Tras la falsificaci¨®n, violaci¨®n de derechos
Por Amaya Apesteguia, de la OCU
Tras las falsificaciones que nos seducen con sus bajos precios en mercadillos, bazares y tiendas online de internet, se esconden mafias que se est¨¢n enriqueciendo, a las que les importan muy poco los derechos de los consumidores, de los trabajadores o del medioambiente.
Los ciudadanos sabemos que en muchos de los productos que compramos existe riesgo de violaci¨®n de derechos humanos en su proceso de producci¨®n, ya que gracias a la informaci¨®n global conocemos cu¨¢les son las condiciones de fabricaci¨®n en los talleres textiles de Bangladesh, las f¨¢bricas de tecnolog¨ªa de China, o las plantaciones bananeras de Colombia. En el caso de las falsificaciones este riesgo se convierte en certeza. Para el consumidor responsable que exige a las empresas que respeten los derechos humanos, los productos falsificados son una mala opci¨®n.
Algunas veces somos estafados, pero en la mayor¨ªa de los casos, cuando compramos ¡°chollos¡± sabemos perfectamente que hay algo raro: o bien se trata de falsificaciones o bien de productos robados. Se multiplican los productos falsificados en ropa, calzado, bolsos, cosm¨¦ticos, productos electr¨®nicos, accesorios de autom¨®vil, relojes, tabaco y hasta en bebidas alcoh¨®licas.
Tras nuestra compra a menudo se esconde una permisividad social disfrazada de solidaridad mal entendida con un vendedor ambulante que se est¨¢ ¡°ganando la vida¡±. Sin embargo, ese vendedor ambulante es s¨®lo el eslab¨®n final de una red criminal perfectamente organizada. Merece la pena conocer toda la foto para desterrar la idea inocente de que estamos ayudando a ese vendedor a comer hoy, y de paso nos estamos ahorrando unos euros.
Estas redes se nutren de fabricaci¨®n en talleres clandestinos, la mayor¨ªa chinos aunque tambi¨¦n existe alguno en Espa?a, como el reciente caso destapado en Galicia por la Polic¨ªa Nacional, cuyos cabecillas se prove¨ªan de talleres portugueses y comerciaban en toda Espa?a ropa y calzado falsificado, gracias a lo cual han conseguido atesorar m¨¢s de 5 millones de euros.
Son talleres donde los empleados trabajan en negro sin contrato ni seguridad social, en condiciones de explotaci¨®n y con condiciones higi¨¦nicas generalmente deplorables. No se garantizan de ninguna manera las medidas de protecci¨®n adecuadas para la manipulaci¨®n de productos qu¨ªmicos t¨®xicos ni una ventilaci¨®n adecuada en los locales, que incluso tienen rejas en los accesos para controlar las salidas.
En el proceso de importaci¨®n recurren a la corrupci¨®n de aduanas en origen y buscan entre los puertos europeos hasta encontrar los m¨¢s permisivos: aquellos que har¨¢n m¨¢s f¨¢cilmente la vista gorda o que tienen menos recursos para inspecciones. Es tan f¨¢cil como declarar un valor menor por la mercanc¨ªa para pagar unos aranceles m¨¢s bajos.
En Espa?a recurren a inmigrantes ilegales, a menudo en r¨¦gimen de semiesclavitud consentida hasta que devuelvan su deuda. Los propios vendedores ambulantes son v¨ªctimas de una red mafiosa que busca mano de obra barata con la que enriquecerse f¨¢cilmente. Personas que vienen a Espa?a a pasar unos a?os malos para optar a una vida mejor, y que dif¨ªcilmente van a denunciar a sus explotadores por muy denigrantes que sean sus condiciones de vida.
El mercado de falsificaciones promociona la econom¨ªa sumergida y el fraude fiscal, con el consecuente dinero que se deja de ingresar v¨ªa impuestos, a trav¨¦s de la competencia desleal y el intrusismo. Las empresas legales, que invierten en dise?o e innovaci¨®n, se encuentran con una competencia desleal con la que no pueden competir en precio porque no respetan las mismas reglas del juego, ya que no pagan impuestos, ni seguridad social, ni certificaciones de calidad.
Hay que tener cuidado con las compras baratas de productos falsificados, y por supuesto olvidarnos de las menores garant¨ªas de calidad o derecho de reclamaci¨®n. Adem¨¢s del precio, hay otros indicios que nos pueden ayudar a distinguir los productos falsos de los aut¨¦nticos, como la calidad del envase, la informaci¨®n de las etiquetas, o el acabado del producto.
Antes de comprar una falsificaci¨®n es bueno sopesar los riesgos de ahorrarse ese dinero, y decidir si ¨¦se es el tipo de sociedad que queremos. No dejemos que nos hagan c¨®mplices de sus cr¨ªmenes.
Fotograf¨ªa de apertura: taller clandestino (c) Polic¨ªa Nacional - Ministerio del Interior
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.