La fragua del pedal
Visitamos el taller del hombre que un d¨ªa se pregunt¨® c¨®mo se fabricar¨ªa una bicicleta y que hoy es de los pocos artesanos que vende en Espa?a veloc¨ªpedos hechos a mano
Una bicicleta est¨¢ compuesta por once tubos. Es simple. El proceso mediante el cual esos hierros se transforman en un veloc¨ªpedo, sin embargo, no tanto. Requiere maquinaria especializada, ingenier¨ªa y horas. A menos, eso s¨ª, que se haga como Andr¨¦s Arregui Vel¨¢zquez, con soplete, racores, plata, una fresadora, Glenn Gould y una botella de agua Vichy. Con estos elementos, uno de los pocos artesanos de la bici que hay en Espa?a ¨Cno llegan a la decena¨C convierte acero inoxidable en una maravilla de dos ruedas.
Arregui invierte 40 horas en fabricar cada bici. Cuestan entre 1.700 y 5.000 euros
En su fragua, sita en un edificio industrial de finales del siglo XIX en el centro de Madrid, Arregui opera con la experiencia de quien lleva a?os haciendo bicis a mano. ¡°Estaba acabando el doctorado en Qu¨ªmicas y me busqu¨¦ un sitio donde experimentar y probar con las bicicletas¡±, recuerda. As¨ª, comenz¨®, por hobby y en 2009, a ensamblar cuadros de bicicleta. Solo y sin maestro en una g¨¦lida buhardilla madrile?a. Algo de romanticismo hab¨ªa en su planteamiento. ¡°Cuando la producci¨®n se deslocaliz¨® a China, se hundi¨® el negocio. Los armadores m¨¢s decanos se retiraron; sus aprendices cambiaron de sector¡±. Por eso tuvo que aprender ¡°a las bravas¡±: mucho libro, mucho Internet y mucho ensayo y error al principio. Luego, golpe de suerte mediante, el ne¨®fito Arregui localiz¨® a un par de constructores retirados que le transmitieron su saber.
Once tubos y tres meses
¡°No tienen nada que ver las bicis que hago ahora con mis primeras creaciones¡±, afirma el orgulloso creador. Antes de ponerse a hilvanar metales, se debe generar un boceto de la bicicleta. Un trabajo que realiza junto con el cliente usando Bikecad, un programa de ordenador que permite dibujar bicicletas. La finalidad de esta parte del proceso es la misma que en todo dise?o: adaptar la mec¨¢nica del aparato a las necesidades de su usuario; a su altura, a su peso, a su estilo y al uso que le va a dar.
Entonces empieza el trabajo. Un trago de agua con gas. Gafas de sol ¡°de las m¨¢s baratas¡±. Gould en el iPod. Y el soplete empieza a crepitar. Fino e implacable, Arregui doma a fuego y va dando forma al acero inoxidable. En total, 40 horas por bicicleta. Un par m¨¢s para comprobar que todo est¨¢ en orden. Y desde que se la encargan hasta que la entrega pasan unos tres meses, ¡°en funci¨®n de las que tenga en proyecto¡±, apunta.
Debe hacer entre siete y diez al a?o. Aunque el modelo de producci¨®n asi¨¢tico barri¨® con este oficio, las bicicletas artesanas viven actualmente un momento de auge gracias a la consolidaci¨®n de las dos ruedas en la movilidad urbana y a la moda.
Las creaciones de Arregui no duran en el trasl¨²cido escaparate de Ciclos Noviciado, la tienda que abri¨®, con tres socios m¨¢s, debajo de su taller. Los due?os esperan con ansia montarlas. Aparte del placer de estrenar bici a medida, han pagado por ella entre 1.700 y 5.000 euros. ¡°Una comercial en el mismo rango de precios no se adapta a ti como una hecha a mano¡±, reivindica el armador. Y razona: ¡°Es todo un placer sostener una bici y ver que eso lo has creado t¨²¡±. Once tubos. Una obra de artesan¨ªa. Es simple.
Mi bici, mi obra
Las bicicletas hechas a mano, triunfan en Europa. Su primer certamen de veloc¨ªpedos artesano se celebr¨® en 2009 en Alemania. Pero donde m¨¢s afluencia hay es en Reino Unido, que tiene su propia cita y que el a?o pasado reuni¨® a m¨¢s de 6.000 visitantes y 80 expositores.
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