s¨ª, el derroche presupuestario de esa partida). Hay diferencias por territorios, claro: en Guip¨²zcoa los hablantes ascienden hasta el 32,7%, mientras que en Vizcaya se quedan en el 9,4%, en Navarra en el 5,7% y en ?lava alcanzan justamente el 4%. Llama la atenci¨®n que en capitales como San Sebasti¨¢n ese porcentaje sea el 15,9%, igual que el medido hace 10 a?os. Tal vez no se lo crean, pero en Vitoria y en Bilbao los usuarios rondan el 3% y en Pamplona oscilan alrededor del 2,5%.
Si el dato m¨¢s revelador de la pujanza de una lengua es su uso efectivo, y si solo este ofrece el fundamento de los derechos ling¨¹¨ªsticos..., saquen las consecuencias. Y si hici¨¦ramos una pregunta expresa sobre las razones de un empleo tan exiguo del euskera, la respuesta sincera m¨¢s probable del ciudadano medio ser¨ªa esta: ¡°Porque apenas tengo necesidad ni ocasi¨®n de servirme de esa lengua¡±. ?Habr¨¢ alg¨²n valiente que se atreva a declararlo?
Todo esto se lleva denunciado en la prensa local bastantes a?os. Ni el gremio de soci¨®logos, ni las empresas de investigaci¨®n contratadas ni los propios servicios del Gobierno vasco se han dado nunca por aludidos. Cosas de la timidez, supongo.
Aurelio Arteta es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
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