?Un castillo de naipes?
PIEDRA DE TOQUE. El grupo El Comercio se ha hecho con el control del 80% de la prensa escrita del Per¨², lo que es una seria amenaza para la libertad de opini¨®n sin la cual cualquier democracia se desmorona
?Cuando, en julio de 1974, la dictadura del general Juan Velasco Alvarado estatiz¨® todos los diarios y canales de televisi¨®n en el Per¨², explic¨® que hasta entonces en el pa¨ªs s¨®lo hab¨ªa habido libertad de empresa y que a partir de ahora, al pasar los medios de comunicaci¨®n de sociedades capitalistas al ¡°pueblo organizado¡±, comenzar¨ªa a existir la verdadera libertad de prensa. La realidad fue distinta. Los diarios, radios y canales expropiados se dedicaron a ensalzar todas las iniciativas del r¨¦gimen, a difamar y silenciar a sus cr¨ªticos y, adem¨¢s de desaparecer toda libertad de informaci¨®n, el periodismo peruano alcanz¨® aquellos a?os unos extraordinarios niveles de mediocridad y envilecimiento. Por eso, cuando, seis a?os despu¨¦s, al ser elegido presidente, Fernando Belaunde Terry devolvi¨® los diarios y dem¨¢s medios estatizados a sus due?os, una gran mayor¨ªa de peruanos celebr¨® la medida.
Creo que a partir de entonces buena parte de la opini¨®n p¨²blica en el pa¨ªs acept¨® ¡ªalgunos con alborozo y otros a rega?adientes¡ª que la libertad de prensa era inseparable de la libertad de empresa y de la propiedad privada, pues, cuando estas desaparec¨ªan, con ellas se esfumaba la informaci¨®n independiente as¨ª como toda posibilidad de criticar al poder. Por eso, la dictadura de Fujimori y Montesinos utiliz¨® una manera menos burda que la estatizaci¨®n para asegurarse una prensa adicta: la intimidaci¨®n o repartir bolsas de d¨®lares entre periodistas y due?os de medios de comunicaci¨®n.
Ahora bien, que haya una econom¨ªa de mercado y se respete la propiedad privada no bastan, por s¨ª solas, para garantizar la libertad de prensa en un pa¨ªs. Esta se ve amenazada, tambi¨¦n, si un grupo econ¨®mico pasa a controlar de manera significativamente mayoritaria los medios de comunicaci¨®n escritos o audiovisuales. Es lo que acaba de ocurrir en el Per¨² con la compra, por el grupo El Comercio, de los diarios de Epensa, operaci¨®n que le asegura el control de poco menos que el 80% de la prensa escrita en el pa¨ªs. (El Comercio posee tambi¨¦n un canal de cable y el m¨¢s importante canal de televisi¨®n de se?al abierta del Per¨²). Esto ha generado un intenso debate sobre la libertad de informaci¨®n y de cr¨ªtica, algo, me parece, sumamente ¨²til porque el tema desborda el ¨¢mbito nacional y afecta a buena parte de los pa¨ªses latinoamericanos.
Ocho periodistas han presentado una acci¨®n de amparo al Poder Judicial pidiendo que anule aquella compra, pues, alegan, transgrede el principio constitucional prohibiendo que los medios sean ¡°objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento¡±. Por su parte, El Comercio sostiene que el modelo de compra que ha efectuado con los diarios de Epensa s¨®lo concierne a su impresi¨®n y distribuci¨®n, y preserva su l¨ªnea editorial. Sin embargo, seg¨²n precis¨® Enrique Zileri Gibson, uno de aquellos ocho periodistas, ni uno solo de los diarios de El Comercio y de Epensa inform¨® que el Poder Judicial hab¨ªa dado tr¨¢mite a la acci¨®n de amparo en contra de la fusi¨®n. ?Esta unanimidad en el silenciamiento era puramente casual?
Elaborar una ley de medios para evitar el monopolio es un remedio peor que la enfermedad
Ning¨²n pa¨ªs democr¨¢tico admite que un ¨®rgano de prensa acapare porcentajes elevados del mercado de la informaci¨®n, porque, si lo admitiera, la libertad de prensa y el derecho de cr¨ªtica se ver¨ªan tan radicalmente amenazados como cuando el poder pol¨ªtico se apropia de los medios para ¡°liberarlos de la explotaci¨®n capitalista¡±. La pregunta clave es: ?cu¨¢l es la mejor manera de impedir el monopolio, privado o estatal, de la informaci¨®n? ?Una ley de medios, discutida y aprobada en el Parlamento? Es lo que ha anunciado que presentar¨¢ un congresista, Manuel Dammert, proyecto que contar¨ªa con el apoyo de dos de los partidos que sostienen al Gobierno del Presidente Humala.
Este ser¨ªa, en mi opini¨®n, un remedio peor que la enfermedad. En vez de garantizar la diversificaci¨®n informativa, pondr¨ªa en manos del poder pol¨ªtico un arma que le permitir¨ªa recortar la libertad de prensa y hasta abolirla. Es verdad que en varias democracias avanzadas hay leyes espec¨ªficas contra el monopolio y organismos de Estado que verifican su cumplimiento, como la espa?ola Comisi¨®n Nacional de la Competencia. Son organismos de Estado, no de Gobierno. Esta distinci¨®n s¨®lo es real en las sociedades desarrolladas. En el mundo del subdesarrollo la diferencia entre Estado y Gobierno es ret¨®rica, pues, en la pr¨¢ctica ¨¦ste ¨²ltimo coloniza el Estado y lo pone a su servicio. Por eso, todas las leyes de medios que se han dado en los ¨²ltimos a?os en Am¨¦rica Latina, en Venezuela, en Argentina, en Bolivia, en Ecuador, han servido a gobiernos populistas o autoritarios para recortar dr¨¢sticamente la libertad de informaci¨®n y de opini¨®n y hacer pender, como una Espada de Damocles, la amenaza del cierre, la censura o la expropiaci¨®n, a los ¨®rganos de prensa ind¨®ciles y cr¨ªticos de su gesti¨®n.
?Cu¨¢l es, entonces, la salida? ?Aceptar, como mal menor, que un ¨®rgano de prensa controle m¨¢s de tres cuartas partes de la informaci¨®n y creer los sofismas de los valedores de El Comercio sosteniendo que la fusi¨®n carece de connotaciones pol¨ªticas y resulta ¨²nicamente de la eficacia y talento con que han sabido vender su ¡°producto¡± en el mercado informativo? Para semejante razonamiento, no hay diferencia entre un ¨®rgano de prensa y ¡°productos¡± como las cacerolas o los jugos de fruta. La realidad es que cuando una cacerola derrota a sus competidores y se queda due?a del mercado lo peor que puede pasar es que el precio de las cacerolas suba o que ¡°el producto¡± empiece a deteriorarse, porque el monopolio suele producir ineficiencia y corrupci¨®n. En cambio, cuando un ¨®rgano de prensa anula a los competidores y se convierte en amo y se?or de la informaci¨®n, ¨¦sta pasa a ser un mon¨®logo tan cacof¨®nico como el de una prensa estatizada y con ella no s¨®lo la libertad de informaci¨®n y de cr¨ªtica se deterioran, tambi¨¦n la libertad a secas se halla en peligro de eclipsarse.
Que el caso llegara a la Corte Interamericana es una buena cosa porque es independiente y capaz
La manera m¨¢s sensata de conjurar este peligro es, creo, la que han elegido los ocho valientes periodistas que se han enfrentado al gigante: recurrir al Poder Judicial a fin de que determine si la fusi¨®n transgrede el principio constitucional contra el monopolio y el acaparamiento, como creemos muchos dem¨®cratas peruanos, o es l¨ªcita. Este proceso, con las inevitables apelaciones, puede llegar hasta las m¨¢s altas instancias judiciales, desde luego, e, incluso al Tribunal Constitucional o a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de San Jos¨¦. A m¨ª me gustar¨ªa que llegara hasta all¨ª, porque ¨¦sta es una instituci¨®n verdaderamente independiente y capaz, de modo que su fallo tiene m¨¢s posibilidades de obtener el asentimiento de la opini¨®n p¨²blica peruana.
Nada semejante ocurrir¨ªa si llega a prosperar la iniciativa ¡ªinoportuna y profundamente perjudicial para un Gobierno que, hasta ahora, ha respetado las instituciones democr¨¢ticas¡ª del congresista Manuel Dammert. Por desgracia, el Congreso tiene muy poca autoridad moral e intelectual en el pa¨ªs ¡ªen todas las encuestas es una de las instituciones peor valoradas¡ª y no hay posibilidad de que este debate fundamental sobre la libertad de prensa se lleve a cabo all¨ª de la manera serena y alturada que requiere un asunto esencialmente vinculado a la supervivencia de la democracia.
Una ley de prensa s¨®lo es aceptable si ella nace del consenso de todas las fuerzas democr¨¢ticas de un pa¨ªs, como ocurre en Estados Unidos, el Reino Unido, Espa?a o Francia, algo que, en las actuales circunstancias, en el Per¨², donde la vida pol¨ªtica est¨¢ fracturada y enconada hasta extremos absurdos ¡ªprecisamente en el momento en que su econom¨ªa marcha mejor, la democracia funciona, crece la clase media, progresa la lucha contra la pobreza y la imagen exterior del pa¨ªs es muy positiva¡ª, jam¨¢s se producir¨ªa y la fractura y el encono aumentar¨ªan en un debate donde los argumentos legales y principistas ser¨ªan arrasados en la incandescencia del debate pol¨ªtico.
Pero, a¨²n si se produjera aquel consenso, yo creo que una ley de medios es innecesaria cuando existe un dispositivo constitucional tan claro respecto a la necesidad de mantener el car¨¢cter plural y diverso de la prensa, a fin de que los distintos puntos de vista encuentren c¨®mo expresarse. Es mejor que cuando se susciten casos como el que nos ocupa, se recurra al Poder Judicial, de manera espec¨ªfica, en busca de una soluci¨®n concreta al asunto materia de controversia. Es un procedimiento m¨¢s lento, sin duda, pero con menos riesgos en lo que concierne al objetivo primordial: preservar una libertad de opini¨®n y de cr¨ªtica sin la cual la democracia se desmorona como un castillo de naipes.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2014.
? Mario Vargas Llosa, 2014.
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