Primarias en serio
El PSOE abre un proceso estimulante y arriesgado para decidir su candidato a La Moncloa
La confirmaci¨®n de noviembre como el mes en que el PSOE elegir¨¢ a su candidato a la presidencia del Gobierno constituye un paso m¨¢s en el revulsivo pol¨ªtico que supone el salto al vac¨ªo de convocar elecciones primarias abiertas a los ciudadanos, en vez de mantenerlo entre las manos del habitual grupo de notables. El plazo es largo ¡ªantes se habr¨¢n celebrado otras primarias a escala auton¨®mica y local¡ª y sobre el mismo pesan claves tan importantes como las elecciones europeas y la consulta de autodeterminaci¨®n en Catalu?a, o su hipot¨¦tica alternativa de unos comicios anticipados.
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Situar las primarias para La Moncloa al final de todo ese proceso y no al principio, como reclamaban otras voces, condicionar¨¢ la elecci¨®n del candidato a jefe del Gobierno porque recoger¨¢ lo que resulte de las elecciones europeas ¡ªsobre todo el nivel de desgaste de Rajoy y del partido gobernante¡ª y de la evoluci¨®n de los desaf¨ªos nacionalistas. Al enfrentamiento convencional de izquierdas y derechas se a?ade ahora la clave territorial e identitaria. En el espacio socialista hay mucho en juego por la situaci¨®n del PSC, desgarrado entre los soberanistas y los que quieren compartir un proyecto con los dem¨¢s socialistas espa?oles.
Para que los no afiliados intervengan en la votaci¨®n habr¨¢n de inscribirse en un censo, pagar dos euros y comprometerse con el ideario del partido. La exigencia de inscripci¨®n previa puede retraer la participaci¨®n, pero tiene sentido como garant¨ªa frente a duplicidades y otras picarescas. Y el n¨²mero de avales requerido para los aspirantes a candidatos (5% de la militancia) parece lo suficientemente bajo como para no entorpecer a nadie con cierta representatividad. Menos explicable es que la apuesta de las primarias abiertas sea segura solo para el candidato a La Moncloa, mientras que en los niveles auton¨®micos se har¨¢n de forma abierta o cerrada a los militantes en funci¨®n de lo que cada federaci¨®n prefiera. La escasez de antecedentes en Espa?a de primarias en los grandes partidos inclina a conceder el beneficio de la duda.
Las ¨²ltimas encuestas muestran una modesta recuperaci¨®n de las intenciones de voto al PSOE. Las primarias no representan una garant¨ªa de ¨¦xito electoral, y desde el PP ya se alzan cr¨ªticas hacia un partido que privilegia las batallas internas. Pero lo que es seguro es que, tras la debacle de 2011, dejar las cosas como estaban habr¨ªa sido un signo letal de inmovilismo. Gran parte de la ciudadan¨ªa ha aprendido a ser esc¨¦ptica o abiertamente contraria a los estilos de gesti¨®n autoritarios: quieren pol¨ªticos a la escucha, no despotismos ilustrados. Nada es mejor que unas elecciones competitivas.
Tampoco hay duda de que el PSOE se arriesga. En cualquier caso, las primarias para decidir el aspirante a encabezar el Gobierno deben llevarse a cabo con toda seriedad. Y ser¨¢n ¨²tiles si constituyen un verdadero est¨ªmulo al debate pol¨ªtico sobre el futuro.
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