Erdog¨¢n y la corrupci¨®n
El primer ministro turco responde al esc¨¢ndalo dinamitando los contrapesos democr¨¢ticos
El hartazgo popular con una pol¨ªtica dominada por la corrupci¨®n y el nepotismo llevaron al poder en Turqu¨ªa a Recep Tayyip Erdogan y a su partido (AK) de raices islamistas. Esas mismas lacras representan ahora la m¨¢s seria amenaza para el jefe del Ejecutivo, tras casi 11 a?os en el cargo. El creciente esc¨¢ndalo de corrupci¨®n turco, que ha forzado una crisis de Gobierno y se ha cobrado medio centenar de detenciones en el entorno m¨¢s inmediato del primer ministro, evoluciona hacia una lucha por el control total de las instituciones, en la que Erdogan busca copar la polic¨ªa y la judicatura.
En vez de dar explicaciones que disipen las acusaciones que han dinamitado su Gobierno (en Turqu¨ªa la financiaci¨®n pol¨ªtica corre b¨¢sicamente a cargo de la industria de la construcci¨®n), Erdogan sabotea la investigaci¨®n. El primer ministro, que como todo temperamento autocr¨¢tico confunde su propia suerte con la de su pa¨ªs, considera que la acci¨®n de fiscales y polic¨ªas iniciada el mes pasado responde a una conspiraci¨®n orquestada en el exterior. La achaca en concreto a Hizmet, el movimiento de un influyente clerigo isl¨¢mico y antiguo aliado, Fetulah Gulen, autoexiliado en EE?UU.
Con mentalidad de asedio, el Gobierno turco ha trasladado de destino de la noche a la ma?ana a centenares de polic¨ªas implicados en la investigaci¨®n; y presenta al Parlamento una ley para dar al ministro de Justicia las riendas sobre los nombramientos de jueces y fiscales, contraviniendo as¨ª las m¨¢s elementales normas de separaci¨®n de poderes. A trav¨¦s de su formidable maquinaria pol¨ªtica, el popular Erdogan ha venido a controlarlo todo en Turqu¨ªa, donde la oposici¨®n es d¨¦bil y fragmentaria y los medios cr¨ªticos y sus periodistas est¨¢n amordazados o encarcelados. El sistema legal es el ¨²nico valladar a un poder voraz.
La idea de una Turqu¨ªa europea no se aviene con un Estado donde un misterioso movimiento que obedece a un im¨¢n en el exilio pone en jaque a un Gobierno supuestamente democr¨¢tico, cuyo jefe responde intentando repoblar con fieles a ultranza la polic¨ªa y la judicatura. Con elecciones locales y presidenciales este a?o, el esc¨¢ndalo que mantiene en vilo al pa¨ªs tendr¨¢ probablemente consecuencias. Una de ellas deber¨ªa ser la presidencia de la Rep¨²blica, suprema aspiraci¨®n de Erdogan y cargo cuya naturaleza arbitral no parece compatible con las irresistibles inclinaciones autoritarias del primer ministro.
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