Cinco chistes sin gracia sobre Richard Pryor
Un nuevo libro arroja luz y una posible pel¨ªcula de Lee Daniels reavivan el inter¨¦s por la tr¨¢gica figura del provocador c¨®mico
?¡°El hombre m¨¢s divertido de Am¨¦rica¡± (o as¨ª lo anunciaba Columbia Pictures en los ochenta) era ¡°hijo de un chimpanc¨¦ y una prostituta¡±. Aunque esto otro no lo dec¨ªa la productora, sino el propio Richard Pryor durante su legendario mon¨®logo de 1982 Live on the Sunset Strip.
El c¨®mico protagonista de 'No me chilles que no te veo' y 'Superman III' creci¨® en el prost¨ªbulo de su abuela.
En el ensayo sobre el monologuismo yanqui The Legacy of the Wisecrack: Stand-Up Comedy as the Great American Literary Form, el autor compara ese c¨¦lebre show nada menos que con la Divina comedia de Dante. S¨¢tira de los vicios y personajes de su sociedad, descenso al submundo, forcejeo con todos sus demonios, llamada al cambio y luz (o foco) en la superficie. El escritor de ese estudio lo explicaba en clase y sus alumnos le contestaban:
¨CYa, pero Dante no dec¨ªa 'hijo de puta' en cada frase.
Pryor s¨ª, y tambi¨¦n fue de los primeros en soltar nigger una y otra vez. Pero es que antes de que ¨¦l lo hiciera, junto con otros como George Carlin, mor¨ªan muchos gatitos e infartaban muchos ejecutivos cada vez que se nombraban esas palabras. Su importancia radica tanto en el valor de sus libelos, en la cr¨ªtica de los abusos hacia su raza y en sus autorretratos poco amables, como en la forma el¨¦ctrica y visceral, y terriblemente triste y tronchante, con la que transmit¨ªa sus ideas. En c¨®mo sali¨® de la selva (sus palabras, de nuevo) para codearse con una alta sociedad bohemia espoleada por el consumo ingente de coca¨ªna (la moda del mon¨®logo en el Hollywood de los setenta y ochenta habr¨ªa acabado con las cumbres nevadas de los Alpes) donde bombe¨® la autocompasi¨®n y la hipocres¨ªa hacia su raza.
Los hermanos David y Joe Henry, guionista y m¨²sico (adem¨¢s de cu?ado de Madonna), acaban de publicar Furious Cool: Richard Pryor and the World That Made Him, una biograf¨ªa tortuosa del genio que falleci¨® en 2005, cuando el g¨¦nero que hab¨ªa cultivado viv¨ªa otro momento dulce (despu¨¦s del 11-S, el consumo de stand-up se volvi¨® a disparar un 20%), mientras ¨¦l languidec¨ªa en una mecedora aquejado de esclerosis m¨²ltiple y viendo El silencio de los corderosuna y otra vez.
Una vez, en Las Vegas, orin¨® encima de las adineradas primeras filas. Durante la grabaci¨®n de una pel¨ªcula llegaba al rodaje tras no dormir durante cinco d¨ªas.
La edici¨®n coincide con ciertos picos de actividad en el cardiograma de un proyecto eternamente pospuesto, el de la pel¨ªcula sobre su vida. El biopic, que tuvo como t¨ªtulo de trabajo Is It Something I Said, ha pasado por los escritorios de estrellas y productores como Adam Sandler y Forest Whitaker. Incluso se cancel¨® un intento que parec¨ªa asegurado con Bill Condon hace tres a?os. Sin embargo, los Weinstein parecen haberlo revitalizado (las pel¨ªculas que abordan mitos afroamericanos dan ¨²ltimamente grandes cifras de taquillas y muchos galardones): ya han hablado con Lee Daniels (director de Precious y El mayordomo) para que se ponga al frente de una cinta que se centrar¨ªa en su ascenso al ¨¦xito masivo. ?Candidatos a protagonizarla? Eddie Murphy (nombre que se baraja cada vez que surgen rumores), Michael B. Jordan y Damon Wayans.
Estas son las claves de este esperado libro.
1.- La canci¨®n. El proyecto arranc¨® con una canci¨®n publicada en 2001. Joe Henry pidi¨® permiso a la esposa de Pryor para poder editarla. No solo se lo dieron, sino que le permitieron usar la imagen del c¨®mico en la portada. Una revista le encarg¨® un art¨ªculo sobre la canci¨®n. Despu¨¦s de leerlo, el matrimonio Pryor le pregunt¨® si estar¨ªa dispuestro a escribir un guion para un biopic. Eddie Murphy hizo la prueba para convertirse en el protagonista, pero Richard lo rechaz¨®. Billy Bob Thornton incluso hab¨ªa aceptado dirigirla. Pero las negociaciones quedaron estancadas. Finalmente usaron todo el material recopilado para el libro que ahora se edita, gracias al consejo de la esposa de Tom Waits, Kathleen Brennan.
?2.- Las visitas al maestro. Los hermanos Henry visitaron varias veces al protagonista de su libro. All¨ª se encontraban al icono que azot¨® la noche hollywoodiense atrapado en su silla de ruedas viendo en bucle El silencio de los corderos. Pas¨® sus ¨²ltimos a?os en una modesta casa en Encino (California) sin que sus vecinos supieran qu¨¦ leyenda ten¨ªan al lado. Era f¨¢cil, ya que, aquejado de esclerosis m¨²ltiple, no pod¨ªa salir de casa, ni siquiera hablar. Los hermanos que han firmado su biograf¨ªa lo visitaban a media tarde, le hablaban y le pon¨ªan discos de jazz.
3.- La infancia en el prost¨ªbulo. Seg¨²n David Henry, la gran mayor¨ªa de personajes y an¨¦cdotas ven¨ªan del lugar donde creci¨®: Peoria, Ilinois, en el coraz¨®n de la Am¨¦rica menos proclive a aceptar cambios: insultos racistas, negros sumisos y visitas a mujeres que practican vud¨². Como el protagonista de Mad men, ¨¦l creci¨® en un prost¨ªbulo, pero el del actor de No me chilles, que no te veo era de su abuela. Si Don Draper tiene sus desmorones emocionales durante la serie por culpa de ese pasado, imaginen a Pryor, que adem¨¢s tuvo que lidiar contra el desprecio racista.
Pas¨® sus ¨²ltimos a?os en una modesta casa de California, atrapado en su silla de ruedas y?viendo en bucle 'El silencio de los corderos'.
4.- Dilo alto: soy negro y estoy orgulloso. Eso cantaba James Brown, pero la ret¨®rica de los monologuistas no suele ser tan clara. Si Chris Rock, su heredero natural, carga contra los suyos a veces ¨C¡°siempre se est¨¢n quejando de los medios de comunicaci¨®n, pero a m¨ª estos no me quitaban la merienda cada d¨ªa cuando sal¨ªa del colegio: eran los otros negros¡±¨C, Pryor tambi¨¦n supo usar la autoparodia para un tema que se tomaba, eso s¨ª, muy en serio.
En 1967 abandon¨® una sala de Las Vegas cuando se dio cuenta de que su familia no podr¨ªa entrar y que ¨¦l lo tendr¨ªa que hacerlo por la puerta de la cocina: ¡°Esos cabrones no le har¨ªan un sitio a mi abuela ni aunque les pusieran un arma en la cabeza¡±. Entonces, pas¨® un tiempo en una habitaci¨®n vac¨ªa escuchando solamente discos de Miles Davis y Charlie Parker y leyendo discursos de Malcolm X. Cuando regres¨®, con un late-night de radio, empez¨® a usar la palabra de la N. Se presentaba as¨ª: ¡°Soy Richard Pryor, y soy un nigger¡±. Aun as¨ª, accedi¨® a participar en pel¨ªculas de ideolog¨ªa tan dudosa como Toy (aqu¨ª sonaba a¨²n peor: Su juguete preferido), en la que un ni?o blanco rico se pide a un negrito gracioso (¨¦l) como juguete. Su familia a¨²n no entiende por qu¨¦ lo hizo y blasfema (y tilda de racistas) contra todos aquellos que dicen que es su obra favorita.
5.- Las drogas blancas. Pueden entender m¨¢s sobre la conexi¨®n entre la comedia esp¨ªdica, de ret¨®rica micromachine o de anuncio farmac¨¦utico, la algarada incontrolada y los chistes muy muy gruesos, y el consumo de coca¨ªna en el documental Sunset strip, de Hans Fjellestad. La punta de lanza del consumo en esa calle, en la que siempre hab¨ªa en los setenta y principios de los ochenta una felatriz bajo la mesa y un paso de cebra de coca¨ªna encima de la misma, era, precisamente, Pryor. Seg¨²n los autores, no se puede entender a Pryor sin ese consumo desfasad¨ªsimo, del mismo modo que no se podr¨ªa analizar su obra sin reparar en los mil abusos que padeci¨® de ni?o. En un especial caritativo del Hollywood Bowl se enzarz¨® con el p¨²blico diciendo que acababa de felar a un extra?o, para, ante la risa mec¨¢nica de la audiencia, decirles que mientras los negros eran quemados en Watts ellos hab¨ªan estado divirti¨¦ndose tomando c¨®cteles. En un show anterior de Las Vegas se hab¨ªa empezado a mear (literal y metaf¨®ricamente) encima de las adineradas primeras filas. Durante la grabaci¨®n de la pel¨ªcula Locos de remate (Stir Crazy), llegaba a grabar despu¨¦s de no dormir durante cinco d¨ªas seguidos. Su compa?ero de reparto Charles Weldon dice no recordar la filmaci¨®n de un mont¨®n de escenas. Joe Henry cita a un m¨²sico de jazz para explicarse c¨®mo napias pod¨ªan actuar tan drogados: ¡°Oh, es que tambi¨¦n ensayo colocado¡±.
Extra: El libro arranca con una escena: Richard Pryor corre por una calle en San Fernando Valley despu¨¦s de quemarse a lo bonzo. ?l lleg¨® a bromear con ese episodio, dijo que le hab¨ªa explotado la pipa de marihuana, pero, explican los autores, en realidad iba fumad¨ªsimo y decidi¨® rociarse con ron y prenderse fuego para intentar suicidarse. Hollywood se volc¨® con ¨¦l y recibi¨® muchas visitas en el hospital. Incluso Marlon Brando le llev¨® una tele al hospital para que Pryor pudiera ver los combates y pasar el rato¡ mientras su familia lejana saqueaba su casa.
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