Dejad que los ni?os tomen la cocina
Si 'Masterchef Junior' ha servido para descubrir a alg¨²n chaval que hay un mundo apetecible m¨¢s all¨¢ de la pasta con tomate y el pollo con patatas fritas, lo doy por bueno
?No les pasa que a veces les gustan cosas que no deber¨ªan gustarles? ?Que no encajan con el resto de sus preferencias, ni con sus aficiones, ni con su personalidad, pero que aun as¨ª no pueden dejar de disfrutar? A m¨ª, demasiado. Soy bastante indie-mo?a y detesto el rock f¨¢lico, pero amo a Led Zeppelin y a AC/DC; odio los palitos de falso cangrejo y lo que representan, pero no puedo resistirme ante los pinchos de chaca (porque no es chatka, es chaca) picado con kilos de mayonesa, y as¨ª sucesivamente.
Masterchef Junior ha sido mi ¨²ltimo placer incoherente. Cuando supe que el concurso culinario iba a tener una versi¨®n infantil, encend¨ª mi campo magn¨¦tico protector contra ni?os en televisi¨®n. Ll¨¢menme monstruo sin sentimientos, pero los repelentes peque?ajos yonquis de atenci¨®n de espacios como el Esos locos bajitos (s¨ª, el de Bert¨ªn Osborne) me han llevado por sistema a invocar al Hombre del Saco, cuando no a Herodes.
Sin embargo, el programa de TVE me ha dado una buena lecci¨®n, demostrando que un grupo de cr¨ªos bien seleccionados, dirigidos y convenientemente editados pueden resultar divertidos incluso para un espectador con baja tolerancia a los p¨¢rvulos. Ver a Mario, el riojano de 12 a?os que ha ganado, movi¨¦ndose por la cocina era un gustazo, tanto como el de no o¨ªrle ni una sola tonter¨ªa de m¨¢s para chupar c¨¢mara. Otro descubrimiento ha sido Carlos, extravertido castellonense de 10 a?os al que auguro un posible futuro en el cuerpo de baile de alguna diva si no despunta en la cocina. Y qu¨¦ decir de Aimar, vizca¨ªno de ocho al que me gustar¨ªa seguir en un reality solo dedicado a ¨¦l. Esa naturalidad, ese morro, esa simpat¨ªa sin un miligramo de postureo y las galletas de punki con cresta y guitarra robada que hizo son oro puro televisivo.
S¨¦ que mis palabras no van a ser muy populares entre los neocatecumenales de los derechos de la infancia, que se han rasgado las vestiduras por la presi¨®n a la que se les ha sometido a los chiquillos en las pruebas o por su exposici¨®n medi¨¢tica (yo les he visto pas¨¢ndoselo en grande compitiendo, claro que no soy doctor en pedagog¨ªa). Tampoco en el ¨¢mbito gastron¨®mico, en el que algunos siguen con la matraca de que este tipo de programas son puro espect¨¢culo y no ense?an ni cocina ni n¨¢. Pecar¨¦ de ingenuo, pero si Masterchef Junior ha servido para descubrir a alg¨²n chaval que hay un mundo apetecible m¨¢s all¨¢ de la pasta con tomate y el pollo con patatas fritas, lo doy por bueno.
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